lunes, 7 de abril de 2014

La comprensión: un rompecabezas al que siempre se le agregan piezas.

Eduardo Campech Miranda

Cuando imparto algún taller de comprensión lectora casi siempre abordo el tema de la red de significados, cómo se construye, se entreteje, cómo se afinan los tejidos. Si hay alguien que me ha enseñado a descubrir y a intuir muchas de las situaciones de lectura, es mi hijo. Él, como conejillo de indias permanente, a través de conversaciones y de su paso por la educación básica, propicia en mí la reflexión. La semana pasada me corroboró la mencionada red, y aportó nuevos elementos para el análisis de la comprensión lectora.

Me explico. Leer, de alguna manera, es un diálogo, una conversación con otra persona. Es, por decirlo de algún modo, escucharla sin importar espacio ni tiempo. Alberto Manguel, en el apartado “La última página” de su maravilloso libro Una historia de la lectura, plantea que constantemente leemos. Lee el arquitecto la estructura que levanta, lee el amante el cuerpo de la amada, lee el astrólogo la posición estelar. Así, podemos derivar que cuando escuchamos una canción estamos leyendo.

Emiliano, mi hijo de catorce años, hacía su tarea de matemáticas con unos audífonos puestos. Yo volvía en sí después de una pequeña siesta y lo primero que me dijo fue: “¡Qué bonita canción!”. Pregunté a qué se refería y respondió que a “Cita con los ángeles de Silvio Rodríguez”. Una letra con metáforas e intertextualidades que no resulta del todo sencilla.

En un afán de no estropear su goce estético, evite indagar si había comprendido la letra. Pensaba hacerlo días después. No fue necesario porque al día siguiente él solo abordó el tema:
-Me he dado cuenta que cuando relaciono imágenes con algo, entiendo mejor.
-¿Cómo es eso?
-Sí, mira. Tengo la canción de “Cita con los ángeles en la computadora” y sólo entendía algunas cosas, como que habla de John Lennon e Hiroshima. Pero otras no. Entonces busqué en Youtube el video con imágenes y vi más cosas. Que hablaba de algo en Cuba, y en España. En Cuba alguien iba a caballo, pero no sé quién es. En España mataron a Federico, pero no sé cuál. De la bomba atómica dice que “y el ave negra abre la boca cuando atraviesan Hiroshima.
-¿Sabes qué quiere decir eso?
-Sí, que el avión pasó y tiró las bombas.
-Eso es una metáfora.

Seguimos camino a casa y llegando me mostró el video aludido. Aproveché para tratar de rescatar sus conocimientos previos. Le recordé sus clases de Historia: el Oscurantismo, la Edad Media, la Revolución Industrial, la Revolución Francesa, la Independencia de Estados Unidos. Le referí a conversaciones de mayores donde él estuvo presente: la tertulia donde se habló de José Martí y “La niña de Guatemala”; los talleres a los que me acompañó y se leyó El cartero de Neruda; el andamiaje realizado con “Las nanas de la cebolla” de Miguel Hernández.

Rescaté lo que ha presenciado: la película La lengua de las mariposas, el espectáculo Lamento y quejío. De éste último le dije que de los textos leídos, muchos eran de Federico García Lorca. Le pedí que relacionara canciones que escucha: “Violetas para Violeta” (con Joaquín Sabina); “Santiago de Chile” (con Los Bunkers). Finalmente, le referí un libro que leyó hace poco: El mundo de Sofía.


No expliqué mucho. Todo lo anterior fue a través de preguntas. La conclusión, a mi juicio, fue fantástica: cómo tuvimos que relacionar lo que escuchamos, vemos, conocemos, con lo que leemos. 

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, 17 de febrero de 2014.

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