Eduardo Campech Miranda
En mi faceta de
capacitador, una de las demandas más constantes por parte del sector
magisterial es el de “estrategias para la comprensión lectora”. Son esas
ocasiones las que aprovecho para hacerles reflexionar que la comprensión
lectora es un proceso de constante construcción, y tal vez, inacabado. El año
en que recibió el Premio Nobel de Literatura, y cuando era asediado por la
prensa, en alguna entrevista, Mario Vargas Llosa declaraba que no sabía leer.
Más de un
apologista de la lectura, esos que hablan maravillas del libro, el lector y el
encuentro de ambos, pero que (por la manera de expresarse) exhiben que leen
poco o nada, se alarmaron y vieron un nicho mercadotécnico para desarrollar sus
hipótesis. Recuerdo en particular uno, el cual quería llevar a rango
constitucional la lectura obligatoria. Cuando le referí que muchos funcionarios
de la cúpula política no sabían leer, con una entonación sapiente y lapidaria,
refirió al Nobel peruano.
Invitar a la
población a leer y que, como prueba de la realización de la lectura y –erróneamente-
como mecanismo de comprensión- se les solicite que nos narren la historia (con
la famosa pregunta: “¿de qué trata la historia?”), está bien, siempre y cuando
sea sólo una práctica inicial. Es decir, se requiere enseñarle al incipiente
lector que el texto expone más ideas que no están explícitas, pero que se
encuentran en él. En concreto, habrá que ilustrar en torno a la realización de
inferencias.
Éstas hacen posible
la relación entre el texto, la historia de vida y los conocimientos previos.
Durante muchos años se creyó que la única actividad del lector en la lectura la
mera decodificación. Paradójicamente el sujeto era objeto del objeto. Hoy las
teorías nos develan que no es así. El lector otorga sentido al texto. Sentido
que se construye día a día. Regularmente ejemplifico con el siguiente caso: es
común que nos aprendamos de memoria una canción en particular, incluso si no es
de nuestro agrado. La tarareamos inconscientemente, la traemos en la cabeza
constantemente. Pero algo acontece en nuestras vidas, que de pronto de esa
canción que nos sabemos de memoria, brinca una frase y toda la letra toma
sentido. En este caso, la experiencia de vida posibilitó la comprensión. Hay
otros casos donde este logro se da por medio de los conocimientos.
Si usted realiza
actividades de mediación de la lectura, propicie estas reflexiones en los
lectores. Pregunte, como me dijo un maestro que les dice a sus alumnos, ¿qué
cosas están en el texto que no están?”. Esfuércese usted como lector, para que
los lectores que están a su cargo se esfuercen. La lectura es un placer
intelectual, y hay que crear las condiciones para gozarlo.
Carlos Carsolio no
escaló las cimas que ha conquistado de un día a otro, como ocurrencia. Hubo una
preparación previa, un entrenamiento, una educación. Procesos que muchas veces
no se dan en nuestro sistema educativo. Busque inferencias y permita(se) que el
acto lector sea un sumergimiento a ideas que están más profundas que el texto.
Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, marzo 11 de 2013
Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, marzo 11 de 2013
Estimado Lalo: Las inferencias surgen a partir de los conocimientos y experiencias previas que forman una estructura en nuestro intelecto. A partír de de esos conocimientos previos lo primero que detona - cuando estamos inmersos en la lectura - son las analogías con aquellos referentes previos. En la gramática, la analogía ocupa un papel muy importante junto con la prosodia, la ortografía y la sintaxis. Colocar analogías al alcance de los lectores para que con los referentes que ya tiene les pueda encontrar sentido y a partir de ahí construya y estructure nuevos niveles de aprendizaje. Cuando los referentes previos para una lectura en particular no existen es especialmente difícil encontrarle significancia a los contenidos. De ahí la importacia de saber elegir los niveles adecuados para cada lector en específico...
ResponderEliminarEres para esto de las letras un virtuoso mi estimadísimo "Ed" y un profesional en tu trabajo. Sabes tanto de tantos libros y te das tiempo de estar al tanto de lo tanto que te pudieran aprender, que algún día te deberemos tanto y no sabemos que tanto ó cuánto legado dejarás.
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