jueves, 10 de julio de 2014

Sol de mi antojo

Eduardo Campech Miranda

Hace trece años, la editorial Plaza & Janes publicó una maravilloso libro: Sol de mi antojo: Antología poética del erotismo gay. La selección y el prólogo estuvieron a cargo de Víctor Manuel Mendiola. El título de la obra surge de un maravilloso, y divertido, soneto de Salvador Novo:

Pienso mi amor, en ti todas las horas
del insomnio tenaz en que me abrazo;
quiero tus ojos, busco tu regazo
y escucho tus palabras seductoras.

Digo tu nombre en sílabas sonoras,
oigo el marcial acento de tu paso,
te abro mi pecho –y el falaz abrazo
humedece en mis ojos las auroras.

Está mi lecho lánguido y sombrío
Porque me faltas tú, sol de mi antojo,
ángel por cuyo beso desvarío.

Miro la vida con mortal enojo;
y todo esto me pasa, dueño mío,
porque hace una semana que no cojo.


Sol de mi antojo devela, por un lado, la vertiente humorosa de Novo que poco o nada se explota en la formación de lectores, y mucho menos en la escuela. El lector experimentado, el aficionado de la poesía seguro no se sentirá sorprendido, e incluso podría considerar que hacen falta más nombres, o que hay autores de más. Pero así son las antologías.

Las distintas maneras de abordar el erotismo gay, las voces diversas, enriquecen y dan colorido al cuerpo del libro: figuras audaces, para su época, de la intimidad lésbica: “y en medio de los muslos enlazados,/dos rosas de capullos inviolados/destilan y confunden sus esencias” (“El beso de Safo”, de Efrén Rebolledo); admiración, anhelo y deseo de la mujer hacia la mujer: “Su monte de Venus…/un inmenso clavel negro./Yo quisiera leer los pechos de Magaly/y encontrar a Dios entre sus piernas.” (“Los pechos de Magaly”, de Silvia Tomasa Rivera); “Estamos juntas./Sé que estamos fundidas en la misma/imagen, voz y caricia.” (“La mirada”, de Reyna Barrera).

También encontramos la urgente necesidad de estar lejos de las miradas indiscretas (nuestra sociedad, tan partidaria de la doble moral, se escandaliza): “Que se cierre esa puerta/que no me deja estar a solas con tus besos.” (“Recinto”, de Carlos Pellicer); la urgencia del otro: “Si cada uno dijera en un momento dado,/en sólo una palabra, lo que piensa/las cinco letras del deseo formarían una enorme cicatriz luminosa,/una constelación más antigua, más viva aún que las otras.” (“Nocturno de Los Ángeles”, de Xavier Villaurrutia); la entrega incondicional: “Cuando sientas que estás en el límite/de los ribetes y orillas de esta vida;/cuando la coreografía de las cortinas/haga saber que se te escapa el aliento;/cuando escriba yo el último cuando…/Ahí estaré, perro feroz y callado felino/-de perfil-,/atento a tu llamado.” (“Cuando el mundo invisible rodee…”, de Uriel Martínez).

Junto con el citado texto de Novo, encontramos otros del mismo autor, y con el mismo sentido del humor:

Nos volvemos a ver. Año tras año
soñé con encontrarte en mi camino,
¡Sol de mis ojos, luz de mi camino!
¿No quisieras, mi bien, tomar un baño?

Nos encontramos uno al otro extraño:
Gordo tú, flaco yo -¡mundo mezquino!-
Y me complace ver -¡oh, desatino!-
que hay cosas que no cambian de tamaño.

Te quiero como antaño te quería:
con pasión, con dolor, con amargura,
cual si este siglo hubiese sido un día.

Quiero corresponder a tu ternura:
Levanta tu barriga, vida mía,
que me voy a quitar la dentadura.

Sol de mi antojo es un texto para iniciar a los jóvenes en la poesía, pero más importante aún, para formar seres humanos incluyentes y tolerantes.


Mendiola, Víctor Manuel (sel. y prol.): Sol de mi antojo. Antología poética de erotismo gay, México, Plaza & Janés, 2001, 257 p.

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, mayo 19 de 2014.

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