jueves, 23 de agosto de 2012

¿Para qué leer?


Eduardo Campech Miranda

Aprender a leer, a descifrar el código lingüístico, no es sinónimo de formarse como lector.
Pedro Cerrillo C. y J. García Padrino

Muchas personas a menudo preguntan ¿cómo puedo iniciarme en el gusto por la lectura?, ¿cómo puedo hacer para que mis hijos, sobrinos, familiares, amigos, alumnos, lean? Creo que la respuesta a estas y otras cuestiones se obtendrán a partir de la concepción del acto lector, es decir, de definir ¿qué es leer? Iniciemos pues con una serie de posturas frente a este acto.

Hay quienes, por un paradigma que predominó en la escuela durante muchos años, que leer es sólo asignar un sonido a una grafía, vaya, decodificar. Hay también uienes ven en la lectura un mecanismo que pone en juego más habilidades de la mera decodificación, entienden que la lectura trastoca esferas no visibles, y en ocasiones intangibles:

Ejercer el poder de leer no implica solamente el acto de decodificar el significado de las letras impresas; tiene que ver con el deseo de descubrir y sorprenderse con el contenido de las páginas, con la significación afectiva que las historias encierran para el lector, con la búsqueda de respuestas a dudas propias, con actos fisiológicos como el desplazamiento visual, con la capacidad de atender y concentrarse en un material impreso, con la habilidad de evocar imágenes, con la comprensión del multisentido del lenguaje, con el interés por interpretar la realidad en la que se encuentra la persona y, muy en especial, con el deseo de querer leer. (Arenzana, Ana y Aureliano García (1995); 1; el subrayado es mío).

La lectura no es un acto natural, sino una práctica sociocultural delineada en tiempo y espacio. Creer que no se lee, que no se acostumbra a leer por incapacidad para hacerlo o por pereza, es desconocer el cúmulo de procesos implícitos en la lectura y desconocer la conformación de la misma:

Manejar las reglas básicas de la escritura no es lo mismo que incorporar la lectura como conocimiento y práctica habitual. Son dos procesos cognitivos consecutivos; subordinado el segundo al primero, pero no irremediablemente su consecuencia. Se puede aprender a leer o descifrar rudimentariamente, pero nunca llegar a ser lector, puesto que para eso es necesaria además la mediación de una práctica cultural. (Plan de Lectura: “Docentes que dan a leer. Material de reflexión para desarrollo curricular en escuelas de nivel secundario”, p. 1).
El no entender esta situación es una de las explicaciones del por qué no es correlativo el número de profesionistas con el número de lectores en nuestro país. El sistema educativo mexicano toma como parámetro la alfabetización para cumplir con objetivos de formación de lectores. En otras palabras: la enseñanza de las matemáticas, desde los primeros conocimientos de las operaciones básicas, se apoya en ejemplos ilustrados, como las famosas manzanas. A medida que se van ascendiendo grados académicos, la explicación se apoya más en el pensamiento abstracto. Sin embargo, con la lectura, ese acompañamiento, esa mediación se deja en el momento en que el alumno se alfabetiza. Dejándolo solos.

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, núm. 58, julio 9 de 2012.

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