Eduardo Campech Miranda
Dentro de los nombramientos de la
actual administración federal hay dos que celebro y me son esperanzadores: el
de Daniel Goldin, al frente de la Biblioteca Vasconcelos y el de Laura Athié,
como Directora adjunta de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación
Pública. Ambas personas, comprometidas con la lectura, los lectores, los libros
y la escritura.
Goldin encabezó el proyecto de la
colección “A la orilla del viento”, del Fondo de Cultura Económica, mismo que
lanzó a la fama y excelente recepción a textos como La peor señora del mundo, Amadís
de Anís, de Francisco Hinojosa, la saga de la trenza de Graciela Montes y, desde luego, esa maravillosa
colección de “Los especiales de A la orilla del viento”, donde conocimos a
Anthony Brown y obras como El libro de
los cerdos, o el simpático chimpancé que es Willy. Después, en editorial
Océano impulsó y aumentó la calidad de su catálogo infantil.
Por lo anterior, y sin hacer
mención de otros cargos, no es de extrañar que el pasado 30 de abril se haya
celebrado el Día del Niño con una verdadera fiesta de la lectura en la
biblioteca pública que hoy dirige. Para tal evento convocó a varios mediadores
y promotores de lectura del país con una solvente experiencia y una reconocida
actitud profesional.
Dicha celebración se entregó como
un evento complementario de los servicios bibliotecarios, porque constantemente
se están ofertando talleres y diversas actividades, teniendo como resultado el
regreso de la población a esa biblioteca pública.
El caso de Laura Athié es
similar. Lectora y escritora apasionada, comparte con tino éstos sus placeres.
Se ha desempeñado como subcoordinadora nacional de unicef México, asesora en política educativa y cultural del
Instituto Politécnico Nacional, asesora y secretaria particular del titular de
la Unidad de Planeación de la Secretaría de Educación Pública.
Laura teje historias. De hecho
tiene un proyecto el cual encabeza ella misma con el nombre de Tejedora de
Historias. Escribir es parte de su estilo de vida, pero escribir desde la vida
y la lectura, de la lectura y de la vida. Escribir con sentido y significado.
Escribir con ese estilo que invita a otros a hacerlo. También, por ello, tiene
sentido el cambio de nombre del antiguo Programa Nacional de Lectura (pnl), por el de Programa Nacional de
Lectura y Escritura (pnle).
Los dos casos citados, además de
ser avalados por su formación académica, tienen en sus trayectorias una carrera
de reconocida vinculación, ya lo he dicho, con los libros, la lectura, la
palabra escrita, el lector. No llegan por favores políticos. Saben gestionar y
proyectar, tienen claro cuál es el propósito de las instancias en que se
desenvuelven (por ejemplo, saben lo que espera el lector porque son lectores),
poseen la mirada de lo que se requiere para alcanzar metas y propósitos y cómo
debe administrarse el recurso.
Hago alusión a todo esto porque
hace un mes, un grupo de trabajadores solicitaron el nombramiento del titular
de la institución donde laboran, exigiendo sólo que cumpla con un perfil. Ha
pasado un mes y no hay nada. ¿Será que llenar ese requisito es buscar una aguja
en un pajar?
Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, 24 de junio de 2013.
Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, 24 de junio de 2013.
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