Eduardo Campech Miranda
Los resultados obtenidos por los
aspirantes a ocupar una plaza docente en el pasado examen de oposición no deben
sorprendernos. En las dos colaboraciones anteriores, “Para qué sirve leer (1 y
2), daba un panorama general de la lectura lineal o textual; del primer nivel
de comprensión lectora y las habilidades, estrategias cognitivas que se
requieren y se desarrollan con este nivel (conocido por algunos teóricos como
nivel literal).
Digo que no es
de sorprender porque una de las cuestiones en que poco se razona y se pone
atención dentro de las aulas es analizar cómo se pregunta. Es decir qué tipo de
preguntas se formulan. La mayoría de las guías de estudio, en primaria, son
baterías de preguntas cerradas, literales o textuales. Este tipo de preguntas
son para localizar información específica en un texto. Y así se enseña a
estudiar. ¿Cuántos de nosotros, en nuestra época estudiantil, no nos echamos
más de una famosa “noche mexicana”, memorizando la famosa guía para presentar
un examen?, ¿y qué aprendimos? Sin duda, la mayoría de las veces ese aparente
“conocimiento” que nos brindaba la generosa posibilidad de alcanzar un siete u
ocho, o un nada despreciable seis, se esfumaba un par de semanas después.
El realizar
este diseño de cuestionarios, sin duda facilita la labor docente.
Principalmente si consideramos los grupos saturados que varios de ellos tienen
que atender. Sin embargo, para propósitos de formar lectores críticos,
autónomos, en poco ayudan. Una concepción personal de esta situación es que se
parte, como lo he mencionado en varias ocasiones, que la lectura es una
abstracción generalizada: lo mismo, y de la misma manera, ¿Quién se ha robado mi queso?, que La Metamorfosis de Franz Kafka, o el diario, ya sea la sección de
horóscopos, de aviso oportuno que un contrato.
Es claro que
al presentar un examen de oposición, uno sabe que las lecturas que se realicen
serán para responder las preguntas formuladas. Pero no todas las preguntas
tienen las características de las que he mencionado, se presentan en las guías
de estudio. Leer sin comprender es no leer. El fin último de la lectura es su
comprensión. De tal manera que la lectura no sólo está presente en el área de
Español, Literatura, Lingüística, Lectura o áreas afines, sino que es un eje
transversal de todo el currículo.
Leer, con
todas las estrategias y operaciones cognitivas, emocionales, culturales, etc.,
que implica el acto, debe entenderse como ir más allá de lo escrito, respetando
sus propios límites. Debe experimentarse el vínculo de nuestra vida y
conocimientos previos con lo que plasma el autor. Mientras esto no se entienda
y aplique, y se partan de supuestos, erróneos como se muestra en cada examen
estandarizado, los resultados no van a variar.
Los docentes,
los mediadores deben diseñar cuestionarios o exámenes no sólo con preguntas
textuales, deben incluir las analógicas (en todas sus vertientes), las
inferenciales, las valorativas. Enseñar a leer, también implica enseñar a
pensar y a responder.
Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, julio 30 de 2012.
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