miércoles, 19 de septiembre de 2012

Dime cómo preguntas y te diré como formas lectores.



Eduardo Campech Miranda

Los resultados obtenidos por los aspirantes a ocupar una plaza docente en el pasado examen de oposición no deben sorprendernos. En las dos colaboraciones anteriores, “Para qué sirve leer (1 y 2), daba un panorama general de la lectura lineal o textual; del primer nivel de comprensión lectora y las habilidades, estrategias cognitivas que se requieren y se desarrollan con este nivel (conocido por algunos teóricos como nivel literal).
Digo que no es de sorprender porque una de las cuestiones en que poco se razona y se pone atención dentro de las aulas es analizar cómo se pregunta. Es decir qué tipo de preguntas se formulan. La mayoría de las guías de estudio, en primaria, son baterías de preguntas cerradas, literales o textuales. Este tipo de preguntas son para localizar información específica en un texto. Y así se enseña a estudiar. ¿Cuántos de nosotros, en nuestra época estudiantil, no nos echamos más de una famosa “noche mexicana”, memorizando la famosa guía para presentar un examen?, ¿y qué aprendimos? Sin duda, la mayoría de las veces ese aparente “conocimiento” que nos brindaba la generosa posibilidad de alcanzar un siete u ocho, o un nada despreciable seis, se esfumaba un par de semanas después.
El realizar este diseño de cuestionarios, sin duda facilita la labor docente. Principalmente si consideramos los grupos saturados que varios de ellos tienen que atender. Sin embargo, para propósitos de formar lectores críticos, autónomos, en poco ayudan. Una concepción personal de esta situación es que se parte, como lo he mencionado en varias ocasiones, que la lectura es una abstracción generalizada: lo mismo, y de la misma manera, ¿Quién se ha robado mi queso?, que La Metamorfosis de Franz Kafka, o el diario, ya sea la sección de horóscopos, de aviso oportuno que un contrato.
Es claro que al presentar un examen de oposición, uno sabe que las lecturas que se realicen serán para responder las preguntas formuladas. Pero no todas las preguntas tienen las características de las que he mencionado, se presentan en las guías de estudio. Leer sin comprender es no leer. El fin último de la lectura es su comprensión. De tal manera que la lectura no sólo está presente en el área de Español, Literatura, Lingüística, Lectura o áreas afines, sino que es un eje transversal de todo el currículo.
Leer, con todas las estrategias y operaciones cognitivas, emocionales, culturales, etc., que implica el acto, debe entenderse como ir más allá de lo escrito, respetando sus propios límites. Debe experimentarse el vínculo de nuestra vida y conocimientos previos con lo que plasma el autor. Mientras esto no se entienda y aplique, y se partan de supuestos, erróneos como se muestra en cada examen estandarizado, los resultados no van a variar.
Los docentes, los mediadores deben diseñar cuestionarios o exámenes no sólo con preguntas textuales, deben incluir las analógicas (en todas sus vertientes), las inferenciales, las valorativas. Enseñar a leer, también implica enseñar a pensar y a responder.

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, julio 30 de 2012.

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