miércoles, 4 de diciembre de 2013

Un botón de muestra

Eduardo Campech Miranda

Mi postura ante la, eufemísticamente, llamada Reforma Educativa ha sido de solidaridad y apoyo al movimiento magisterial. No obstante, reconozco serias deficiencias en la formación y práctica didáctica de algunos docentes. En el mundo del profesorado, como en todos los mundos, hay surtido rico. Mal haría en generalizar un vicio o una virtud. Por otro lado, los mentores no fueron educados en enfoques que ahora intentan aplicar y evaluar.

Por lo anterior, y en función de situaciones como las que describiré, mi desconfianza de los beneficios de la Reforma Educativa es directamente proporcional a los spots publicitarios que resaltan sus alcances. Aclaro que escribo estas líneas con indignación, enojo y ofuscamiento.

Reviso, por indicaciones de sus maestros, los exámenes de mi hijo que cursa la secundaria. Los resultados obtenidos no son ni remotamente cercanos a los que obtuvo en la prueba enlace. Primera explicación (que en su momento fue tema de una colaboración anterior): la estructura y tipo de preguntas, utilizadas en las guías para los exámenes bimestrales, nada tienen que ver con las usadas previa a la prueba ya erradicada. Dos, lejos de preocuparme, la evaluación bimestral me impulsa a ocuparme (más) en la supervisión de los tiempos de estudio y distractores de mi hijo.

Revisar el examen implica, en mi opinión, no sólo saber qué ponderación obtuvo. Por el contrario, hago un análisis del tipo de preguntas y cómo están planteadas (determino qué es lo que quiere saber el profesor). En malestar contenido por los números se desborda cuando veo en ellos las siguientes linduras: “Matemático físico y filosófico (sic) que ideo (sic) los planos cartesianos y relacionó la geometría con el algebra (sic)”; “Es una mescla (sic) de varios tonos que combinados generan sonido”; “Se relaciona con la frecuencia y nos permite distinguir entre sonidos grabes (sic, sic, sic) y agudos”. La cosa no para ahí. Como decía Raúl Velasco, “aún hay más": “Describe en cada formula (sic)…”; “Realiza la siguiente grafica (sic)”.

En otro más, encuentro la falsa idea de que las mayúsculas no se acentúan. Todo el examen está escrito así. Hay uno en particular que es una escultura monumental (casi, casi como La Giganta de Cuevas) al acento: brilla por su ausencia. Ni uno por error de dedo. Me detengo aquí y reflexiono. ¿Hay alguna diferencia entre Dante Algheri y Dante Alighieri, entre Chrlotte Bronte y Charlotte Brontë o entre Mario Bennetii y Mario Benedetti?

Si consideramos que la queja constante de los maestros, padres y medios de comunicación (¿no me creen? Esperen el próximo doce de noviembre) de la poca lectura, y por ende comprensión lectora de los jóvenes adolescentes, este tipo de errores genera en ellos un conocimiento falso. Pero si son capaces de resolver acertadamente la pregunta, a pesar del error, estarían corroborando un planteamiento de Goodman: Leemos con el cerebro, no con los ojos:

Leer es más que reconocer palabras que se suceden unas a otras. Algo le impulsa mientras lee, le ayuda a anticipar qué es lo que viene de forma tan acertada que todo lo que tiene que hacer es utilizar pistas en la impresión para llegar al significado. Su cerebro no es un prisionero de los sentidos: ¡es quien dirige el proceso! Construye expectativas e instruye a sus ojos para que se deslicen por la superficie de la impresión, utilizando esa información para encontrarle sentido al texto. (Goodman, Ken: Sobre la lectura, p. 77).


De lo anterior se generan nuevas interrogantes a mi cabeza: ¿si alumnos confirman los postulados de Goodman por qué no están teniendo comprensión lectora? Y dos: ante deficiencias tan visibles como las expuestas aquí, ¿a qué se atienen estos maestros ante la Reforma? Toda vez que no manifestaron su apoyo a la expresión disidente, ¿a su buena suerte?, ¿a los años de gracia para prepararse?, ¿al currículum consanguíneo?

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, noviembre 4 de 2013.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Ecos del XIII Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas. 2ª y última parte.

Eduardo Campech Miranda

“La dimensión social de la biblioteca” fue el nombre de la segunda mesa de discusión, integrada por Carolina Maillard Mancilla (Tutora del Diplomado en línea “Gestión de Bibliotecas Públicas”, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile), María Asunción Mendoza Becerra (Presidenta de la Asociación Mexicana de Bibliotecarios, A. C.), María Teresa Pérez Cruz (Responsable de la Biblioteca del Faro de Oriente) y Socorro Venegas Pérez (Subgerente de obras para niños y jóvenes del Fondo de Cultura Económica), todas moderadas por Mario Escobar Gálvez. Maillard Mancilla plantea que es necesario diseñar servicios de extensión para quien no puede acudir a la biblioteca; incorporar el enfoque de género en los servicios es relevante; atender e identificar las demandas de la sociedad, es decir, conocer a las comunidades circundantes y ofrecer servicios acordes a las demandas de hombres y mujeres. Mendoza Becerra acotó que hay que pensar en mecanismos y servicios especiales para grupos marginados. Por su parte Pérez Cruz compartió las virtudes y logros de su biblioteca pública: el acervo de cincuenta mil volúmenes fue automatizado por sólo dos personas; se imparten cincuenta talleres para jóvenes y adultos y treinta más para niños, entre los primeros destacan: Taller de escritura autobiográfica para mujeres, Autogestión, Taller para perderle el miedo a la escritura, Aula digital TELMEX, Periodismo comunitario, Narrativa, Capacitación computacional para amas de casa ; a través de un convenio con la Extensión Nacional de Literatura del INBA, ha sido posible llevar a cabo encuentros de poetas o la presencia misma de los autores, como fue el caso de Luis Eduardo Aute; se sacaron todos los carteles que exigen silencio, se formó la Asociación Amigos de la Biblioteca; existen Círculos de Lectura permanentes, conciertos. Finalmente Venegas Pérez mostró el trabajo que ha descubierto a través de Salas de Lectura y Bibliotecas Públicas: es un error pensar que con sólo abrir las puertas la biblioteca cumple con su función; hay bibliotecas que promueven las videoconferencias con escritores, estas experiencias han contado con capacitación en gestión cultural.

Gerardo Jaramillo Herrera (Director General de Educal) impartió una charla en torno a la relación biblioteca pública-librería. En tanto, Teófilo Huerta (Subdirector de Enlace Interinstitucional de la DGB) presentó la página de la Red Nacional de Bibliotecas (www.rednacionaldebibliotecas.gob.mx), invitó a explotar los materiales que ahí se alojan.

Por último, la mesa tres, “El papel del bibliotecario como mediador de la lectura” estuvo a cargo de María Azucena Galindo Ortega (Directora General de IBBY México/A Leer), Daniel Goldin (Escritor y editor. Director de la Biblioteca Vasconcelos) y Verónica Juárez (Consultora independiente para bibliotecas y centros de información) coincidieron que “Hay que cambiar el discurso de en México no se lee” (Galindo), “El discurso de la lectura se ha vuelto hueco” (Juárez).Goldin fue más extenso: “El mundo de los lectores es un mundo infinitamente rico” y lanzó una serie de cuestionamientos: ¿Cuál es el valor de la lectura?, ¿qué es lo que leemos? Destacó que habrá que concebir al público como un actor de los servicios bibliotecarios, recuperar usuarios (¿qué es lo que tú sabes y puedes compartir?) Si la biblioteca pública aspira a ser un recinto de construcción de ciudadanía, debe leerse distinto a sí misma; el mediador debe tener la capacidad de escuchar.

En conclusión, las bibliotecas públicas tienen una gran tarea por delante. El acto de inclusión debe surgir, primeramente, del bibliotecario. Éste, debe hacer que su trabajo sea visible y valorado; debe involucrarse en las transformaciones socioculturales. De lo contrario, él mismo será el freno de las posibilidades bibliotecarias.

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, octubre 21 de 2013.

martes, 26 de noviembre de 2013

Ecos del XIII Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas. 1ª parte

Eduardo Campech Miranda

En el marco del XXX aniversario de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas se realizó el XIII Congreso Nacional del área. El tema central, “La biblioteca pública como espacio social”, plantea nuevos retos y soluciones ante el vertigo de las transformaciones sociales.

Emir José Suaiden, Director del Instituto Brasileño de Ciencias de la Información, plantea varios escenarios al devenir bibliotecario público: catastróficos, integrados y de excluidos. Pone los puntos sobres las íes: “En las bibliotecas públicas aparece fácilmente la oferta pobre para el pobre, como es notorio la condición de la biblioteca y de la escuela pública” y remata con un dato contundente: “95% de las bibliotecas en América Latina nacieron a partir de donaciones y en lugares adecuados”.

Plantea que la biblioteca pública, toda vez que la sociedad ha ido transformándose de una sociedad industrial a una sociedad del conocimiento, pasando por una sociedad de la información, debe brindar las posibilidades para generar riqueza, “copiar de una enciclopedia no es investigar”. Una tarea para que esto sea posible es despojar a la biblioteca de su aura escolarizada. También deben aprovechar las redes sociales, ya que ellas constituyen un recurso de búsqueda, filtros de calidad a la información que se busca, comparten información produciendo inteligencia colectiva, influyen en la comunidad y cambian lo individual por lo social.

La primera mesa de discusión, “La biblioteca pública y la democratización del conocimiento”, con la participación de Gilberto Ruiz Cáceres, Laura Ruiz Pérez y Jorge von Ziegler, también se planteó la urgencia de que el conocimiento pueda generarse en las bibliotecas públicas, que éstas sean el espacio donde se den a conocer las investigaciones universitarias, pero también que el bibliotecario debe asumir el compromiso de adquirir y desarrollar las competencias digitales.

“La dimensión social de la biblioteca pública”, fue el tema de la segunda mesa. La cual se caracterizó por ser una comunicación de experiencias exitosas, tanto chilenas como mexicanas, en torno a la difusión, promoción y desarrollo de las bibliotecas públicas. En esta mesa participaron Carolina Maillard Mancilla, María Asunción Mendoza Becerra, María Teresa Pérez Cruz y Socorro Venegas Pérez.
Las bibliotecas públicas tienen un gran reto por delante. Reto que está en las manos del personal bibliotecario solventar. Pero también de las autoridades de todos los niveles. La formación de usuario de la biblioteca, y todos sus recursos, debe iniciar por el bibliotecario mismo. Es momento de involucrarse en la autoformación, de pretextar el desconocimiento del manejo de las TIC’s, de la fobia a la lectura, para no comprometerse en las tareas que nos han sido encomendadas.


Pero también de las autoridades, ya lo dije. ¿Cómo conseguir lo anterior sin conectividad, sin electricidad, sin personal con vocación –y sí con un compromiso político-?, vaya ¿cómo hacerlo si no se muestra interés? Es momento que los interesados presenten un programa de acción, y a quien corresponda, brinde los apoyos correspondientes. O al menos, que no pongan piedras en el camino.

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, octubre 14 de 2013.

Taller "Estrategias de Lectura" a Supervisores de Educación Básica. Concepción del Oro, Zacatecas, octubre 3 de 2013.



  • Cómo llegué: Esperaba algo que habíamos encontrado siempre, no significativo, sugerencias, estrategias, que todo queda en este espacio, no hay un seguimiento. Venimos por cumplir un mandato de nuestras autoridades. Cómo me voy: Hoy por primera vez encontré algo diferente, me sentí atrapado por las lecturas y los comentarios, no se me hizo tedioso a pesar de que nunca había terminado tan tarde. Las estrategias me parecieron excelentes, me siento con el deseo de transmitirlas en mi ámbito de supervisor aunque nadie me lo pida, ni me lo exija, o sea, más bien, aplicarlas. Finalmente, reconozco en usted mucha sabiduría, refleja lo mucho que ha leído, un gran interés y gusto por su trabajo. Felicidades. (Anónimo).
  • Cómo llegué: ¡Hola! En la mañana llegué bastante motivada al taller "Estrategias de Lectura", ya que tenía muy buenas referencias del profr. Campech, respecto a su manejo de temas de lectura. Esperaba que el taller resultara interesante, dinámico y novedoso, que él nos compartiera estrategias con las cuales pudiéramos acercar a nuestros alumnos a la lectura y a la escritura. Cómo me voy: El taller cubrió mis expectativas. Nos mostró y trabajamos dinámicas de lectura, que resultaron interesantes y que seguramente nos dará buenos resultados en las aulas. Lo que no me permitió concentrarme adecuadamente fue el ruido exterior, por lo que no disfruté al cien por ciento el taller, como me hubiera gustado. Felicidades profr. Campech por su noble labor: de compartir con tanta gente sus conocimientos acerca de cómo trabajar la lectura. Éxito en todo lo que emprende. PD. El ruido me está volviendo loca. (Lorena Cardona Luna).
  • Por la mañana: Al iniciar el taller me pareció tranquilo, sin mucho contenido, así también legué con poca energía y concentración puesto que en mi centro de trabajo se presentaron diferentes situaciones. Esperaba conocer estrategias de lectura prácticas y concretas. Al salir: Me pareció interesante principalmente identificar y recordar procesos cognitivos que se estimulan y/o fortalecen con la lectura, creo que también es importante encontrar seguimiento en mí para poder contribuir en los alumnos. (Anónimo).
  • Cómo llegué: Llegué con entusiasmo para aprender cosas nuevas y sobre todo, salir de la rutina. Cómo me voy: Con las estrategias y algunos ejemplos para manejarlos con los compañeros, ya que esto motiva a leer y seguir imaginando cosas, pero sobre todo, a inculcar en mis hijos más la lectura que hoy en día hace mucha falta. (Anónimo).
  • Cómo llegué: Esperaba un curso expositivo donde se manejaran textos por momento tediosos y algo aburridos. No venía con tanta disposición por tal motivo. Cómo me voy: Me voy contenta debido a que el curso rebasó en mucho las expectativas, ya que sí se manejaron diversas estrategias de lectura que uno puede aplicar con los alumnos. Además, todo el trayecto fue dinámico, por lo que no hubo tiempo para el aburrimiento y el desaliento. (Karina Ramírez Burciaga).
  • Cómo llegué: Algo afligida por el horario que se iba a manejar. Cómo me voy: Me gustaron las actividades, la dinámica, e incluso, las historias de los libros. Me llevo algunas estrategias para aplicarlas cuando tenga grupo. De esa manera se pasa el tiempo sin aburrirse. (Anónimo).
  • Expectativas: Aprender nuevas estrategias de lectura. ¿Qué me gustó? La dinámica de trabajo. Siento que estas estrategias deberían dirigirse directamente a docentes frente a grupo, claro que a nosotros como equipo de asesoría nos apoya para brindar herramientas a los docentes, pero si fuera directo, sería más fructífero. (Anónimo).
  • Cómo llegué: En la mañana llegué con la idea de cómo sería el curso, de qué se trataría, esperando que no fuera tedioso. Cómo me voy: La actividad me pareció muy interesante pues me da la idea de cómo realizar actividades con los alumnos para interesarlos en la lectura. Claro, primeramente, yo interesarme más en la lectura. Espero que se dé seguimiento en este curso de más estrategias. Me pareció muy bueno, ameno, las lecturas me gustaron. Gracias. (Anónimo).
  • Esperaba: Que el curso fuera aburrido, tedioso, sin motivación, y que nos pasara de noche, como siempre pasa. Me voy: Muy contenta por compartirnos sus conocimientos, experiencias y enseñanzas con nosotros. Y obtener conocimientos de estrategias de lectura y escritura tanto como para nuestros alumnos. Y no me esperaba que este curso fuera motivador. "Gracias". (Anónimo con rúbrica).
  • Llegué: Desvelada, me dolía la cabeza, mormada, con dolor en mi columna. Me voy: Las estrategias permitieron agrandar mi forma de trabajar. Siento la necesidad de leer, porque me doy cuenta que no he terminado de hacerlo. Lo que he leído no es ni la milésima parte de lo que existe en el universo de la lectura. Sentí la necesidad de seguir leyendo. (Anónimo).
  • Llegué muy contenta a recibir el curso. Lo esperaba muy tedioso, pero al iniciar me di cuenta que es muy importante por el motivo de que todos participamos. Veo que el maestro que lo imparte tiene tanta facilidad que nos invita a ser parte de la clase. Y me retiro muy motivada. Logré aprender mucho. Le deseo éxito en las próximas. Y Dios lo bendiga. (Anónimo).
  • Llegué: Desconcertado, no conocía dónde estaba la escuela... preocupado pues dejé mis grupos solos. No tenía idea del trayecto formativo que tomaría el taller, aun así sentía la presión, pues es mi obligación reproducir la información. Cómo me voy: Me gustó el taller, aunque resultó muy breve, creo sería necesario profundizar en algunos temas para clarificar, por ejemplo en las macroestructuras textuales y el análisis textual. También me gustaría profundizar en el tema de su última mención: "Literatura analizada como arte", pues el programa de secundaria obliga al análisis gramatical y se pierde en ocasiones el fondo. (Anónimo).
  • A mi ver muy personal este curso se me hizo muy interesante, ya que no soy lector, sólo leo libros que necesito. Por otro lado, me gustaría que estas actividades se hicieran con más frecuencia. (Anónimo).
  • Mi estado de ánimo era somnoliento. Creí que el taller estaría un poco aburrido, pero superó mis expectativas. Fue muy dinámico, divertido y con mucha retroalimentación. Me retiro muy contento y satisfecho de los conocimientos adquiridos en el taller, ya que encontré formas diferentes de ver cómo transmitir la lectura a mis alumnos. Espero que esta no sea la última vez que nos visita, esperando un pronto regreso con este tipo de talleres. Gracias. (Anónimo).
  • Esperé algo interesante, de lectura. Sin embargo rebasó mis expectativas, al conocer estrategias creativas, ya que últimamente se fomenta muy poco la lectura. Quedo que me doy cuenta de lo que me he perdido, sin leer, lo cuadrado y enajenado que me sentí. (Anónimo).
  • En la mañana llegué con entusiasmo porque hoy conocería nuevas estrategias de lectura para poder acompañar a los docentes que dejan de lado los libros del rincón. Me llevo dudas para investigar sobre algunos libros que nos mencionó. (Anónimo).
  • ¿Qué esperaba? Pensé que el curso o taller sería impartido por personal de esta región. Mi asistencia ante estos temas es de mi agrado, ya que la lectura es un placer para mí. Nota: Cuando vi al expositor me agradó la conducción y seguimiento (experiencia), ¡Dios le bendiga! ¿Cómo se va? Con la firme seguridad que se gestione este tipo de talleres para los docentes frente a grupo, ya que usted, expositor, trae consigo la experiencia y desarrollo en su trabajo. ¡Felicidades! ¡Hay que transmitir con nuestros compañeros todo lo que aprendemos! ¡Éxito profr. Eduardo Campech Miranda! (Profr. Martín Costeira Esquivel).
  • El día de hoy me levanté contenta. Mi expectativa sobre lo que yo pensaba de lo que iba a tratar el curso era sobre estrategias para abordar los libros de la biblioteca del aula y la biblioteca escolar, que es lo más común que aborda o retoma el Programa Nacional de Lectura. Pero no veo que su conocimiento es muy amplio, sus estrategias variadas, dinámicas , en las que a través de ellas los alumnos les motiva hacia la lectura, las cuales llegan aprendizajes para la vida, no momentáneos. (Anónimo).
  • Expectativas: Un curso común... igual a los cursos y/o talleres que siempre nos imparten. Aburrido, cansado, tedioso, en el que al primer momento buscar salir. Debo confesar que no estaba muy entusiasmada por venir. Cómo me voy del taller: Con una gran satisfacción. Convencida y entusiasmada por comenzar esta nueva aventura llamada "lectura". Contenta por las experiencias recuperadas y por los aprendizajes compartidos. Agradecida por tener oportunidad de participar. (Irazema Abigail Ortega Benítez, Lic. en Educación Especial).
  • Por la mañana llegué un poco indispuesto, porque tenía otras cosas pendientes que exigían mi presencia. Me voy: Contento con otro cambio de actitud. Con los ejemplos que se estuvieron realizando me da cuenta cómo abordar los cuentos a como yo los cuento a mis hijos. Ahora ya tengo también elementos para compartir con mis compañeros docentes. Me gustaría que este tipo de actividades se haga por zona escolar para que el docente frente a grupo tenga la información de primera mano, ya que esto fortalece en los Consejos Técnicos Escolares este tipo de actividades. En estos consejos se están tratando este tipo de problemáticas. (Anónimo).

miércoles, 13 de noviembre de 2013

La promoción de la lectura pirata

La colaboración anterior hablaba de los libros de superación personal y autoayuda. Planteé, lo que mi juicio son algunas de las características que los distinguen. En función de lo anterior, me permitiré plantear una postura ante algunas prácticas de promoción de la lectura, derivadas en este tipo de textos.

Hace años un joven me decía, ufano, que había leído la obra completa (hasta entonces publicada) de Carlos Cuauhtémoc Sánchez. Cuando le mostré un título de la colección “Punto de Encuentro” de editorial Everest, lo devoró en los tres días que estaríamos en la capacitación y concluyó que le había agradado más que lo que había leído hasta entonces.

Si el joven en cuestión leía a Sánchez, es porque era el material bibliográfico y de lectura que estaba a su alcance. Igual que se entiende que quien no haya estudiado tenga una mala ortografía, creo que es comprensible que quien sólo acceda a un material de dudosa calidad crea que es un buen lector.

Un buen lector no necesariamente es quien se atiborra de libros para luego vomitar (sin digerir) los planteamientos. Puede tener buena memoria, pero nula capacidad de análisis. Un buen lector no necesariamente ha leído el canon literario occidental, pero tiene la disposición de hacerlo, y de dotarse de las herramientas necesarias para asimilar lo planteado. Un buen lector sabe que cada lectura es un reto intelectual, que cada libro es un diálogo inteligente con el autor, y no sólo un discurso de éste al lector.

Siempre me ha parecido odioso, y ocioso, dar consejos cuando no los piden; decir a otros cómo deben vivir cuando no he logrado solucionar mi vida; dar recetas para resolver conflictos cuando los propios siguen mermando mi salud mental. Me parece una práctica de promoción de la lectura pirata, hablar del gusto por la lectura cuando, teniendo una gran diversidad y riqueza bibliográfica –como puede ser una sala de lectura o una biblioteca pública- se sigan privilegiando y ofreciendo sólo textos de superación personal.

Los propósitos están confundidos. No buscan formar lectores, si no compartir su experiencia de vida (ellos han padecido en carne propia las torturas de este valle de lágrimas en que nos puso Dios) como argumentación. Intentan persuadir de las virtudes y los vicios. Advierten sobre la decadencia, cantan, aplauden, lloran. Y algún incauto dirá: “Qué buen trabajo, cómo hacen llorar a los adolescentes.”

No está mal, insisto, cada quien hace de su lectura un papalote. Pero que no se ostenten como promotores (y mucho menos mediadores) de lectura. Su trabajo va en otro sentido, hacia otros terrenos. Su trabajo se dirige en abrirse una oportunidad para el aplauso fácil, para tomar la palabra. Son predicadores de sus propias limitantes.


Si los textos de superación personal son literatura pirata, no podemos esperar que quien “promueva la lectura” con ellos, sea un promotor serio y comprometido, porque ni siquiera se ha otorgado a sí mismo, la oportunidad y el privilegio de encontrar, y enfrentar, a sus fantasmas desde la literatura. 

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, 7 de octubre de 2013.


miércoles, 6 de noviembre de 2013

Libros de superación personal

Eduardo Campech Miranda

Concluyendo la lectura del libro La Vaca de Camilo Cruz, vino a mi mente la reflexión del por qué ese tipo de texto tiene tanta demanda y aceptación entre la población. Aclaro que no soy partidario de ese tipo de obras, pero que he leído algunas de ellas por diversas circunstancias. El título referido como –por citar sólo dos- ¿Quién se ha llevado mi queso?, o La búsqueda, explotan comercialmente alguna carencia emocional. Estos libros narran historias endebles, frágiles, anticipadas y predecibles, y en ocasiones, mal escritos. Pero no que exigen mayor esfuerzo intelectual por parte del lector.

La razón es simple: su propósito es ofrecer un aprendizaje práctico para la vida (como si ésta fuera un pastel que todos podemos hornear del mismo modo y con el mismo sazón). El lector de este tipo de textos es un lector que no ha encontrado una motivación de vida, que se encuentra en un momento de crisis (de cualquier índole), que es más cercano a las telenovelas que a las novelas, a los versos forzados de Arjona que al propio José Alfredo, a la televisión que a los diarios. El lector de este tipo de textos, muchas veces no ha sido auxiliado para leer otros libros.

También es cierto que en función de lo anterior hay un menosprecio (o desprecio) casi generalizado de los lectores de literatura hacia los lectores anteriores y sus preferencias lectoras (por muy cantinflesco y redundante que parezca esta última frase, así es). Las sentencias lapidarias de “eso no es literatura” resuenan en la cabeza del incipiente lector. En efecto, eso no lo es. Pero es el material que tenían para leer. El primer contacto placentero con la letra impresa, el primer eco a sus problemas (si leyera poesía, por ejemplo, el eco se multiplicaría).

Los libros de superación personal, no son “para jodidos”. Jodidos estamos todos, pero la manera como enfrentamos a nuestros demonios cambia y está condicionada por nuestras lecturas (del mundo y de textos), por el carácter que nos identifica, por las expectativas que nos planteamos.  Los libros de superación personal son un gran negocio, quien los escribe nos muestra que ganó celebridad, fama y dinero a partir de explotar una breve historia y llenarla de “enseñanzas”, de “mensajes”, de vender cuentas de vidrio para hacer gafas rosas.


Hay adultos que comparten y recomiendan estas lecturas a los niños y adolescentes. ¡Vaya manera de asumir responsabilidades!, ¿no sería más efectivo, creíble y contundente hacerles sentir en carne propia que son valiosos, autónomos y todas las virtudes que les dirá cualquiera de los autores del género abordado? Y aquí volvemos a los propósitos: que el libro (ese extraño objeto al que se le confieren tantas y tan positivas virtudes, tantas, que asusta a los lectores) asuma el papel educativo de los hijos, pero no cualquier libro, no. No es lo mismo leer Los Miserables que El monje que vendió su ferrari. El libro que lean, debe complementar los estereotipos televisivos.

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, septiembre 30 de 2013.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Las bibliotecas públicas y los nuevos ayuntamientos

La semana pasada se dieron los cambios de administración en los municipios zacatecanos. Ello, obviamente, propicia una serie de movimientos en la estructura burocrática, dentro de la cual se encuentran las bibliotecas públicas.

En una época en que los municipios se caracterizan por la falta de recursos económicos, la optimización de labores es crucial para el ahorro. Sin embargo, los presidentes municipales, ajenos en su mayoría al quehacer bibliotecario, ven un nicho para pagar favores y cobrar facturas políticas. En este marco se da la movilidad del personal bibliotecario. Llegan nuevos elementos a atender una responsabilidad poco valorada y dimensionada: la facilitación de la lectura y soportes textuales.

Conferida, histórica y culturalmente, a la escuela, la lectura y formación de lectores ha trascendido sus muros, y conquistado espacios públicos fuera del ámbito educativo. Entre ellos las bibliotecas públicas. Éstas son penínsulas en el continente burocrático, que cada trienio pueden ser lugar de naufragios electorales o botín de bucaneros.

De tal manera que cada tres años hay, al menos cincuenta personas a las que hay que capacitar e el ámbito bibliotecario (organización y funcionamiento de una biblioteca pública, catalogación, servicios bibliotecarios, fomento a la lectura, etc.) y trabajadores con los conocimientos en el rubro pasan a otras labores. Por otro lado está el personal que se queda en la institución, personal que en ocasiones siembra con esmero vicios y prácticas nocivas para el servicio y pasa a segundo término. Es lamentable que ese perfil de servidor público se quede en un trabajo tan noble.

Hace años los ayuntamientos hacían un esfuerzo y enviaban a la Biblioteca Central Estatal “Mauricio Magdaleno” al personal de nuevo ingreso para su formación. Ahí, después de un par de días de teoría, pasaban a la práctica, atendían usuarios y se enfrentaban a las vicisitudes propias del trabajo. Eso se dejó de hacer, arrojando como consecuencia que llegaran a asumir el cargo de coordinadores municipales de bibliotecas lectores de nómina, pero no de libros.

¿Y si se ponderara el trabajo bibliotecario en función de metas y objetivos, en función del servicio y valoración de la comunidad por el servicio? (No, no se trata de una réplica de la mal llamada, y perversa, reforma educativa). La Dirección General de Bibliotecas (dgb) del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (conaculta) podría destinar recursos a otros rubros o capacitaciones de otra naturaleza (desde hace años he expresado la necesidad de una formación humanística para el bibliotecario público, y no una meramente técnica).


Lo anterior es sólo un botón de muestra de lo que falta por hacer en bibliotecas públicas. Creo que es momento de redefinir el rumbo y plantearse propósitos alcanzables. En veinte años de servicio he sido testigo de dos visiones al respecto: la de proyectar la biblioteca como institución fundamental y prioritaria para el desarrollo comunitario. Y la del culto a la personalidad de quien está a la cabeza de la(s) biblioteca(s). El primer caso, implica trabajo. El segundo, exhibe lisonjería.

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, septiembre 23 de 2013.

martes, 29 de octubre de 2013

La poesía en la escuela


Una de las actividades que menos disfruto es ser jurado. Menos aún de oratoria. De otras disciplinas, como narrativa o poesía, me conforta un poco más porque permite observar usos escolares. Me explico: Hace poco tiempo fui invitado como jurado, de un concurso de cuento y poesía, de jóvenes estudiantes de Educación Media Superior. Los trabajos presentados permiten el análisis de lo que representa la poesía y su relación con la lectura, y otros medios de esparcimiento, que consumen los jóvenes preparatorianos.

No hay duda que la escritura que cada individuo realiza está influenciada por sus lecturas. Los primeros ejercicios de creación literaria propia son, la mayoría de las veces, copias al carbón de algún autor favorito. Así que a través de sus trabajos, los jóvenes dejaron ver sus referentes culturales. Algunas creaciones narrativas evidenciaban per sé la presencia televisiva como factor determinante en la conceptualización del mundo y de la vida. Historias casi trágicas con finales felices o adelantados, fieles a los argumentos telenovelescos.

Pero, ¿cómo exigirles a los estudiantes –y a los maestros- que lean cuando no tienen accesibilidad, ni disponibilidad bibliográfica? Hay quienes sí cuentan con los apoyos correspondientes (el Programa Nacional de Lectura y Escritura cumple con esa función en Educación Básica), o al menos existe una biblioteca pública en su localidad, que permita ofrecer una diversidad de estilos textuales que enriquezca el bagaje cultural.

Por otro lado está lo referente a la poesía. Tal y como lo comenté en una colaboración anterior, generalmente la escuela aborda la poesía desde la declamación. De tal manera que “La Suave Patria”, “El Seminarista de los Ojos Negros”, “Por qué me alejé del vicio”, “Sólo tengo diecisiete años” es el universo poético de la gran mayoría de los estudiantes. Es así como, en un afán de repetir estilos, los versos escritos son historias rimadas, a las cuales, si les ponemos ritmo nos arrojarán un rap o un corrido.

La literatura es más. Una historia buena puede ser contada de manera fatal y ser una historia más. Una historia mala puede ser escrita de manera que las palabras acaricien los ojos, los oídos, y será una historia entrañable. Con la poesía sucede igual. Todos, o casi todos, hemos dicho o escuchado decir: “Me muero de amor por ti”, aún en las canciones populares. Fue Sabines quien pensó en decirlo distinto: “No es que muera de amor, muero de ti./Muero de ti, amor, amor de ti,/de urgencia mía de mi piel de ti,/de mi alma de ti y de mi boca/y del insoportable que soy yo sin ti.”

Nuevamente, aunque suene reiterativo, la obra literaria se valorará más en la escuela, cuando el acercamiento a las manifestaciones culturales sea significativo, incluyente y diverso. Cuando se privilegie el sentido estético (¿sentiste algo al escuchar tal melodía, al apreciar tal obra plástica, al leer tal texto?) sobre los aspectos técnicos y teóricos de la misma.

Apostar a la poesía para declamar (individual o coral), es creer que toda la música es el género grupero y exigir que aprecien jazz.

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, 2 de septiembre de 2013.

jueves, 29 de agosto de 2013

¿Una aguja en un pajar?


Eduardo Campech Miranda

Dentro de los nombramientos de la actual administración federal hay dos que celebro y me son esperanzadores: el de Daniel Goldin, al frente de la Biblioteca Vasconcelos y el de Laura Athié, como Directora adjunta de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública. Ambas personas, comprometidas con la lectura, los lectores, los libros y la escritura.

Goldin encabezó el proyecto de la colección “A la orilla del viento”, del Fondo de Cultura Económica, mismo que lanzó a la fama y excelente recepción a textos como La peor señora del mundo, Amadís de Anís, de Francisco Hinojosa, la saga de la trenza de Graciela Montes y, desde luego, esa maravillosa colección de “Los especiales de A la orilla del viento”, donde conocimos a Anthony Brown y obras como El libro de los cerdos, o el simpático chimpancé que es Willy. Después, en editorial Océano impulsó y aumentó la calidad de su catálogo infantil.

Por lo anterior, y sin hacer mención de otros cargos, no es de extrañar que el pasado 30 de abril se haya celebrado el Día del Niño con una verdadera fiesta de la lectura en la biblioteca pública que hoy dirige. Para tal evento convocó a varios mediadores y promotores de lectura del país con una solvente experiencia y una reconocida actitud profesional.

Dicha celebración se entregó como un evento complementario de los servicios bibliotecarios, porque constantemente se están ofertando talleres y diversas actividades, teniendo como resultado el regreso de la población a esa biblioteca pública.

El caso de Laura Athié es similar. Lectora y escritora apasionada, comparte con tino éstos sus placeres. Se ha desempeñado como subcoordinadora nacional de unicef México, asesora en política educativa y cultural del Instituto Politécnico Nacional, asesora y secretaria particular del titular de la Unidad de Planeación de la Secretaría de Educación Pública.

Laura teje historias. De hecho tiene un proyecto el cual encabeza ella misma con el nombre de Tejedora de Historias. Escribir es parte de su estilo de vida, pero escribir desde la vida y la lectura, de la lectura y de la vida. Escribir con sentido y significado. Escribir con ese estilo que invita a otros a hacerlo. También, por ello, tiene sentido el cambio de nombre del antiguo Programa Nacional de Lectura (pnl), por el de Programa Nacional de Lectura y Escritura (pnle).

Los dos casos citados, además de ser avalados por su formación académica, tienen en sus trayectorias una carrera de reconocida vinculación, ya lo he dicho, con los libros, la lectura, la palabra escrita, el lector. No llegan por favores políticos. Saben gestionar y proyectar, tienen claro cuál es el propósito de las instancias en que se desenvuelven (por ejemplo, saben lo que espera el lector porque son lectores), poseen la mirada de lo que se requiere para alcanzar metas y propósitos y cómo debe administrarse el recurso.

Hago alusión a todo esto porque hace un mes, un grupo de trabajadores solicitaron el nombramiento del titular de la institución donde laboran, exigiendo sólo que cumpla con un perfil. Ha pasado un mes y no hay nada. ¿Será que llenar ese requisito es buscar una aguja en un pajar?

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, 24 de junio de 2013.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Casandra, ¿para qué leer y formar lectores?

Eduardo Campech Miranda[i]

Los índices internacionales de lectura, primordialmente los manejados por la unesco o por la ocde, son argumentos que se esgrimen en favor de la implementación de programas que incentiven esta práctica y como arma para denostar al sector magisterial. Las comparaciones -además de odiosas, injustas- con otros países olvidan que la lectura es un acto sociocultural, y por ende, diferenciado entre épocas y naciones.

Todo proyecto gubernamental que vaya dirigido a la formación de lectores y al consumo de libros debe justificar su existencia en el renglón presupuestal. Por ello aprovecharé una pregunta que invariablemente realizan los administradores del erario ante proyectos de esta naturaleza: ¿para qué?, ¿para qué es necesario leer?, ¿para qué se requiere un plan de fomento a la lectura?

La lectura, como he dicho líneas arriba, es una práctica determinada por circunstancias socioculturales. De tal manera que no siempre se ha leído de la misma manera, ni en los mismos soportes. Ahí radica que no acepte una etiqueta de obligatoriedad, ni que sea posible la copia fiel de un proyecto exitoso en una nación. Armando Pretrucci lo tiene claro, y hace alusión al caso japonés, tantas veces citado:

El lector japonés lee abundantemente porque posee un nivel cultural muy elevado y porque considera un deber estar informado y formado por la cultura escrita, en un país en el que el prestigio de la escuela y la universidad están fuera de toda discusión. Los sectores de mayor éxito son los manuales, la literatura de entretenimiento y de información y los tebeos; los precios además son muy bajos. En conjunto se trata de un fenómeno de lectura generalizada de masas, con características de consumo inducido, probablemente único por la naturaleza autoritaria y jerárquica de la sociedad japonesa y por ello no es fácilmente exportable a ningún otro lugar.[1]

Para seguir con el caso nipón, si pensáramos reproducir su modelo de formación de lectores, antes tendríamos que asegurar la solvencia económica de la nación, así como revisar y reestructurar la distribución del ingreso. Sin contar con la disciplina característica del pueblo del sol naciente.

Una nación lectora es una nación preparada: para la creación, para la propuesta, para la crítica, el cuestionamiento, el desarrollo. Pero como la lectura tampoco es un acto abstracto, y toda práctica lectora debe llevar implícito un propósito, leer no nos salva de no ser manipulados. Ahí están Alemania y Japón de Hitler e Hirohito. Sin embargo, un país sin lectura, será un país colonizado infinidad de veces, un país con grandes brechas sociales; el acceso a la lectura sigue siendo un instrumento para ascender en la escala social, sin que esto se automático y sin que el no leer impida mejorar las condiciones de vida; un país lector, será un país más desarrollado en muchos ámbitos. Nuestro México tiene una gran tradición literaria, no así lectora, a diferencia de Europa. Victor Hugo narra en Los Miserables la siguiente escena:

Jean Valjean se había puesto a enseñarles a leer. A veces, sin dejar de hacer deletrear a la niña, pensaba que era con la idea de hacer el mal que había aprendido a leer en presidio. Esta idea, actualmente, se ha convertido en la de enseñar a leer a la niña.[2]

Publicada en 1862 y con una trama que se desarrolla en la primera mitad del siglo xix. Valjean aprendió a leer en prisión. ¿Alguien se imagina que eso mismo sucediera en nuestro país en aquella época? No. Nuestro territorio enfrentaba los proyectos de nación. Había situaciones que exigían mayor prioridad. Aunque en la segunda mitad decimonónica hubo diversos connacionales letrados y preocupados por la instrucción. He aquí uno de los hechos para argumentar que las comparaciones son injustas: la tradición lectora.

Siendo un medio eficaz para difundir el conocimiento y la literatura, existe en nuestro país una inminente asociación entre el libro y la escuela. Por ello se cree que toda lectura debe dejar, forzosamente, una enseñanza o aprendizaje y por ello Emilia Ferreiro (a quien cito de memoria) recuerda que “La lectura es importante en la escuela, porque es importante en la vida y no a la inversa”.
Desde luego un estudiante que lee, tiene mayores posibilidades de obtener, no sólo buenas notas, sino un mejor desempeño académico. No se crea que esta aseveración contradice lo expuesto en el párrafo anterior. La obtención de un conocimiento o aprendizaje, dependerá de que ese sea el propósito de la lectura. Un mismo texto puede ser informativo, formativo o recreativo, de acuerdo al cristal con que se lea: Conocí a un hombre cuya pasión son los autos. Tenía una biblioteca especializada en mecánica automotriz. Cada libro que adquiría y leía con pasión, era una oportunidad, y pretexto, para desarmar y armar el motor de su carro, aun cuando no requiriera ninguna compostura. Este hombre, hacía de un texto utilitario, un texto recreativo. Cada quien hará de su lectura un papalote.

Si hiciéramos una encuesta para saber por qué se lee, o para qué sirve leer, encontraríamos mayoritariamente las siguientes respuestas: “para aprender”, “para viajar”, “para conocer”, “para dialogar”, “por placer”, y cientos de motivos positivos y valorados. Sin embargo, la lectura también es sufrir, enojarse, evadirse. El acto lector es una estrella con múltiples puntas. Un lector, y es uno de las características más encomiables, es una persona con voz propia.

En América Latina, los planes y programas de lectura y formación de lectores comparten tres ejes: la inclusión social, desarrollo humano y fortalecimiento de la identidad. Didier Álvarez Zapata, bibliotecario colombiano, experto en lectura, ve los programas nacionales de lectura como una medida de ciudadanizar al individuo:

“…se percibe la lectura como una práctica vinculada con la promoción de la esfera pública, en tanto que “construye” sujetos ilustrados frente al mundo y su propia realidad personal, individuos capaces de establecer vínculos racionales con el mundo.”[3]

En pro de lo anterior vemos diversas campañas de fomento lector. Algunas ingeniosas y efectivas. Otras francamente son actos políticamente correctos que poco o nada inciden en la formación de lectores. Hay programas e instituciones de lectura que, en función de los apoyos otorgados, denotan más ser una carga, un gasto, que una inversión.

Dicha inversión debe propiciar varios aspectos para la formación de lectores: accesibilidad, disponibilidad, diversidad de acervos. Generar una cultura escrita, con la plena conciencia del poder de la palabra, de nuestra palabra. Pero ante todo, debe fundarse en realidades sociales, no en supuestos. Eso lo saben las capas gobernantes. De lo contrario, ¿por qué en los actos de campañas proselitistas políticas no se distribuyen libros en lugar de despensas, camisas, cubetas? Porque el libro, sigue siendo un objeto ajeno al grueso de la población mexicana.
Ajeno en una doble dirección: por un lado, no es un artículo de primera necesidad. Nadie cree requerir un libro para sobrevivir (pese a la valoración y canonización cultural que tienen éste y la lectura) y nadie ha muerto por no leer (contrario a no comer, por ejemplo). Por otro, ese porcentaje mayoritario de mexicanos, no sabe cómo usar el libro, no sabe leer (dado por la nula práctica lectora que nos caracteriza).

De ahí, creo, la proliferación de citas, información, estereotipos y verdades únicas que pululan en las redes sociales y a través de cadenas Power Point. Textos que circulan una y otra vez, asumidos como verdad, cuando la realidad es distinta. Lo mismo sucede en otros ámbitos. ¿Qué ha pasado con la percepción nacional hacia los comunistas?, ¿cuántos mexicanos han leído (en toda la extensión de la palabra) el Manifiesto del Partido Comunista de Marx? Las opiniones se gestan a partir de los medios masivos de comunicación, es decir, de una visión única.

Aunado a lo anterior, las conversaciones, el sentido estético, la actitud crítica, la racionalidad, el sentir, e incluso el manejo de las emociones, se van homogeneizando. Todo ello tiene una alta influencia televisiva. Tal es el éxito de la programación, que se transmite una, otra y otra vez. Por medio de las televisoras se construye el juicio social (¿recuerdan lo que se dijo cuando asesinaron a Paco Stanley?), se educa emocionalmente (amar es sufrir). Se establecen los umbrales morales (muchas veces con doble fondo): El chavo del 8 es un programa sano, pese a que el bullying tiene gran fuerza en el argumento.

Leer, y leer no sólo de manera textual, propicia la creación de redes neuronales, exige capacidades analíticas, críticas, sintácticas, organizacionales, etc. Todas ellas fundamentales, otra vez, no para la escuela, sino para la vida cotidiana, para enfrentar los problemas diarios, para incrementar nuestro lenguaje, y por ende, mejorar nuestro pensamiento.

El ser o no mejores como individuos no dependerá de la lectura. No le asignemos metas que no están en el acto lector. Esa es decisión personal. La lectura no es la panacea para todos los males sociales, hay carencias y demandas que deben atenderse también (salud, educación, vivienda, empleo), sin embargo, con auxilio y utilización de los libros, las brechas se podrán reducir. Leer amplia la visión del mundo, la percepción de uno mismo y de los demás.

He mencionado que los indicadores internacionales de lectura son un arma para denostar al sistema educativo. El sector magisterial carga sobre sus hombros la responsabilidad de formar lectores. Lectores autónomos. Me parece falso y tramposo, porque de esta misma manera, la escuela debería formar matemáticos o científicos, pero eso no se exige. Como tampoco se demanda una participación más activa de otros actores sociales, llámense medios de comunicación, instituciones políticas, etcétera.

Si a lo anterior sumamos que los docentes de educación básica, mayoritariamente, no son lectores autónomos, la estructura educativa difícilmente va a conseguir los objetivos de formar lectores. Es este el punto al que me refiero, párrafos arriba, a los supuestos.

Resumiendo, respondiendo la pregunta eje de este texto, y citando a Donald H. Grives, es necesario leer para acompañar y extender nuestras experiencias; proveer reservorios de información, distracción y evasión; degustar y ampliar nuestro lenguaje, impulsarnos a actuar.[4]



[1] Pretrucci, Armando: “Leer por leer: el porvenir de la lectura”, en Guglielmo Cavallo y Roger Chartier (dir): Historia de la lectura en el mundo occidental, España, Taurus, 1998, p. 533
[2] Hugo, Victor: Los miserables I, España, Folio, 1999, p. 387.
[3] Álvarez Zapata, Didier: “Una mirada a los estudios de comportamiento lector en América Latina”, México, conaculta, 2002 p. 12. (Lecturas sobre lecturas; 1)
[4] Graves, Donald H.: Estructurar un aula donde se lea y se escriba, Buenos Aires, Aique, 1992, pp. 69-71.




[i] Promotor de lectura y responsable del Departamento de Fomento a la Lectura de la Coordinación Estatal de Bibliotecas Públicas en Zacatecas.

Publicado en la revista La otra L, número 14, mayo de 2013.

viernes, 31 de mayo de 2013

El niño con el piyama de rayas

Todo empezó cuando Bruno, hijo de un comandante nazi, se fue de Berlín a vivir al lado de un campo de concentración. Entonces, como va pasando el tiempo en su nueva casa, Bruno se va aburriendo, olvida cosas de Berlín.

Unos días antes de irse de Berlín, fue a cenar a su casa El Furias, también conocido como Hitler. Porque el padre de Bruno era compañero de éste. Bruno en su nueva casa no tenía amigos, entonces un día fue al alambrado de los nazis y ahí conoció a Smuel, un niño judío. Pasaba el tiempo y Bruno y Smuel se hicieron amigos. Cuando ya había pasado un año, Bruno se atrevió a pasar al otro lado de la alambrada para ayudar a encontrar al padre de Smuel. Bruno y Smuel estuvieron buscando por noventa minutos y no lo encontraron. Cuando Bruno se iba a su casa, empezó una marcha donde quedaron en un cuarto oscuro junto con más judíos asustados.

Y desde ese día no se supo nada de Bruno y Smuel.

La parte verdadera es sobre todo cuando dicen cómo trataban a los judíos, que hacían marchas, los mataban y no les daban de comer.

La parte falsa es, bueno para mi opinión, la vida de Bruno, el personaje y su familia y todo lo que le pasaba.

Me gustó porque te lleva al mundo de antes, de cómo trataban a los judíos y sus vidas.

Eduardo Emiliano Campech Correa (13 años)

BOYNE, John: El niño con el piyama de rayas, España, Salamandra, 2007, 224 p.

jueves, 16 de mayo de 2013

Diez propuestas para iniciarse en la lectura.



Eduardo Campech Miranda
Hace un par de semanas, un supervisor de secundaria me solicitó que le enviara por correo electrónico un listado de diez libros que, a mi juicio, fueran fundamentales para iniciar en el gusto por la lectura. Me parece que en este ámbito no hay un canon infalible. No obstante, complaceré al profesor referido a partir de lo que me ha funcionado. Advirtiendo, desde luego, que es sólo una propuesta de títulos, la cual puede modificarse o ampliarse.

1.     El cartero de Neruda (Ardiente paciencia) de Antonio Skármeta.

 Este título lo considero mi “caballito de batalla”. La trama es sencilla: un joven cartero se enamora de una bella joven, Beatriz González. Como no tiene la menor idea qué hacer para conquistarla, solicita ayuda a su único cliente: Pablo Neruda. Sin embargo, la poesía del Nobel tendrá que hacer frente a los refranes de la madre de Beatriz: Rosa viuda de González. Una lectura más profunda nos permite identificar versos de Neruda y el contexto socioeconómico previo al golpe militar de 1973 en Chile. La obra se oferta con los dos títulos: El cartero de Neruda o Ardiente paciencia, además de existir la versión cinematográfica: Il Postino.

2.     El lector de Bernhard Schilnk.


A este título llegué por azar. Buscando otro título en una librería me llamó la atención El lector. Leía la cuarta de forros y al ver el sello editorial, me convencí de adquirirlo. Una vez iniciada la lectura, me congratulé de tal decisión. El lector es una historia de amor entre un chico de quince años, Michael, y una mujer que le dobla la edad, Hanna. Ella le solicita que le lea en voz alta. De esta manera ella conoce personajes creados por Dickens, Goethe, y otros. Sin embargo, no sólo son clandestinos los encuentros de los amantes, Hanna también tiene un secreto que considera inconfesable. En la segunda parte de la obra se develará éste, Michael se encontrará en una encrucijada. El desenlace es inesperado. También hay la versión cinematográfica: The reader.

3.     Canasta de cuentos mexicanos de B. Traven.


Tal vez por su sencillez, tal vez porque es el primer libro que leí completo (más no voluntariamente), este volumen ha resultado exitoso entre quienes me piden una recomendación para iniciarse en la lectura. La mayoría de los cuentos que nos presenta Traven se desarrollan en ámbitos rurales mexicanos, primordialmente del sureste. En la década del cincuenta, del siglo xx, se llevaron a la pantalla grande algunas de las historias incluidas en esta obra. Algunas de ellas, por ejemplo, “La Tigresa” es una anécdota que encontramos en diversas obras, latitudes y momentos. Traven despoja de la ingenuidad al indígena y con ella arropa al gringo.

4.     Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco.


Claudia Gaete nos develó el misterio de la canción “Las batallas” de Café Tacvba: el libro de José Emilio Pacheco. También llevada al cine, bajo la dirección de Alberto Isaac y con el nombre de Mariana Mariana, la historia se desarrolla en el México de Miguel Alemán, concretamente, en la colonia Roma, del Distrito Federal. Carlos, un niño de ocho años, se enamora de la madre de Jim: Mariana. La confesión de este amor desata un escándalo en la escuela y las familias involucradas. Pacheco nos describe una época donde el México rural intentaba quedar atrás.

5.     Querido Diego te abraza Quiela de Elena Poniatowska.


La mayoría de la gente sólo asocia a Frida Kahlo como la única esposa de Diego Rivera. Pocos saben de la relación que sostuvo el pintor guanajuatense con la rusa Angelina Beloff, Quiela. Poniatowska recupera, organiza y nos presenta la correspondencia que Beloff enviaba, desde París, a un Rivera ausente, sin compromiso, con total desapego. Las cartas develan el amor de la rusa al mexicano, pero también, la concepción del amor que se tenía hace algunos años y en con la cual crecieron muchas generaciones.

6.     Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda.


Dicen que lo que bien se aprende, nunca se olvida. José Antonio Bolívar olvidó que sabía leer, pero no olvidó leer. En medio de la selva amazónica, un día descubre que sabe leer. Entonces, le solicita a un dentista le consiga libros. Éste cumple la encomienda en brazos de una mujer pública. Sepúlveda narra el proceso lector del viejo, pero a la par desarrolla otra historia: una de conciencia ecológica y amor por la naturaleza.

7.     Relatos vertiginosos, antología hecha por Lauro Zavala.


Una de las explicaciones más recurrentes, por no llamarlas excusas, del por qué la gente no lee, es por falta de tiempo. Lauro Zavala antologa una serie de textos breves, cuya extensión de cada uno no pasa de las 400 palabras. En el libro encontramos diversidad de géneros: minicuentos o cuentos ultracortos, micro-relatos o relatos ultracortos y minificciones híbridas. Quien no tenga tiempo de leer una de estas narraciones, exhibe que de lo que carece es de falta de interés, o de educación para la lectura.

8.     16 cuentos latinoamericanos.


Las antologías son un buen gancho para atrapar lectores. En esta edición de varias firmas latinoamericanas encontraremos 16 historias para compartir y para entrañar. En estas páginas encontraremos las voces de: Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Murilo Rubião, René del Risco, Sergio Ramírez, Óscar Cerruto, Francisco Massiani, Iván Egüez, Augusto Monterroso, Antonio Skármeta, Mario Benedetti, Rodrigo Soto, Magali García, José Emilio Pacheco, Senel Paz y Alfredo Bryce Echenique.

9.     ¿Quién como Dios? de Eladia González.


Esta obra, cuyo argumento se desarrolla en San Miguel de Allende, Guanajuato en el siglo xix, tiene es un intertexto de Cyrano de Bergerac. Soledad Ugarte, una mujer que llega al matrimonio con nula información de lo que sucede en las alcobas, va descubriendo poco a poco los vericuetos de su nueva vida. Un texto histórico con humor y romance.

10.Otro recuento de poemas de Jaime Sabines.


La poesía es un género literario menos leído que la narrativa, y más que el teatro. Jaime Sabines tiene, citando a Silvio Rodríguez, “la palabra precisa”. Esta obra, que reúne toda su poesía, nos permite acercarnos a una lírica coloquial, de fácil contacto. Los versos de Sabines, son de una manufactura que el lector piensa: “eso mismo quería decir yo.” Sabines va cantando al amor, al desamor, a la soledad, a su padre, a su madre, a Julito y a Dios.



Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, mayo 6 de 2013.

Del acto de escribir III



Eduardo Campech Miranda
Aquella presentación en el café fue la primera de muchas: en Acción Cultural del issste, en la Biblioteca Pública “Mauricio Magdaleno”, en el Festival Cultural de 1994. Todas bajo el abrigo de Escritores y Artistas Unidos e Independientes. Mi siguiente objetivo era la de publicar en un libro y en un medio de circulación nacional. Hasta ahora, e insisto con ello, mis textos no pasaban por ningún proceso de revisión, mucho menos el del buen juicio que da el tiempo.

Ese mismo año llegó la oportunidad del libro. Además de la ocasión de colaborar en la antología Por las anchas venas de la noche, otra vez, bajo el auspicio de Escritores y Artistas etcétera, etcétera y etcétera. La publicación nacional fue en la revista Tierra Adentro, con más precisión en el número dedicado a los 450 años de la fundación de la ciudad de Zacatecas. Mi vida seguía siendo la misma. Entonces pensaba que o el poeta estaba sobrevalorado y se gestaban muchos estereotipos en torno suyo o que yo era un poeta mediocre. Años después tuve más certeza que lo correcto era la segunda opción.

Estudiaba Economía y a la par de Marx, Althusser, los monetaristas, leía a Sabines, Neruda, Benedetti, los estridentistas. Pero sólo a ellos. Escritores y Artistas preparaba una tercera antología. Una de las características de estas obras, es que cada autor invitaba a quien le elaborara el prólogo. Creyéndome de grandes ligas, sin haber jugado al menos en reservas, acudí con Alain Derbez quien vivía en Zacatecas.

Derbez escribió un texto sencillo pero contundente. Me hizo pensar en la responsabilidad y objetivo de publicar. Llevaba por título una frase fundamental en las publicaciones: “Del acto de escribir para que otros te lean”. El día que me dio el prólogo, en las instalaciones de la Librería Andréa, me invitó a leer más, más poesía, más literatura y si fuera posible en otro idioma. A que mis textos pasaran por un ejercicio de revisión, a acudir a talleres de creación literaria.

Coincidentemente leía por aquel tiempo Cómo acercarse a la poesía de Ethel Krauze. En una de las tantas anécdotas que cuenta en torno a su formación como poetisa, menciona cómo en su juventud le apostaba todo a la inspiración y cómo Alfonso Reyes, creo que fue Reyes, le dijo “Hasta los perros le ladran a la luna”.

Por situaciones que no recuerdo, el libro nunca se publicó –para mi fortuna- porque eso me permitió revisar con un poco más de rigor. Algunos de eso textos, a la postre, fueron publicados por la Universidad Autónoma de Aguascalientes, en su revista Tierra Baldía. Después dejé de publicar poesía. Salvo esporádicas ocasiones comparto lo inspirado. Pero debe pasar por un proceso fuerte de transpiración.

Esa fue la historia que referí a aquel chico, poeta en ciernes y que sólo había leído a Nervo. Lo invité a seguir escribiendo, que lo hiciera, pero que estuviera consiente de la responsabilidad que implica publicar. De lo exigente de la poesía, y de la necesidad de leer para escribir.

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, 29 de abril de 2013.