Estoy por concluir el maravilloso libro Historia de la lectura en el mundo occidental, dirigido por Roger Chartier y Guglielmo Cavallo. En el penúltimo ensayo, “Los nuevos lectores del siglo xx” de Martyn Lyons. Entre otras cosas muy interesantes, como la incorporación de más mujeres y niños a las prácticas de lectura, el autor hace una exposición de aquellos textos considerados poco valiosos o serios, pero de gran consumo. Trasladé esa situación a nuestro tiempo, encontrándome con similitudes y coincidencias dignas de aprovecharse. Además de dos encuentros que guardan una estrecha vinculación con lo que quiero exponer.
En alguna ocasión escuché a alguien decir que las historietas mexicanas no estaban siendo valoradas en su justa dimensión, ni en su aportación a los incipientes lectores. Por el contrario, son objeto de descalificación y minimización. Títulos como Lágrimas y risas, El libro vaquero, El libro semanal, El libro sentimental, El libro rojo, Memín Pinguín, Archie, Capulinita, La familia Burrón. A este material podemos agregar revistas del tipo de Contenido y Selecciones, las obras de Marcial Lafuente Estefanía y Corín Tellado. Todas ellas constituyen los acervos de una importante generación de mexicanos, en una época donde la circulación del libro era más complicada y costosa.
Entonces yo cursaba el primer semestre del Colegio de Bachilleres, la maestra Isabel Oliva, junto con el profesor Efraín Gutiérrez de la Isla, habían invitado a Bertha Michel para que nos leyera sus poemas y nos hablara de la lectura. Así lo hizo. Refirió que sus inicios en la lectura fueron las revistas Selecciones del Reader Digest. De ahí realizó un salto hacia la literatura. Quizá ella no recuerda la anécdota que acabo de mencionar. Pasaron los años y hace un par, nos volvimos a encontrar, ahora colaborando ambos desde nuestras instituciones en un proyecto de animación cultural (Gira Pirinola, iniciativa de la licenciada Luisa Hernández). Esta semana, tuvimos una entrevista más, con la finalidad de realizar otro proyecto interinstitucional. Acompañada de Miguel García, ambos hablaron de sus lecturas, de su fascinación por la ciencia ficción y la literatura fantástica.
Al día siguiente, conversé con la señora Sandra Jiménez Loera. Madre de tres hijas lectoras. Le pregunté ¿cómo le hizo para que sus hijas leyeran? La respuesta fue sencilla: les leía por las noches antes de dormir, además de que en su casa siempre hubo una disciplina férrea. Y una buena dotación de los textos mencionados arriba. Ahí también hubo un tránsito gozoso hacia la literatura. En ambos casos, y en el estudio de Lyons, la literatura barata, de poca calidad, publicaciones desdeñadas académicamente, cumplieron una función trascendental en la formación de lectores: el ejercicio de la lectura como práctica cotidiana.
Hice un ejercicio de memoria, un viaje a mi infancia. Me encontré leyendo a escondidas El libro semanal, el sentimental era apto, quizá por ser tan lacrimoso y con mujeres menos sugestivas. Y desde luego, Capulinita, La familia Burrón, Memín Pinguín. Ahora estoy convencido que también esas lecturas me llevaron a la literatura.
Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas
sin lugar a duda, la lectura es un complemento del ser humano,no podemos decir que nos hemos deslindado de ella cuando mas inmersos estamos, antes y ahora las historietas, los cuentos etc. son iniciativa de una buena lectura, hoy lo podemos buscar a traves de los tablets, o las paginas web, o cualquier herramienta.
ResponderEliminary nuestra labor es seguir incitando a nuestros hijuos para que lean, en cualqueir que sea su situaciuon o contexto
no podemos decir que no estamos inmersos en la lectura cuando la vivimos a diario, los tiempos han cambiado sin lugar a duda, los jovenes y niños ahora usan las redes sociales,y cualquier herramienta como: celulares, tablets o computadoras.
ResponderEliminarnuestro trabajo como padres de familia y aun mas como educadores es seguir fomentando la buena lectura, a trabes de una buena historieta, o un un cuento.
Desde luego, los modos y los soportes de lectura también han evolucionado. Quizá como especie, tenemos una determinada resistencia al cambio. Recordemos la postura de Sócrates frente a la escritura. Saludos.
ResponderEliminarHay que comprender el contexto de los jóvenes para entrar en su mundo y fomentar la lectura, que el espacio ocupado por la literatura sea cada vez mayor para que sea menos el ocupado por ideas nocivas. Fomentemos la comunicación con ellos, solo asi podremos descubrir sus intereses y poder sugerir la lectura creativa y constructiva.
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