miércoles, 20 de julio de 2011

Larga vida a la Mauricio (y mejor presupuesto)


 
Eduardo Campech Miranda[i]

Cuando en 1989 llegué a Zacatecas, uno de los primeros edificios que visité fue la Biblioteca Pública Central Estatal “Mauricio Magdaleno”. La impresión que me llevé no fue la mejor. Impregnado, no, impregnado no. Empapado con esa insoportable visión “chilangocéntrica”, el acervo, la Sala General, me parecieron raquíticos. Y es que en el Distrito Federal yo sólo conocía la Biblioteca de México, ubicada en la Ciudadela. La comparación, además de pedante, era sumamente desventajosa.

Decía que una tarde de invierno de 1989 acudí a dicha biblioteca. Un compañero del cobaez y amigo de toda la vida, José Luis del Río, me había hablado y leído un fragmento de Chin Chin el teporocho de Armando Ramírez. Por aquel tiempo iniciaba mi recorrido por la lectura, apenas tenía en mi haber dos libros concluidos por decisión propia: Cien años de soledad de Gabriel García Márquez y Canasta de Cuentos Mexicanos de B. Traven.

Mi ignorancia me impedía saber quién era ese tal Mauricio Magdaleno, merecedor de que la biblioteca pública más importante de la entidad llevara su nombre. El tiempo haría su trabajo y en un par de meses la perspectiva sobre la biblioteca había cambiado y ya tenía el referente de Magdaleno.

Además de ir a hacer las tareas escolares, la biblioteca ofrecía una actividad a la cual llegamos, un grupo de amigos y servidor, por accidente: la tertulia. Todas las tardes del martes y jueves se reunían un grupo de personas, leían algún capítulo de una novela, un cuento, algo que ellos mismos llevaban y lo comentaban. La charla era acompañada por café y galletas que ofrecía la biblioteca.

Sería tal vez un día de 1990 cuando en Sala General se me ocurrió que sería muy atractivo trabajar de bibliotecario. Un año después, el sueño se cumplía. Laboralmente, aún alcancé la época de bonanza de la institución. Después algo pasó. La biblioteca sufría recortes presupuestales dramáticos, y eso que sólo se perciben a pesos nominales y no pesos base.

La Biblioteca Pública Central Estatal “Mauricio Magdaleno” veía cómo su presupuesto se iba a pique, producto de una decisión equivocada. Años después, a alguien se le ocurrió que como era complicado atender las demandas de bibliotecas en las colonias de la capital zacatecana, una solución era dividir la Biblioteca Central en cuatro o más bibliotecas municipales. El resultado de esa propuesta fue el desalojo de la sede de la biblioteca y la construcción del nuevo edificio (obviamente con una partida presupuestal raquítica para mantenimiento del mismo).

Ahora, la “Mauricio Magdaleno” cumple un cuarto de siglo. Y sigue, a pesar de todo, en pie. Y aquellos quienes le redujeron los recursos también siguen en el gabinete. Y aquellos que quisieron dividirla, también siguen en el poder. Por ello no es extraño que bajo el argumento de la modernidad, el ahorro, la generación de empleos, la atracción de inversiones y la austerirdad, se cierren museos, se quieran abrir lugares de comida rápida en el centro histórico y se vea a las bibliotecas como una carga onerosa y no como una inversión.


[i] Personal bibliotecario de la B. P. C. E. “Mauricio Magdaleno”.

Publicado en "La gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, 18 de julio de 2011.

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