La semana pasada circuló una nota
periodística que daba cuenta del estado de la lectura en Zacatecas. A más de un
funcionario de educación, y quizá también de cultura, dicha publicación le hizo
efecto de buscapiés. La nota, publicada en el medio electrónico Periómetro.com (http://www.periometro.com/info/?p=495),
si bien pone el dedo en la llaga en algunos aspectos, también deja una laguna
de dudas.
Vamos por partes. Primero, el
aspecto que la nota quiere resaltar es que Zacatecas ocupa el último lugar en lectura,
dato de Consulta Mitofsky. Sin embargo, en el sitio web de dicha consultoría (http://consulta.mx/web/) no aparece ningún
mapa, documento, encuesta o estudio referente a la lectura, ni al consumo de
libros. Luego el mapa, adjudicado a la empresa de Roy Campos, refiere como
fuente a las siglas INE. ¿Instituto Nacional Electoral?, ¿Instituto Nacional
para la Evaluación de la Educación?, ¿Instituto del No Entiendo? Es decir, el
documento a partir del cual se desarrolla la nota, tiene dudosa existencia.
Dos: después del mapa de
Mitofsky, el siguiente texto al que se hace alusión es la Encuesta Nacional de
Lectura (ENL) 2012. Se vuelve a la “escalofriante” cifra de 2.94 libros por
mexicano, del poco avance con respecto a seis años atrás, y a datos que ocupan
las primeras planas los días 23 de abril y 12 de noviembre, además de las
fechas en que se da a conocer la ENL y otros estudios similares. Después, la
vida sigue igual (Julio Iglesias dixit).
Tres: Supongamos que la encuesta
Mitofsky es real (vayamos primero con la encuesta, después nos ocuparemos del
mapa). Regularmente esta casa realiza sus sondeos vía telefónica y se aplica a
adultos (sin que lo anterior sea una normatividad). Bajo la premisa anterior,
ya hay un primer sesgo que necesariamente tiene una discriminación en función
del ingreso familiar. Ahora bien. Contrario a lo que la nota refiere como: “El
gobierno no tiene considerado ningún programa educativo de fomento a la
lectura” (cierto, en la medida que no existe una política al respecto, y ya lo
he mencionado en otras ocasiones) y “El único evento promocional con la que se
cuenta es una pequeña feria del libro que se realiza en la capital del estado
con tan sólo algunos puestos” (falso, el reportero ignora y minimiza los
programas como Salas de Lectura, Bibliotecas Públicas, y en escuelas que se
esfuerzan).
Siguiendo con el supuesto del
párrafo anterior, tenemos otro sector excluido: el infantil (si es que la
encuesta obtenía datos solamente del hipotético adulto que responde la llamada
telefónica). Los esfuerzos y programas que se operan en la entidad, además de
los esfuerzos independientes, tienen mayoritariamente como “mercado objetivo”
al público infantil. Por lo tanto, y así lo respaldas investigaciones, los
niños están leyendo más que los adultos. Finalmente, sería también bueno
conocer cuál, o cuáles, fueron los soportes textuales para considerar el acto
lector.
¿Cómo está Zacatecas en lo referente a la oferta bibliográfica?
Vayamos por espacios. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(INEGI), para 2004, las cinco entidades federativas con mayor número de
bibliotecas públicas eran: México (638), Puebla (579), Tabasco (563), Veracruz
(477) y Oaxaca (427). En tanto, en el extremo opuesto estaban: Querétaro (60), Campeche
(53), Baja California Sur (47), Colima (47) y Quintana Roo (47). Zacatecas se
ubicaba en el lugar doce con 214 bibliotecas.
Para el año 2013 (último que
refiere el INEGI) hubo pocas modificaciones: los cinco primeros lugares seguían
ocupados por las mismas entidades federativas que nueve años antes, sólo que
ahora con 663, 607, 563, 514 y 470, respectivamente. Sólo Tabasco mantuvo igual
su número de bibliotecas públicas. En las antípodas encontramos también a los
mismos cinco estados, quienes sí integraron nuevas bibliotecas a sus redes
estatales: 62, 61, 59, 58 y 50, también respectivamente. Zacatecas escaló un
eslabón, lugar once con 233.
Si consideráramos la proporción
de habitantes por bibliotecas (considerando a la población según el dato de
2005, que es dato más próximo al año de referencia inicial), tendríamos los
siguientes resultados para 2004: México, 21,955; Puebla, 9,297; Tabasco, 3,534;
Veracruz, 14, 906 y Oaxaca, 8,212. Para nuestra tierra de cantera y plata,
razón es de 6, 391 habitantes por biblioteca pública. Las entidades con menor
número de bibliotecas presentaron las siguientes relaciones: 26,635 para
Quéretaro; 14, 240 para Campeche; 10,897 para Baja California Sur; 12, 085 para
Colima y 24,155 para Quintana Roo.
Nueve años después (y ahora
considerando el dato poblacional del 2010), la cobertura era dada por las
siguientes cifras: México, 22, 889; Puebla, 9,521; Tabasco, 3,976; Veracruz,
14,870 y Oaxaca, 8,089. En tanto el comportamiento de las cinco entidades con
menos bibliotecas públicas fue así: 29,482 para Querétaro; 15,517 para
Campeche; 10,443 para Baja California Sur; 11,026 para Colima y 26,511 para
Quintana Roo. En Zacatecas la variación fue casi nula: 6,397.
Como se observa, los estados que
encabezan la lista de la falsa encuesta, son casi los mismos en número de
bibliotecas públicas. Sin embargo, no sucede lo mismo con las entidades menos lectoras. Al contrario, todas
ellas (a excepción de Colima) manifiestan una mayor cobertura, incluyendo
nuestra entidad. Desde luego que lo anterior no puede ser un parámetro único,
ni mucho menos contundente. Una cosa es la existencia de bibliotecas, y otra
muy distinta, su utilización, su penetración en la comunidad, el número de
lectores que forma (por cierto, éste es un rubro que no existe en las estadísticas).
Conocer los presupuestos
asignados a cada Coordinación Estatal de Bibliotecas implica solicitarlos a
través de sus portales de transparencia. Por ello ese dato tardará un poco más
para que sea un parámetro de comparación. Sin embargo, podemos seguir
equiparando las bibliotecas públicas entre las entidades federativas
seleccionadas.
Los soportes textuales, los
medios de comunicación se han transformado provocando con ello nuevos
mecanismos de acercamiento, difusión y promoción hacia la sociedad por parte de
las bibliotecas públicas. De los estados comparados en estas entregas
únicamente el Distrito Federal (Biblioteca Vasconcelos y Biblioteca de México)
y nuestra entidad (http://www.seczac.gob.mx/bpmm/index.php, aunque es como si
no existiera puesto que no está disponible) cuentan con página web registrada
en la Red Nacional de Bibliotecas Públicas. Ambas bibliotecas defeñas manejan
cuentas de Facebook, YouTube y Twitter. La Biblioteca Mauricio Magdaleno,
además del portal que administra la SEDUZAC), difunde sus actividades y
materiales en Facebook y un blog (http://bibliotecaestatalmauriciomagdaleno.blogspot.mx/).
No obstante lo anterior, es
necesario implementar campañas mediáticas convincentes, creativas y persuasivas
para captar lectores. Los espacios publicitarios nos bombardean con sugerentes
mujeres e imágenes: desde la rubia que todos quieren hasta la mexicanización del mundo. Y los espacios
para bibliotecas son inexistentes. Consuelo de muchos… Tampoco hay espacios
para otros programas que día a día hacen su esfuerzo y, como muchas
bibliotecas, recogen frutos a cuentagotas: bibliotecas escolares, bibliotecas
de aula, salas de lectura.
De ahí que no sean extrañas las
proporciones existentes entre el número de cantinas y el de bibliotecas.
Siempre es más fácil, y tiene más convocatoria, un cartón de cerveza que un
libro de veinticuatro capítulos. Y aquí nuevamente se muestra la falta de una
política estatal gubernamental en pro de la lectura y las bibliotecas.
Próximamente la Biblioteca
Pública Central “Mauricio Magdaleno”, pondrá en marcha un ambicioso proyecto de
penetración en la población (sin albur). Esperamos la colaboración de las
autoridades correspondientes. Porque hay ocasiones que la miopía de algunos es
un obstáculo para otros. Ejemplifico: Hace algunos años un entusiasta
poeta local realizó una serie de publicaciones emulando los carteles de lucha
libre. La capital zacatecana lucía poesía en los postes, en los cuadros de
cantera para tal fin. Un día recibió la llamada de atención municipal: debía
quitar sus papeles “porque no tenía
permiso”. Desde luego, el vate desprendió todos aquellos versos de las paredes
y postes.
Otro botón: durante los llamados
“Miércoles de Lectura”, acudíamos a hacer actividades de lectura en la Alameda.
Un día, cuando recién habíamos instalado el equipo de sonido y hacíamos
lecturas en voz alta, se apareció presta la autoridad, exigía que mostráramos
nuestro permiso para leer. Sí, así, permiso para leer en la vía pública.
Amenazaba con subirnos a la camioneta de la policía al personal bibliotecario
que estábamos ahí, al mobiliario y a los libros. Finalmente accedió a llamar a
sus autoridades para corroborar que no estábamos infringiendo la ley.
En la nota aludida hay una gran
verdad: la carencia de una política estatal de promoción del libro y la
lectura. Los programas que se operan en el territorio zacatecano son
extensiones de iniciativas federales. Recientemente se anunció un paquete de
estímulos fiscales para la minería. Se ofertaban boletos de acceso a las
corridas de toros, en el marco de la Feria Nacional Zacatecas 2014, cuyo pago
se podría realizar en “cómodos descuentos vía nómina”. ¿Y la lectura, y los
libros, y las librerías, y los lectores?
La menospreciada, por el anónimo
autor de la nota periodística, Feria Nacional del Libro es un esfuerzo que
puede mejorarse edición con edición. Lo ha venido haciendo así. Quizá, para
algunos criterios –como el mío- es necesario más vinculación con otros
programas de fomento a la lectura: que los responsables del desaparecido
Programa Nacional de Lectura, de las bibliotecas públicas, se involucren y
tengan un espacio. Finalmente, son dos instancias que crean mercado para los
expositores.
Para el grueso de la población,
las ferias del libro son el único espacio de contacto visual y físico con el
libro, desde la espontaneidad y la autonomía. Porque ingresar a una biblioteca
o una librería, no es parte de su itinerario anual. Lo anterior puede deberse a
distintas circunstancias que no ahondaremos aquí. El número de librerías en el
estado de Zacatecas es pírrico. Se concentran en tres municipios: Zacatecas,
Guadalupe y Fresnillo. En otros, sólo aparecen con una distante regularidad
ferias nómadas del libro. Si el gobierno estatal considera que la lectura es un
eje fundamental del desarrollo humano, cimiento de la sociedad progresista de
la que se habla en los discursos, ¿no sería urgente un paquete similar al del
sector minero?
Otras acciones que se pueden
realizar desde la cúpula gubernamental es incentivar la lectura y la
adquisición bibliográfica. Si así como a los amates de la fiesta brava se les
brinda la posibilidad de pagar los boletos en abonos, ¿no se podría hacer lo
mismo con los lectores (potenciales y reales)?, ¿cuántas personas que no
acostumbran leer se sienten tentadas a adquirir un libro durante la Feria? pero
se viene saliendo de los gastos de inicio de ciclo escolar y entonces el libro
es lujo. Hasta ahora, este par de propuestas han sido eso, no han alcanzado
–siquiera- un leve eco en algún funcionario, de esos que toman decisiones.
En Hidalgo, cada año se lleva a
cabo el Encuentro Estatal de Lectura. En él participan todos los programas y
proyectos que comparten el interés por la formación de lectores. ¿es posible un
símil aquí? Sí. ¿Qué hace falta? Voluntad, salir a conocer y no a turistear. Si
no hay una pasión lectora, al menos que se cuente con la vergüenza de cumplir
con cabalidad la encomienda otorgada. Mientras no se articule un programa
global, donde participen expertos y no sólo funcionarios de escritorio, nos
seguiremos rasgando las vestiduras, aún con datos falsos.
Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, los días 15, 22, 29 de septiembre y 6 de octubre de 2014.
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