Eduardo Campech Miranda
La irrupción en la escena electoral del movimiento # Yo soy 132 ha generado tanto simpatías, como descalificaciones y suspicacias. Por un lado, los adversarios del candidato puntero se han congraciado que un sector poblacional cuestione y ponga en tela de juicio la imagen que de él se presenta masivamente. En tanto, los simpatizantes, cuestionan (ejerciendo un derecho) la legitimidad del movimiento, sin embargo, al interior de éstos hay quienes tildan, textual, de “mamada” la organización juvenil, o quienes, también con todo derecho, cuestionan a través de argumentos al #Yo soy 132. Mi comentario se centrará en el segundo sector, el de la descalificación fácil.
Hace unos años un matrimonio amigo me compartía, sin entrar en detalles, los constantes desencuentros con uno de sus hijos. Éste los cuestionaba con señalamientos contundentes, válidos, informados. Ante lo cuál ellos se sentían un tanto vulnerables. El hijo había estudiado Filosofía y tenía bien fundamentados sus argumentos. Cada desencuentro los padres salían con más dudas que certezas. Los planteamientos del hijo movían sus estructuras, eso los ponía en un dilema. La ocasión que me hicieron partícipe de la situación, la mamá me platicaba el desenlace de la última diferencia. El hijo acorraló a los padres y en un momento de ofuscación la madre reviró: “pues serás muy filósofo, pero yo seguiré siendo tu madre”. Frase lapidaria, sin lugar a dudas, pero de fácil salida. La charla conmigo concluyó con la siguiente reflexión: “Y le dije a su padre, primero los queremos críticos y luego no los aguantamos”.
Los programas de formación de lectores implementados desde el Estado tienen entre sus objetivos la formación de lectores críticos, autónomos. Objetivo que si bien no es inalcanzable, sí es de un esfuerzo constante, renovable y en constante evaluación. Los estudiantes de la Universidad Iberoamericana echaron a andar la denominada primavera mexicana. Por años, esa casa de estudios ha gozado de un prestigio ganado en la capacidad de sus egresados, y en general de una formación sólida que tiene en la lectura crítica y analítica uno de sus pilares.
Como promotor de lectura y ciudadano veo con muy buenos ojos las demandas juveniles del movimiento #Yo soy 132. Estudiantes bien informados que perciben las condiciones críticas de nuestra nación, la manipulación mediática a que es sometida la mayoría de la población, la verdad incuestionable que enarbolan las televisoras. Sus lecturas, del mundo, de textos, de otros seres humanos, les permiten plantear sus dudas y exigencias.
Nuevamente, y ahora sólo como hombre interesado en la lectura, independientemente de la filiación ideológica-partidista, o intereses personales que se persigan, en tanto promotores de lectura, creo, tenemos que exigirnos una coherencia y un respeto por esta labor. Brindar nuestro apoyo y confianza al analfabetismo funcional, es jugar al tío Lolo, es apoyar que las televisoras, los medios de comunicación, la sociedad, el Estado se dirijan hacia el movimiento #Yo soy 132 y de manera fácil, espeten: “Pues serán estudiantes muy informados, pero seguimos mandando nosotros”, mucho más grave es, como lo leí en alguna parte, que el movimiento es una mamada.
Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, junio 11 de 2012.
Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, junio 11 de 2012.
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