Ángeles trabajó con los preescolares Animalario Universal del Profesor Revillod. José Luis, nuevamente acudió con las señoras comerciantes. Yo no tuve niños de primaria. La ausencia de este último sector se debió, además de la suspensión de clases, a un fenómeno que hasta hoy detectamos. Los adolescentes y los jóvenes tienen gran influencia sobre los pequeños. Cuando estaba tratando de conformar un grupo pequeño de tres o cuatro niños, llegó un chico como de doce años, habló con ellos y se los llevo. Este joven que acudió estuvo dialogando con otros más grandes. Hablaban de futbol, del próximo partido del equipo del barrio. Pero también hacían burla por su presencia con nosotros.
Estantería abierta es un blog que pretende ser un vínculo entre la sociedad y la palabra (escrita, leída, hablada, escuchada).
miércoles, 27 de abril de 2011
Crónicas desde el mercado VIII
martes, 26 de abril de 2011
Pequeño Fontanarrosa Ilustrado

Por Roberto Fontanarrosa
- Los libros “Hay un tema que yo he dicho en muchos casos y que puede sonar provocativo en una feria del libro, pero les voy a explicar desde mi punto de vista cómo yo elijo un libro. Ustedes lo toman como quieran, pero yo les voy a decir qué condiciones tiene que tener un libro para que yo lo elija.”
“Primero y principal no tiene que ser un libro gordo. Un libro gordo me parece un abuso de confianza del autor hacia mi tiempo. Es como si aparece alguien y me dice: ‘Quisiera hablar con vos, tenés dos semanas libres...’. ¿Cuál es el lazo de confianza que me une a ese escritor para que durante dos meses yo me vaya a la cama con él y su libro?”
“Segundo, y lo va a comprender la gente que ya tiene cierta edad, y no es por la madurez: tiene que tener letra grande. Hay escritores que escribían con letra muy chiquita, y ya a esta altura del campeonato ese esfuerzo es excesivo.”
“Otra cosa: tiene que tener espacios en blanco. Si abro un libro y veo un masacote negro, como si fuera un amontonamiento de hormigas, yo digo: ‘¿Por dónde entro al texto?’.
“Otra alternativa: fíjense en capítulos cortos. Ustedes mismos se van a dar cuenta de la sabiduría del cuerpo humano: usted está leyendo un libro y de repente observa que sin darse cuenta su mano derecha va buscando las páginas hasta llegar a un capítulo.”
“Otra cosa que me interesa también es que tenga diálogos, porque a mí me gusta escuchar a los protagonistas. Antes pasaba en algunos diarios, porque ahora el género del reportaje es mucho más fluido, que hacían un reportaje y decían: ‘Estuvimos en la casa del afamado escultor fulano de tal, y nos dijo que está pensando en hacer una escultura que representa a un caballo comiendo una codorniz’.”
“Yo digo: dejalo hablar al escritor, qué te metés en el medio. A mí con los libros me pasa eso. Y si están bien escritos mejor, pero siempre préstenle atención a esas consideraciones.”
- Los amigos “Es placentero y descansado encontrarse a las ocho de la tarde con los amigos en El Cairo o en algún boliche, porque a los amigos, a los verdaderos amigos, no hay por qué darles pelota. Si un amigo te dice: ‘Fui a ver una película iraní’, yo le digo: ‘Dejáme de romper las pelotas’.”
- Los estudios “Yo desde mi ignorancia me hago una pregunta: ¿por qué los chicos se tienen que levantar tan temprano para ir a la escuela? Gardel se levantaba a las ocho de la noche. Y fue Gardel. (...) Les voy a contar que estuve en Córdoba, donde me dieron el Doctor Honoris Causa, lo que indica lo mal que está la educación argentina. Imagino la desolación de los estudiantes que estudian ocho horas diarias y ven que a un tipo como yo le dan el Doctor Honoris Causa. Yo no terminé el tercer año de la escuela secundaria. Y no levanto como bandera el ser un ‘salvaje ilustrado’; digo que no terminé la escuela porque desde el comienzo sostuve una batalla desigual contra las matemáticas. Desigual por la simple condición de superioridad numérica de ellas. Los números son millones, y yo era uno solo.
Yo fui a lo que era el Politécnico y me acuerdo de aquellas épocas de estudiantes, con todas las expectativas...¡qué horrible que era eso! Para mí era un espanto, similar a lo que me ocurrió no hace mucho, que tuve que hacer una dieta ayurveda de vegetales.”
- La lectura “Siempre he ligado la lectura con el placer. Siempre he sido un lector vago. Y repito otra consideración que pasará al mármol: creo que casi todos los grandes logros y avances de la civilización se debieron a la vagancia. O sea, el tipo que inventó la rueda es porque no quería caminar más. Y después de la rueda, el otro invento maravilloso, que ha hecho dar un salto cualitativo y cuantitativo a la humanidad, es el cambiador del televisor. Volviendo a la literatura, no entiendo el esfuerzo por leer, cuando uno se encuentra con tantos libros que los empieza y no los puede dejar, se siente atrapado por los libros, quiere terminarlos y está feliz mientras los lee.”
- La relación autor-personaje “Sé que algo mío hay dentro de Boggie e Inodoro Pereyra; es más parecido a mí y a cualquiera, porque es un antihéroe que a veces reacciona bien, a veces reacciona mal, es temeroso. Más temeroso es Mendieta. Pero hay algunas cosas mías en esos personajes. Incluso en Eulogia, pero eso lo vamos a hablar en otro momento.”
- Los nuevos medios de comunicación “Con los mensajes de texto estamos muy susceptibles. Yo me acuerdo de los telegramas. A nadie se le ocurrió decir que ese invento estaba arruinando el lenguaje. Está la gente que dice
enfadada que no le gustan los shoppings. Y, no vayas querido, cuál es el problema. Si no, es muy fácil pegarle a la televisión, que a mi juicio es un invento maravilloso. Y repito, si solamente hubiera sido creado para transmitir fútbol ya estaría largamente justificado. Ahora, como todas estas cosas, como la historieta, es un instrumento. Si alguien me escucha a mí tocar el piano, dirá que el piano es un instrumento nefasto. Ahora, si lo escucha a Richard Clayderman, por ejemplo, dirán que es un instrumento sublime. Con la televisión pasa lo mismo. Ahora, estoy de acuerdo con que seusa un vocabulario bastante pequeño, y en ese aspecto la lectura te da más posibilidades de expresarte. Para mí la lectura siempre ha sido un placer. Hay muchísima información, e imperceptiblemente uno va ganando una vastedad de lenguaje, y aparte es una compañía formidable. Se puede vivir perfectamente sin leer un libro. Creo que más de las tres cuartas partes de la población mundial jamás ha leído un libro. Pero, entre una cosa y otra, prefiero leerlos.”
* Extractado de la extraordinaria charla abierta que brindó el escritor y
humorista en la Feria del Libro de Rosario.
© 2000-2006 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos
Reservados
viernes, 22 de abril de 2011
Crónicas desde el mercado VII
jueves, 21 de abril de 2011
Crónicas desde el mercado VI
La sesión concluyó con música y baile. Ángeles quiso obsequiar dulces. La llegada de muchas personas (niños y adultos) provocó un poco de caos, pero volvimos satisfechos.
Crónicas desde el mercado IV
domingo, 10 de abril de 2011
Ideas para realizar actividades de lectura
Historias familiares
Para niños entre las edades de 3 a 6 años
Cuando usted le lee a su hijo en voz alta y analiza las historias oralmente, usted le está enseñando como analizar y comprender los cuentos. Esto es muy importante ya que su hijo irá aprendiendo a crear sus propias historias y desarrollará comprensión oral y escrita. La siguiente actividad describe como la las historias familiares puede ser una actividad interactiva.
Qué hacer
Las primeras actividades en la siguiente lista funcionan bien con niños más pequeños. A medida que su niño vaya creciendo, las actividades al final de la lista le permiten hacer más. Sin embargo, siga realizando las primeras actividades en la lista mientras que las disfrute.
Cuéntele a su niño historias de sus padres o abuelitos o acerca de otras personas que son importantes para usted y su familia.
Puede escribir estas historias en un libro y agregar fotos viejas.
Reflexione en voz alta acerca de cuando usted era pequeña.
Haga una historia basada en algo que le sucedió, como un viaje familiar, una fiesta de cumpleaños, o cuando se le cayó su primer diente.
Pida que su niño le cuente historias sobre lo que hizo en un día especial, como las fiestas navideñas, cumpleaños o vacaciones familiares.
Si salen de viaje, mantengan un diario con su niño para crear una nueva historia familiar. Tomen fotos durante eventos especiales.
Al tomar apuntes durante eventos especiales y pegar fotos de los mismos en su diario, establecerán un lazo entre la historia familiar oral y la historia escrita.
Pueden incluir viajecitos cotidianos, como ir de compras a la tienda o a jugar al parque.
¡A escribir!
Para los niños entre las edades de 3 a 6 años
Cuando usted le lee a su hijo, puede expandir la lectura al incluir actividades escritas. Cuando su hijo aprende a conectar la lectura con la escritura esto le ayuda a estar mejor preparado para la escuela. La siguiente actividad ayudará a que su hijo desarrolle habilidades escritas. También le ayudarán con el desarrollo de lenguaje oral y cognitivo. Cuando le lee en voz alta, y al contar historias oralmente, usted le está enseñando a su hijo a ser creativo y a elaborar sus propios cuentos que eventualmente empezará a escribir.
Qué necesita
Lápices, crayones, o marcadores
Hilo o cinta
Papel o un cuaderno
Cartulina o papel grueso
Tijeras para niños
Qué hacer
Las primeras actividades en la siguiente lista funcionan bien con niños más pequeños. A medida que su niño va ya creciendo, las actividades al final de la lista le permiten hacer más. Sin embargo, siga realizando las primeras actividades en la lista mientras que las disfrute.
Escriba con su niño. El niño aprende y hace lo que observa que sus padres hacen.
Platíquele sobre su escritura para que él comience a entender que la escritura representa algo y que tiene muchos usos. Esta es una buena oportunidad para que los padres demuestren como la lectura y escritura es algo que se usa diariamente.
Pida que su preescolar utilice su escritura en cualquier etapa de desarrollo que se encuentre-aunque solo sean garabatos-para firmar tarjetas de cumpleaños o para hacer listas. De esta forma el niño aprende que su escritura tiene valor y aprende a valorar la lectura y escritura.
Coloque un tablón de anuncios en la cocina. Ofrézcale escribirle unas notitas y dejarlas allí. Asegure que él las encuentre.
En Colorin Colorado
http://www.colorincolorado.
a través de la lista ANIMACIONALALECTURA
viernes, 1 de abril de 2011
Ser un tonto es normal
Roberto G. Castañeda

No, creo que no estábamos para lecturas de salón. A lo mucho me involucraba ansiosamente en El Libro Vaquero o en los cómics de Batman y Los 4 Fantásticos, aunque debo reconocer que tuve la colección casi completa de La Familia Burrón, lo que a lo mejor no me ilustró mucho pero engordó mi lenguaje. Sería varios años más tarde que me encontraría de manera deslumbrante con José Agustín, quien me motivó a perseguir a muchos otros autores, algunos más interesantes que otros. Aún no sé por qué leo, pero debo admitir que los mundos de la literatura son mucho mejores que esta porquería que habitamos diariamente. Luego vendría la pasión por el cine, las mujeres, el ron, la música, por otras tantas cosas que hacen más llevadero este infierno. “Un lector es un buscador de relámpagos”, me dijo un día un viejo que hablaba generalmente con sus demonios mientras bebía tequila en una cantina del Centro Histórico. En ese momento no le presté importancia pero ahora lo comprendo. Uno no sabe por qué lee pero cierto es que de vez en cuando algún fogonazo aparece en una página y entonces la descarga emocional te fulmina y ya no vuelves a ser el mismo... tal vez no más sabio pero sí un poco menos imbécil. Quizá los relámpagos que he encontrado no te causen el mismo impacto a ti, pero a lo mejor sí. Por si las dudas, aquí hay algunos, escapados de alguna página o de una canción: “Felices los normales, esos seres extraños, los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho... los delicados, los sensatos, los finos. Pero que den paso a los que hacen los mundos y los sueños, las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan y nos construyen, los más locos que sus madres, los más borrachos que sus padres”. Palabra de Roberto Fernández Retamar. Te alabamos señor. O esa perla sin pulir de Charles Bukowski: “Casi todos los escritores creen que están haciendo una obra excepcional, eso es normal; ser un tonto es normal”. Y qué pero le ponen a la descarga emocional del mayor de los Sabines, Jaime: “Los borrachos que gritan no duran mucho, se derraman como una arteria rota. Los silenciosos están siempre conversando con Dios”. O esa otra maravilla de Henry Chinaski: “Aprender a ganar es difícil. Cualquier imbécil puede ser un buen perdedor”. Y esa otra ley inquebrantable de Bukowski: “Siempre hay una mujer que te salva de otra. Y mientras esa mujer te salva también se prepara para destruirte”. De odios y rencores en un mundo regido por la avaricia y el egoísmo no hay mejor referencia que los trazos de Henry Chinaski: “Cualquier avenida es un circo de emociones pequeñas y baratas, es la humanidad en movimiento. La mayoría de las personas viniendo de un lugar que odia y yendo a otro lugar que odia todavía más”. Pero también hay poesía en el rock y en ciertas canciones que suelen dictar verdades: “He hablado en el idioma de los ángeles. He tomado la mano de un demonio y era cálida en la noche, aunque yo estaba frío como una piedra. Pero aún no encuentro lo que busco, pero aún no encuentro lo que busco”, como canta Bono, de U2. Y hay frases como epitafios, que sólo esperan una lápida adecuada: “Como latas de cerveza vacías y colillas de cigarros apagados, han sido mis días”, solía decir el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal. También Dylan Thomas relampaguea con su lucidez: “Un alcohólico es alguien que te cae gordo y que bebe igual o menos que tú”.
Y Joaquín Sabina o Andrés Calamaro y Los Rascals o Radiohead, como también Aute, Los Cadillacs, Bunbury, Fito y Fitipaldis, Tom Waits y David Bowie o Muse y hasta Enjambre y Babasónicos han contribuido con su cuota de truenos que han cimbrado mi mente o mis emociones en los mejores o peores momentos. Y siempre hay una canción que me recuerda que “el amor es igual que un imperdible/ perdido en la solapa del azar.../ La luna toma el sol de madrugada,/ nunca jamás quiere decir tal vez./ La muerte es un amante despechada/ que juega sucio y no sabe perder” o “No corras si te llamo de repente,/ no te vayas si te grito piérdete./ A menudo los labios más urgentes/ no tienen prisa dos besos después./ Se aferra el corazón a lo perdido, los ojos que no ven miran mejor./ Cantar es disparar contra el olvido/ y vivir sin ti es dormir en la estación”. Y también hay relámpagos fulminantes en los ojos de ciertas personas. Como ese niño, Eusebio, que vendía chicles en un semáforo y que un buen día me dijo que le pediría a los Reyes Magos una piñata. Aún recuerdo su alegría cuando le pregunté que sí la quería para romperla con sus hermanitos y me aclaró que no, que la idea era conservarla para tener dulces todo el año. También he encontrado relámpagos en la mirada de mi madre cuando la sorprendo observándome furtivamente con ternura, como si aún fuera su pequeño que la esperaba sentado y un poco con angustia en los escalones de la casa. Y claro que hay relámpagos en los ojos de aquella anciana que “adoptó” hace algunos ayeres a tres pequeños que su madre abandonó por irse con el amante. Y los dioses, que suelen ser caóticos pero también implacables, han fulminado a cada quien con lo que merecen: la abuela hoy está orgullosa de sus tres profesionistas que tanto la aman. La madre prófuga, enferma y desahuciada de afecto, hoy clama que la perdonen. Y también hay fogonazos que me maravillan en la alegría de mis hijos, sobre todo cuando los veo tocando Creep, uno en la bataca y otro en el bajo. También, de pronto, reconozco destellos en alguna vieja foto de cuando yo era niño y soñaba con esa Avalancha o una bicicleta que me llevara lo más lejos posible y me distanciara de la miseria. Mentiría si dijera que aún conservo algo bueno en la mirada. Yo no lo sé de cierto. Los años me han vuelto huraño, un cretino, algo resentido y un mucho desconfiado. Lo que sí es cierto es que espero que estas líneas, como cada jueves cobarde, guarden alguno que otro relámpago de vez en cuando. Y que encuentres una frase, algún recuerdo o quizá un sentimiento, que te ilumine una sonrisa aunque sea momentánea.
manualparacanallas@hotmail.com
http://www.elgrafico.mx/columnas/88976.html
Suscribirse a:
Entradas (Atom)