Eduardo Campech Miranda
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Con el tiempo, y ejerciendo con plenitud el placer de releer, no sólo nos releemos también, sino que nos cuestionamos, nos encontramos y, otras tantas veces, divergimos con nosotros mismos. Somos testigos de la modificación o permanencia de nuestra cosmovisión. Dialogamos, nuevamente, con el autor, pero también dialogamos con nuestras propias notas al margen: las tachamos, las suprimimos, las enmarcamos, las respaldamos o, incluso, las negamos.
No obstante, si usted acostumbra lo mismo a subrayar y anotar los textos de divulgación, técnicos o teóricos, igual que la narrativa (y por lo tanto juzga, con el rigor del bolígrafo o del lápiz, al protagonista y sus acciones que más le entusiasman o le indignan), y además le gusta prestar sus libros, corre el grave riesgo que aflore su personalidad oculta, sus deseos reprimidos, sus ímpetus contenidos. Las notas al margen, los subrayados, nos delatan.
El acto íntimo que es la lectura, se devela ante la nueva lectura de quien lee ahora nuestras anotaciones. Éstas pueden fungir como soportes para una comprensión más amplia (finalmente no todos “vemos” exactamente lo mismo en los textos), para un diálogo tripartita, para el pitorreo o para iniciar una conversación e intercambio de puntos de vista.
Tal vez, y con la salvedad de poner a consideración de quien lea estas líneas, podríamos sugerir se agregue el placer del subrayado y de la elaboración de notas al margen como uno más de los derechos que ostenta el lector. “El derecho al diálogo”: con el autor, con otros lectores, escrito, oralizado, pero el diálogo propiciado por la lectura. Manifestar nuestro punto de vista libremente, como en una conversación en la cual no necesariamente estemos de acuerdo, pero impere el respeto al pensamiento distinto.
El subrayado del libro como una prueba de nuestra relación con el texto, finalmente una relación de pareja: tenue, delicado, como un tatuaje trazado por la lengua en el vientre de la amada; brusco, iracundo, que rompe la hoja, como la peor de las desilusiones. Si, como dice Paulo Freire, al leer nos leemos, al subrayar y marcar, nos subrayamos y marcamos.
Publicado en "La gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, 13 de junio de 2011.
Publicado en "La gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, 13 de junio de 2011.
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