lunes, 7 de abril de 2014

Organizar la biblioteca de aula

Organizar implica una serie de procesos mentales y operativos que van desde la clasificación, la agrupación, el buscar elementos comunes, ya sea en la letra inicial del título, de la portada, del grosor y tamaño de la obra, es decir, de todos aquellos paratextos que acompañan al libro. Organizar algo que no se conoce resulta difícil, es por ello que planteamos primero echar un vistazo al acervo de biblioteca de aula.

Exploración libre

Una actividad fundamental en la organización de la biblioteca de aula será la Exploración Libre. Piense usted en su actuar cuando acude al mercado. La posibilidad de manipular, palpar y seleccionar el producto (fruta, verdura, legumbres, etc.), brinda la seguridad de realizar una buena elección. Siguiendo con la analogía, recuerde su estancia en un puesto de revistas y periódicos: toma la publicación que más llame la atención, la hojea (y ojea), si no hay algo que le interese coge otra, hasta que salta una palabra, una imagen que atrape su atención.
Eso mismo sucede durante la Exploración Libre. Hay una conexión fuera de condicionamientos donde el lector está en posibilidades de elegir, y ante la oportunidad de descubrir ventanas y puentes hacia los libros. Hay que considerar que esta actividad tiene como propósito familiarizar a los chicos con el acervo.
Modalidad “Feria del Libro”
Divida al grupo en cuatro equipos. Dos se dedicarán a ser “libreros”, y dos a ser “lectores”. Si los chicos no conocen, ni tienen noción de lo que es una feria del libro, este ejercicio les brindará la experiencia.
Los lectores buscarán libros en general (¿tiene libros de animales?, ¿algún libro para aprender los colores?, etc.); títulos en específico (¿tiene el libro Rafa el niño invisible?), o por autor.
A través de esta simulación, los alumnos explorarán el acervo, intentarán vender, convencer al lector, el cuál intentará que su necesidad y curiosidad queden satisfechas.
Modalidad “Libre”
Exponga los libros en una mesa. Deje que los chicos, por turnos o al mismo tiempo, acudan a ellos, los manipulen, los exploren, los (h)ojen. La consigna final será que elijan el libro que más les llamó la atención. Al final, en una plenaria, expresaran los motivos de su elección.
Bajo esta modalidad, se incentiva la expresión oral frente al grupo, se comparten los argumentos y permite identificar intereses de los niños. Esto último será importante toda vez que permitirá al docente contar con una “radiografía” de temas afines a su grupo, lo cual redundará en una mejor selección de títulos al momento de hacer actividades de promoción y mediación de la lectura.

Criterios de clasificación y organización de la biblioteca escolar

Por cuestiones de convencionalismos y espacio, las bibliotecas exhiben, primordialmente, el lomo de sus libros. Elemento sin duda importante, pero que aporta poca información al lector. Si pensamos en acercar a los alumnos a la palabra escrita, lo ideal será que ellos sean quienes definan cuál será el criterio que imperará.
De manera somera, podemos decir que hay dos tipos de clasificaciones: las convencionales y las no convencionales. Entenderemos las primeras como aquellas donde saltan a la vista características de los integrantes de un grupo. Por ejemplo: en su salón de clases no es necesario clasificar a los alumnos en hombres y mujeres para determinar a cuál género pertenece tal o cual estudiante.
En cambio, las clasificaciones no convencionales permiten identificar características no visibles en primera instancia. Si a su mismo grupo de alumnos les solicita que se agrupen entre quienes les guste la cebolla y a quienes no, tendremos un ejemplo de ello.
Las bibliotecas públicas, las bibliotecas universitarias tienen su propio sistema de clasificación. Las bibliotecas escolares también. En la página legal encontramos una reproducción de una ficha bibliográfica que integra, entre otros datos, la signatura topográfica (clasificación) del Sistema Decimal Dewey.
Dicho sistema, que es el mismo que utilizan las bibliotecas públicas de la Red Nacional de Bibliotecas del CONACULTA, divide el conocimiento humano en diez grandes áreas. De tal manera, que el criterio de clasificación es temático, la misma naturaleza y lógica de esta clasificación la hace muy operativa para la administración bibliográfica, pero no para la formación de lectores.
Por ello, dar la oportunidad que cada quince días, cada mes como máximo, un grupo de alumnos ordenen los libros como mejor les parezca, será una actividad fundamental en el descubrimiento del libro y la lectura.
Se recomienda que los criterios sean no convencionales. Tal vez en los primeros ejercicios se organice por grosor, color, tamaño, temática (derivada a partir de la portada o título), tamaño de letra, sin embargo, lo recomendable es que los chicos se arriesguen y se animen a inventar otras clasificaciones: libros que quiero leer con mi madre (o padre); libros que me gustaría tener en casa; libros que no me gustan; libros que me parecen feos, etc. Al final del acomodo, el grupo intentará identificar cuál fue el criterio de organización, por último, los participantes explicarán cómo y por qué se decidieron por ese criterio.
Si esta actividad se realiza periódicamente, los niños podrán ponderar la importancia de mantener organizada su biblioteca, de conocer los títulos que la componen y descubrir lo que los libros tienen para ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario