martes, 11 de enero de 2011

10 novelas ejemplares

Juan Carlos Planells es un prolífico escritor —no sólo de ciencia-ficción— y uno de los auténticos conocedores de nuestro género. En este artículo propone libros de ciencia-ficción como modelos en cada uno de sus temas.
 
 
Introducción 
Ésta no es una lista de las 10 Mejores Novelas de Ciencia Ficción: hay ya suficientes (demasiadas) listas de 'Las mejores...' y cada día sale una distinta, por no mencionar que el lector se enfurruña porque está fulano pero no mengano, y qué hace esa novela aquí y aquella otra no. Son juegos que ya cansan, así que, a petición del editor de Cuásar, he confeccionado con la libertad que me ha otorgado una lista de diez novelas que me parecen ejemplares o modélicas por las razones que en cada una de ellas de exponen. Mentiría si dijera que se han quedado una o dos por el camino para poder reducirme a diez: no. Son diez, buscadas con cuidado y respondiendo a motivaciones concretas, y en mi opinión no hay más, al menos basándome en los argumentos que me baso para cada una de ellas. Aparecen en orden alfabético de autor, y muchas de ellas no son excesivamente populares, pero no era ése el fin de esta lista tan discutible, naturalmente, como cualquier lista de '10....'.

Tau Cero de Poul Anderson (1970)  
La ciencia ficción ‘dura’, o preferentemente científica, para ser más definitorios, no goza de simpatías entre muchos lectores, a la par que sus fans suelen mirar por encima del hombro a las restantes vertientes del género. Ciertamente, éste es un subgénero árido y en ocasiones difícil de leer. Por eso Tau Cero resulta no sólo la mejor novela de un habitual cultivador de la ciencia ficción dura, bastante irregular y muy prolífico, sino también un modelo a seguir de cómo ofrecer especulación científica realmente atrayente partiendo, curiosamente, de un argumento mínimo y alcanzando cotas casi filosóficas. Incluso el lector menos interesado en la ficción científica más ortodoxa se sentirá cautivado por esta muestra de narración e inventiva ejemplar.

El señor de la rueda de Gabriel Bermúdez Castillo (1978) 
Lo mejor que ha dado la literatura española a las letras universales es la novela picaresca, cultivada desde el Siglo de Oro y que ha venido reapareciendo, a veces metamorfoseada, a veces como fondo, en algunos de los grandes de las letras españolas: algo hay de picaresco en obras de Galdós, por ejemplo, y qué es el esperpento de Valle Inclán sino la picaresca mezclada al absurdo, transformada así en un nuevo género. Y, por extraño que parezca, la picaresca se ha mantenido en la ciencia-ficción española moderna gracias únicamente a Gabriel Bermúdez Castillo, cuyoEl señor de la rueda recoge el testigo y aprovecha para la ciencia-ficción más novedosa lo mejor del lenguaje de la picaresca, manteniendo bien alto el estandarte.

Ubik de Philip K. Dick (1969)
Es probablemente la novela que más ha influido en la ciencia-ficción moderna (o posmoderna), así como en nuevos o incipientes autores de varios países y continentes del mundo. En ese sentido, es una novela ejemplar que ha logrado ella sola lo que otros autores no han logrado en una carrera entera. Rompe toda realidad y lógica, destroza todo intento de hallar sentido a lo expuesto en la acción y sumerge al lector en una lectura casi frenética para hallar sentido a los acontecimientos. Fantasía surreal o ciencia-ficción inverosímil, marca un antes y un después del género en su vertiente literaria.

Campo de concentración de Thomas M. Disch (1968)
Es el mejor ejemplo de novela política que se me ocurre, tras buscar entre otras varias. Suele ser una vertiente difícil del género, sujeta a ideologías cambiantes, a los azares de la política y las naciones, imprevisibles siempre. Pero resulta que, a la postre, lo que hace ejemplar a esta novela por encima de tantas otras —algunas muy famosas— es que las víctimas de ese campo de concentración imaginado por el autor sean los intelectuales, o, dicho de otra manera, los que representan la libertad de expresión, algo que a inicios del siglo XXI está más en peligro que nunca, quién nos lo iba a decir.

Tiempo para amar de Robert A. Heinlein (1973)
Una lista de ciencia-ficción sin algo de Heinlein me parecería una lista coja. Argumento discutible, lo reconozco. Pero es que además, Tiempo para amar me parece una novela ejemplar y admirable. Puede que no sea la mejor de su autor ni la más famosa, pero es una hermosa manera de coronar —casi— una carrera irrepetible en la ciencia-ficción. Es además una mirada al pasado del género y a cómo lo inició el propio Heinlein, una historia de amor bastante inesperada, un conjunto de narraciones deslavazado que en ello tienen su mayor baza. Hay nostalgia y a la vez vigor en ella. Es, en muchos aspectos, una novela ejemplar que merece ser disfrutada como un pequeño tesoro.

Maske: Taeria de Jack Vance (1976)
La ciencia-ficción es ante todo sentido de la maravilla, aventura e imaginación, algo de lo que Jack Vance ha dado pruebas probablemente mucho mejor que ningún otro autor. Maske: Taeriano será su mejor novela, sin duda, pero es una muestra ejemplar de su estilo, de su imaginación y de su manera de llenar de exotismo y descripciones insólitas sus páginas. Muchos le imitan hoy día, y muchos de sus imitadores son incapaces de ofrecer nada que supere esta modesta novelita.

Kalki de Gore Vidal (1978)
Mesías y profetas es un tema caro a la ciencia-ficción, derivado en buena parte de los mesías y profetas que inundan nuestro propio mundo, para salvarlo de no se sabe qué. Gore Vidal, buen retratista de la estupidez americana, ha dedicado al tema un par de obras al menos. Kalki es una de ellas, ejemplar en su retrato de esa clase de mesías (que siguen apareciendo incansables) y de las nuevas religiones de que son ellos predicadores y aprovechados.

El libro del juicio final de Connie Willis (1992)
Aparte de brillante novelista, Connie Willis ha demostrado ser la única escritora de ciencia-ficción moderna con capacidad de atraer a lectores no interesados en el género, sin tener que renunciar a escribir ciencia-ficción. Sus novelas tienen claridad expositiva, ideas expresadas sin remilgos, con franqueza, un uso de la libertad de expresión molesta para según qué mentes, aunado todo ello con romanticismo y sobriedad cuando conviene. Es una autora ejemplar frente a tanto autor pretencioso y atormentado que no aporta nada. Ésta es una de sus mejores muestras en el género y explica el porqué aparece en esta lista.

 






El fin del sueño de Philip Wylie (1972)
Que la humanidad se merece un buen palo por su inconsciencia, egoísmo, falta de escrúpulos, ambición y otros pecados más graves, está fuera de duda. De ahí que el género catastrofista haya sido tan practicado por los escritores de ciencia-ficción (y por otros también). Entre las muchas muestras del género la más ejemplar me parece El fin del sueño, de un autor más bien modesto y poco conocido, en donde se reúnen todas las tragedias y catástrofes a la vez, todos los apocalipsis. Habrá novelas mejores que ésta en su género, pero me parece la más ejemplar por cuanto llega más lejos que ninguna otra y porque la estupidez humana se merece todo eso y más.

Jacintos de Chelsea Quinn Yarbro (1983)
Probablemente los sueños sea lo que haga más libre al ser humano: podemos soñar maravillas o maldiciones, y a veces a ser felices en ellos, porque todo nace de nuestro interior. Sin embargo, es un tema que no ha sido apenas tocado por autor alguno, con excepciones algo parciales en cuanto a uso del sueño (Zelazny, Priest...). Por eso, la novela de Chelsea Quinn Yarbro es ejemplar porque toca directamente el tema de lo más íntimo del ser humano: sus sueños y lo que ocurriría si se pudieran manipular y perdiésemos incluso eso en un futuro donde no haya nada más. Es un buen ejemplo de que la ciencia-ficción debe experimentar sobre todo lo humano, algo que la narrativa general no puede hacer.

 
© 2006 Juan Carlos Planells
 
 
 

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