martes, 7 de mayo de 2013

La comprensión lectora y las inferencias



Eduardo Campech Miranda

En mi faceta de capacitador, una de las demandas más constantes por parte del sector magisterial es el de “estrategias para la comprensión lectora”. Son esas ocasiones las que aprovecho para hacerles reflexionar que la comprensión lectora es un proceso de constante construcción, y tal vez, inacabado. El año en que recibió el Premio Nobel de Literatura, y cuando era asediado por la prensa, en alguna entrevista, Mario Vargas Llosa declaraba que no sabía leer.

Más de un apologista de la lectura, esos que hablan maravillas del libro, el lector y el encuentro de ambos, pero que (por la manera de expresarse) exhiben que leen poco o nada, se alarmaron y vieron un nicho mercadotécnico para desarrollar sus hipótesis. Recuerdo en particular uno, el cual quería llevar a rango constitucional la lectura obligatoria. Cuando le referí que muchos funcionarios de la cúpula política no sabían leer, con una entonación sapiente y lapidaria, refirió al Nobel peruano.

Invitar a la población a leer y que, como prueba de la realización de la lectura y –erróneamente- como mecanismo de comprensión- se les solicite que nos narren la historia (con la famosa pregunta: “¿de qué trata la historia?”), está bien, siempre y cuando sea sólo una práctica inicial. Es decir, se requiere enseñarle al incipiente lector que el texto expone más ideas que no están explícitas, pero que se encuentran en él. En concreto, habrá que ilustrar en torno a la realización de inferencias.

Éstas hacen posible la relación entre el texto, la historia de vida y los conocimientos previos. Durante muchos años se creyó que la única actividad del lector en la lectura la mera decodificación. Paradójicamente el sujeto era objeto del objeto. Hoy las teorías nos develan que no es así. El lector otorga sentido al texto. Sentido que se construye día a día. Regularmente ejemplifico con el siguiente caso: es común que nos aprendamos de memoria una canción en particular, incluso si no es de nuestro agrado. La tarareamos inconscientemente, la traemos en la cabeza constantemente. Pero algo acontece en nuestras vidas, que de pronto de esa canción que nos sabemos de memoria, brinca una frase y toda la letra toma sentido. En este caso, la experiencia de vida posibilitó la comprensión. Hay otros casos donde este logro se da por medio de los conocimientos.

Si usted realiza actividades de mediación de la lectura, propicie estas reflexiones en los lectores. Pregunte, como me dijo un maestro que les dice a sus alumnos, ¿qué cosas están en el texto que no están?”. Esfuércese usted como lector, para que los lectores que están a su cargo se esfuercen. La lectura es un placer intelectual, y hay que crear las condiciones para gozarlo.

Carlos Carsolio no escaló las cimas que ha conquistado de un día a otro, como ocurrencia. Hubo una preparación previa, un entrenamiento, una educación. Procesos que muchas veces no se dan en nuestro sistema educativo. Busque inferencias y permita(se) que el acto lector sea un sumergimiento a ideas que están más profundas que el texto.

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, marzo 11 de 2013
 

2 comentarios:

  1. Estimado Lalo: Las inferencias surgen a partir de los conocimientos y experiencias previas que forman una estructura en nuestro intelecto. A partír de de esos conocimientos previos lo primero que detona - cuando estamos inmersos en la lectura - son las analogías con aquellos referentes previos. En la gramática, la analogía ocupa un papel muy importante junto con la prosodia, la ortografía y la sintaxis. Colocar analogías al alcance de los lectores para que con los referentes que ya tiene les pueda encontrar sentido y a partir de ahí construya y estructure nuevos niveles de aprendizaje. Cuando los referentes previos para una lectura en particular no existen es especialmente difícil encontrarle significancia a los contenidos. De ahí la importacia de saber elegir los niveles adecuados para cada lector en específico...

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  2. Eres para esto de las letras un virtuoso mi estimadísimo "Ed" y un profesional en tu trabajo. Sabes tanto de tantos libros y te das tiempo de estar al tanto de lo tanto que te pudieran aprender, que algún día te deberemos tanto y no sabemos que tanto ó cuánto legado dejarás.

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