viernes, 3 de agosto de 2012

¿Por qué es necesario un Plan Estatal de Lectura?



Eduardo Campech Miranda

Hace un par de semanas, realizando las actividades del Programa “Miércoles de Lectura”, en la Alameda Francisco García Salinas, de la capital zacatecana, llamó mi atención que un ciudadano, identificado como trabajador de la Presidencia Municipal, se acercara a pedirnos información en torno a la actividad, además de solicitar el permiso para desarrollar la misma.

Cabe asentar que el equipo con que se realiza la actividad, además de los recursos humanos, está conformado por un par de mesas infantiles, seis sillas, un carrito portalibros, libros, dos mantas alusivas al programa, y equipo de sonido. El equipo de sonido se utiliza, primordialmente, para invitar a la población a participar. El trabajador municipal le hablaba a uno de mis compañeros de la necesidad de gestionar el permiso para que el ayuntamiento estuviera enterado de las actividades que se realizan (aunque se vengan realizando desde el 21 de marzo, es decir, después de tres meses y de un buen número de boletines oficiales, recién se percataron de nuestra presencia), de controlar los decibeles del sonido (aunque por el interior de este espacio público circulen automotores publicitarios con mucho más volumen del que utilizamos); de la posibilidad de pagar por estar invitando a la población a leer con la dinámica implementada.

Al enterarse del suceso, una amiga promotora de lectura con mucha experiencia en el ramo y gran calidad humana, mencionó que eso se presenta debido a la falta de un Plan Estatal de Lectura. De ahí surge el cuestionamiento: ¿por qué es necesario un Plan Estatal de Lectura? Por varias razones: la primera de ellas es porque sería un documento rector que unificara esfuerzos de todos los programas e iniciativas gubernamentales que se realizan por toda la entidad. En segundo lugar, porque así se tendría más claridad cuáles son las pretensiones al formar lectores y acercar la palabra escrita a la población.

Desde luego, el diseño e implementación debe hacerse desde la experiencia, no desde el escritorio o las iluminaciones divinas que en ocasiones tienen los responsables de estos programas. Es decir, sería idóneo que se convocara a promotores de lectura (independientemente de su grado académico, porque en ocasiones hay pasantes de médico brujo mucho más efectivos que algunos doctores), a mediadores de lectura, a libreros, bibliotecarios (públicos, de instituciones privadas, escolares), a la ciudadanía interesada, y no se dejara a la decisión de la burocracia académica.

La razón para realizar esta convocatoria tan amplia es la discusión y debate de los espacios, tiempos, estados de ánimo, formatos, soportes y propósitos de la lectura. Es estar recordando constantemente que la lectura no es un acto abstracto (como se ha dicho en este espacio en varias ocasiones), sino un acto bien definido que redundará mejores resultados en la medida en que se tenga clara esta premisa.

En tanto Zacatecas adolezca de un documento como el descrito, y no es lo importante el documento en sí, sino todo lo que se deriva de él, la lectura y su promoción seguirán siendo actos heroicos de algunos ciudadanos, penitencia de algunos docentes y oportunidad de decir que se está actuando por parte de las instituciones.

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, julio 2 de 2012.

No hay comentarios:

Publicar un comentario