jueves, 17 de mayo de 2012

El eyaculector precoz



Eduardo Campech Miranda[i]

Yo siempre he sido lento y tardío para todo, excepto para la eyaculación, siempre fui muy precoz”. Joaquín Sabina

Ya en otras ocasiones he abordado el tema de la velocidad lectora. Vuelvo a él nuevamente, pero no desde la óptica de los famosos estándares de lectura, sino desde el placer de leer, desde la voluntad propia e independiente de leer un libro, el periódico, el devocionario, etc.

Hay algunas preguntas que recurrentemente me formulan: “¿Cómo puedo hacer para que mis hijos (alumnos, familiares, hermanos, primos, compañeros de trabajo, etc., etc.) lean?”; ¿Me puede recomendar un libro para que me diga cómo debo leer y comprender?, pero que no sea difícil, ni muy extenso, porque a mí no me gusta leer” y “¿Me puede indicar alguna técnica para leer rápido? Me gusta mucho leer, pero quiero leer más rápido porque tengo otras cosas que hacer.”

Hace un par de semanas, el blog Lecturalia publicó una entrada donde se vierten algunos consejos “para los que quieran sacarle el máximo partido de su lectura y disponer de poco tiempo para hacerlo”. Para iniciar la reflexión la autora refiere a Anne Jones, una chica que leyó Harry Potter y las reliquias de la muerte, en tan sólo 47 minutos y un segundo. Esas líneas me dejaron pensando en el placer de la lectura y en los placeres en general.

Entre los múltiples placeres de la vida, de los placeres terrenales, mundanos, están sin lugar a dudas el sexo, comer, descansar, divertirnos, sólo por mencionar algunos. Incluso hay quienes gozan cocinando, a pesar de que para otro sector poblacional pueda ser un martirio. Cualquiera o cualesquiera que sean los placeres de su predilección, tratará de extenderlos hasta donde sea posible. No concibo a la dama Jones, teniendo sexo con Brad Pitt (por mencionar un galán mundial) y quedando satisfecha ante una sesión de cinco minutos y veinte segundos. O viajando a París, hacer un recorrido por la Ciudad Luz (con el Museo de Louvre incluido) en dos días y cuatro horas.

El placer de la lectura, además de ser un placer intelectual, implica deleitarse con el lenguaje, disfrutar las palabras, crear imágenes mentales que son sólo nuestras, llevarnos el tiempo que creamos conveniente. El placer de la lectura, no conoce de velocímetros, ni de revoluciones por minuto. Es el placer de encontrarnos, reencontrarnos y descubrirnos en el texto del otro. Aún los profesionistas que son reacios a leer textos de su especialidad, como lo menciona Juan Domingo Argüelles, tendrían que platearse si realmente estudiaron por vocación, y no culpar a la lectura y a los libros de sus desgracias textuales.

Pero si está convencido de todo lo contrario a lo aquí argumentado, haga caso omiso. Consuma libros de quinientas páginas en menos de una hora, inscríbase a esos concursos estadounidenses de ingesta de comida rápida, disminuya sus charlas a un “hola y adiós”, pero principalmente, no se extrañe que está a punto de ser un eyaculector precoz.


[i] ecampech@yahoo.com.mx

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, mayo 13 de 2012.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Por gusto y voluntad propia




Eduardo Campech Miranda

Era enero de unos hace cuatro o cinco años. Mireya Carrillo, bibliotecaria escolar e incansable promotora de lectura, junto con las maestras del área de Lengua y Literatura, de la Escuela Secundaria Técnica N° 27, de la capital zacatecana, me solicitaron que pudiera diseñar una actividad para atender a los diecisiete o dieciocho grupos de la escuela. Les planteé que eran muchos alumnos, así que decidimos atenderlos de uno en uno, realizando visitas de dos o tres grupos por día a la Biblioteca Mauricio Magdaleno.

El primer día atendería a tres grupos: dos primeros años y un tercero. La selección que realicé fue algo ligero de Paz (“Mi vida con la ola”, “El ramo azul”), algunos fragmentos de Arreola, algún cuento de Traven y de Francisco Rojas González. La planeación de la actividad indicaba que realizaría una lectura en voz alta y después una estrategia de detonación de escritura. La lectura no les atrajo en lo más mínimo, la concluí (erróneamente) a pesar de la desatención manifiesta de los alumnos. Sin embargo, la actividad de escritura fue bastante rica y divertida.

Con el segundo grupo aposté por literatura de la onda: José Agustín, José Buil y Parménides García Saldaña fueron mis caballitos de batalla. La dinámica se repitió, pero esa ocasión cancelé la lectura para dar paso a la escritura. El entusiasmo por la segunda parte de la actividad fue contundente. Antes de retirarse, una de las maestras se acercó y a mí. Me solicitaba una lectura que abordara la sexualidad, con la finalidad de que les hablara y orientara sobre el tema. Les compartí mi opinión en torno al rechazo de la visión didáctica de la literatura. Argumenté que Homero no escribió La Odisea para darnos el mensaje que “aunque todo resulte adverso, al final conseguirás tus objetivos y triunfaras”, que eso me parecía una falta de respeto al autor, al libro y a la lectura.

De tal manera que les sugerí la novela Un hilito de sangre de Eusebio Ruvalcaba, no sin antes advertirles que el lenguaje era muy cercano a los jóvenes, que éstos conocían todas las palabras (etiquetadas por algunos como malas palabras), y que el protagonista veía al mundo con una exagerada concupiscencia, propia de un adolescente. Tal vez, si yo daba a pie al tema, ellas lo podrían abordar desde sus propósitos en la escuela.

La historia es bastante divertida. Trata de un joven de trece años que, como se dijo, ve al mundo detrás de unas gafas llamadas sexo. Es tal la lascivia en él, que ni su madre, ni su tía se le escapan. La primera página es fundamental y nos da una idea general de la historia, su estructura y su lenguaje: la máxima aspiración de nuestro protagonista era la de ser chofer de una casa rica (muy a pesar de la oposición paterna, que lo convencía de ser chofer de camión repartidor o microbús, ya que ganaría más). Siendo chofer de una familia pudiente económicamente, tenía la ventaja de manejar un auto precioso y atender sexualmente a la dueña de la casa.
Después de leerles a los jóvenes el primer capítulo, pensé iniciar con la actividad de escritura pero me fue imposible. Demandaban que continuara leyendo. Lo mismo sucedió cuando concluí el segundo capítulo. Para el tercer capítulo, ya no accedí. El tiempo de la actividad había concluido. Varios de ellos se acercaron a preguntarme dónde compraban el libro.

Al día siguiente, otra vez primer año, iba a dar inicio con José Agustín, pero del fondo del salón surgió un grito: “¡cuéntenos la historia del muchacho cachondo!”. La voz se había corrido como pólvora dentro del plantel. A partir de ahí, todos los grupos exigían conocer Un hilito de sangre. De hecho, la escuela se vio en la necesidad de adquirir cinco ejemplares de la novela.

No soy ingenuo para pensar que todos esos alumnos se convertirían en lectores. La novela, más allá de la anécdota, plantea diferentes retos intelectuales, que los jóvenes resolvieron satisfactoriamente (de lo contrario, hubieran abandonado su lectura). Un año después volví a la Secundaria Técnica N° 27. Platiqué con Mireya y con alguna maestra. De toda esa población estudiantil que visitó la biblioteca, unos cinco alumnos se iniciaron en la lectura por gusto y voluntad propia. Tal vez se cuestione: “Pero lo que los movió fue el morbo”. Y tienen razón, pero, ¿acaso no manifiesta el lector morbo e intromisión al enterarse de la vida privada de la dinastía Buendía, de Pedro Páramo o hasta de las desdichas de Cenicienta?


 Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, mayo 7 de 2012.

jueves, 10 de mayo de 2012

Regalar libros a los niños



Eduardo Campech Miranda

Desde hace meses, tal vez un par de años, que circula por la red un video de un pequeño que recibe, como regalo de Navidad, un libro. El niño muestra con un berrinche la desilusión causada por el obsequio. Más allá de la hilaridad que pueda causar la reacción del pequeño, queda de manifiesto la conducta no lectora de los padres, o de quien haya decidido qué regalarle.

Si en esa casa se leyera, hubiera libros, visitaran bibliotecas, librerías, ferias de libros, el niño actuaría distinto, pero no se haría famoso, no circularía en Youtube, Facebook o correos electrónicos. Pero recibiría con agrado, y hasta emoción, el libro. El propósito de quien hizo el regalo supone una buena acción, sin embargo desafortunada, como invitar unas exquisitas carnitas a alguien con colesterol alto.

Si hoy piensa ofrecer a algún niño un libro, cerciórese de considerar algunas cuestiones básicas:
·         La relación cotidiana, libre, que el niño tiene con los libros. Es decir, si acostumbra leer fuera de la obligatoriedad escolar y familiar.
·         Los gustos e intereses del presunto lector. Si éste no le gusta el balompié, por favor, evite darle títulos como El fútbol a sol y sombra o Pateando lunas.
·         Los propósitos que persigue al desear que el infante lea. A la par de la edad, los intereses lectores, los propósitos definirán mucho del contacto con el libro y la palabra escrita.
·         Evite cuestionamientos, en torno a la historia, como si fuese un interrogatorio judicial o ministerial. En caso de que usted crea que ese método es infalible, no olvide el tehuacán.
·         Si no tiene ni la más mínima idea de lo que la literatura infantil puede ofrecer, y su universo se circunscribe a los cuentos de hadas clásicos, los libros de Walt Disney, de personajes de dibujos animados, entonces la recomendación es que se asesore en una biblioteca pública o en una librería. En caso de no confiar plenamente en estas dos opciones, busque por sí mismo reseñas bibliográficas en línea. Recomiendo los blogs, que tienen libertad de opinión, sin compromisos editoriales.
 Dice Felipe Garrido que el goce de la lectura está disponible para quien esté educado a hacerlo. Ese proceso es constante, interminable, cotidiano. Es un proceso de lectura del mundo y de la palabra, de conversaciones y espacios colectivos. De esta manera, el lector no se sentirá el Minotauro: solo en un laberinto. Acompañar y no supervisar, es una estrategia que puede ser el hilo de Ariadna. Pero, principalmente, compartan las lecturas, sus opiniones, sus puntos de vista, las imágenes que construyen. En sus manos está mucho de la formación lectora de su vástago.

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, abril 30 de 2012.

Taller "Leer: clave del aprendizaje permanente", Centro Educativo "Centro", Aguascalientes, Aguacalientes. (Del 22 al 25 de marzo de 2010)

  • Yo llegué pensando que de algo me serviría asistir, además si era algo conocido, pues igual lo afianzaría más. Al ir avanzando el taller reconozco que fue un placer y un deleite estar presente, porque aparte de haber disfrutado, vi que hay mucho que aprender y compartir. Descubrí a travez cómo los andamiajes puedo introducir a alguien a enamorarse de la lectura, de la manera más hermosa que es el amor al prójimo, porque sto es lo que requerimos para ser más felices y además, comprendernos, comprender y entendernos los unos a los otros y así hacernos la vida más grata y sencilla. Hoy me voy llena de amor para compartir porque todo lo que en este mundo se hace, se hace por amor. Todo lo que he aprendido, estoy segura que lo voy a aplicar y que además tengo la firme convicción de que funcionará. Mil gracias, que Dios te guarde y te guíe para que encuentres siempre la verdad en las personas y puedas así compartirla, como sólo tú sabes hacerlo. Hasta pronto Eduardo. Descubre quién soy. Así es, adivinaste porque me viste... (Anónimo).
  • La semana pasada mi jefe inmediato me instruyó que asistiera a un curso de lectura que impartiría alguien de apellido raro. Pensé que sería un curso más de esos que te dicen nada infinidad de veces y por lo tanto, aprenderás nada y poco. El lunes, llegué con material de mi clase, pensando en realizar mis tareas mientras el expositor derramaba su perorata cruel e interminable, en una palabra pensé "va a ser pan con lo mismo". Hoy es jueves, en un abrir y cerrar de ojos transcurrieron cuatro sesiones maravillosas, llenas d eletras, lecturas y sentimientos. Quien pensaba que sería un expositor típico de apellido raro, resultó ser un excelente motivador y promotor de la lectura, de verdad un tipo formidable. Yo acostumbro leer textos muy técnicos y títulos ligeros, contemporáneos, pensaba quela poesía y la literatura definitivamente no eran para mi... Uff, qué mal estaba, hoy veo y sietno que esos textos son muy buenos y que puedo disfrutarlos con otras personas, sobre todo con quien quiero. Y debo agradecertelo a ti. Gracias por todo tu trabajo, si tengo que darle una calificación, le doy diez; si tengo que darle un grado, le doy un excelente y si tengo que darle uyn calificativo, te doy las gracias. P.D. No pude revisar mis trabajos por estar comentando del curso durante estos cuatro días (Luis Fernadno Rodríguez Medina).
  •  25 de marzo de 2010. A mí desde que me comunicaron que se llevaría a cabo un taller de lectura, me dio mucho gusto y más que se realizaría del 22 al 25 del presente mes, porque era justo lo que necesitaba, ya que tengo escaso un mes como encargada de la biblioteca de la Escuela Secundaria N° 16. Pues así llegué muy relajada y con mucho ánimo para apropiarme de algunas nuevas formas de conducir el gusto por la lectura entre los alumnos. Porque mi propósito es capacitarme para lograr un buen desempeño en mi labor y me gustaría que nos reuniéramos más frecuentemente, ya que así los docentes estaremos dentro de una formación contínua y, a la vez, más actualizados en nuestra práctica docente. (Yolanda Lorea Valadez).
  • Aguascalientes, Ags., a 25 de marzo de 2010. De verdad me es difícil empezar a escribir sobre todas las ideas locas y en desorden que dan vuelta en mi cabeza en este momento; pero para empezar quiero decirte Eduardo que eres un hombre como siempre he pensado que deben ser, con sentimientos, capaz de sentir y transmitir la pasión y la emoción por este arte maravilloso que es sumergirse en el mundo de la lectura. El lunes que llegué, pensé que este sería otro curso más de leer y exponer. Pero ¡sorpresa! ¡qué bonito oír leer! ¡Qué ganas de terminar esos libros! ¿qué dirán al final? ¿en qué se terminarán? Me pongo y reflexiono en este momento y yo... Como maestra ¿algún día habré provocado estos sentimientos de amor a la lectura en alguno de mis alumnos? Gracias Eduardo por dejarme este mensaje y reflexión a cerca de mi práctica docente y la lectura. Seguramente de hoy en adelante será diferente. Tu amiga Ma. de Jesús Miramontes.
  • Cuando llegué el primer día al curso, estaba apresurada porque pensaba que llegaría tarde, entonces me encontré que el curso era diferente a los que usualmente se dan a los maestros, lo que más me agradó fue la lectura gratuita, tanto que el día que el profesor no leyó una parte de El cartero de Neruda, pues se me hizo menos interesante y es que ese género es el que más me gusta, además que descubrí la rico que es que te lean y no solamente leer, que es lo más común porque leo a mis alumnos. El día de hoy me voy contenta, porque es uno de esos cursos que gracias a Dios no leí teoría y comprendí lo que me estaban planteando. Aunque no participé mucho sí me hizo pensar bastante, la forma de explicarlo y de manejarlo, bueno o conducirlo, fue muy clara, me llevo muchas ideas nuevas y sólo las tengo que bajar un poco porque mi área es preescolar, pero creo que aún así voy a exprimir muy bien todo lo que aprendí. ¡Gracias! (Anónimo).
  • Yo llegué el lunes muy contenta, con un poco de hambre y sed, pero se me pasó tan rápido el tiempo y lo disfruté mucho, sobre todo la forma en que realizabas las lecturas y yo me imaginaba y me trasladabas a diferentes situaciones. Gracias por hacer de la lectura un mundo mágico. Me gustó mucho cómo llevaste el taller, cómo respetas las opiniones de los compañeros, cómo nos haces reflexionar ante una lectura y veo en ti el amor a la lectura. (Anónimo).
  • Siendo las 4:00 p.m.mi compañero y yo nos fuimos al teatro, se nos hizo tarde, llegamos a las 5:30 p.m. y todavía no empezaba el evento, se terminó hasta las 7:00 p.m., saludamos a conocidos, amigos y viendo la hora decidimos ya no asistir al curso de literatura. El lunes no llegmos, al día siguiente, a muy temprana hora de labores, el inspector llama por teléfono y nos recuerda la invitación al curso y que por los comentarios, dice que está muy interesante. La mente se prepara para la literatura (tedio) y al llegar el martes, qué sorpresa, es un curso de lectura para la escuela y para uno mismo y no simplemente literatura y aburrido, y pensé ¡qué bueno que vine! ¿Cómo se van el día de hoy? Primeramente, con nuevas ideas acerca de la forma de abordar la lectura. Hay teoría que la puedo relacionar con los textos. La preocupación de que tengo que cambiar ideas de lectura que siempre había prácticado. El que todos podemos acceder a la lectura sin importar nivel determinado o preocuparnos por una estadística. El placer de oír y escuchar leer con interés. Mis expectativas han sido superadas. Gracias y espero asistir a otro curso con Eduardo Campech. (Anónimo).
  • ¿Cómo venía el lunes? Un poco indispuesta, ya que el lunes por la tarde me avisaron del curso. No me agradó la idea de pensar que tenía que estar toda la semana en un curso-taller. No sabía qué esperar del mismo y sentía incertidumbre. Estaba muy molesta porque no se me avisó. Además de que realmente no se me antojaba el curso. ¿Cómo me voy el día de hoy? Me voy muy feliz, satisfecha, aprendí que la lectura no es una asignatura, sino una pasión, amor, deseo, es abrir el mundo de la imaginación. Aprendí que la lectura te abre las puertas a mundos increíbles. Quiero agradecer de forma especial a ti, Eduardo, por el gran sabor de boca que me llevo. Honestamente yo me considero pésima para leer. Desde pequeña pedía a mi hermana que me leyera porque me gustaba escuchar, pero no leer. Me voy con muchas ganas de leer cosas nuevas, con ganas de escribir, y de transmitirle a mis alumnos lo que aprendí esta semana. Gracias por tu paciencia, tus ganas, tu sabiduría y sobre todo por contagiar en mí el amor por la lectura. Mil gracias. Atte. Gabriela Mayo Lozano.
  • El lunes apenas me enteér que podía asistir al curso por invitación de una amiga, así que tuve que modificar todas las actividades que ya tenía programadas y tratar de adelantar algunos pendientes, así que el primer día llegué con mucha expectativa y esperando que valiera la pena el hecho de cancelar los pendientes, además de muy cansada y con hambre, ya que no me dio tiempo de ir a mi casa a comer. Este taller ha sido muy valioso para mí, en lo personal me gusta leer y escribir pero hace tiempo que no me detengo a hacerlo porque pongo por excusa el trabajo y la universidad, así que lo único que escribo son las tareas y lo único que leo son las antologías de estudio. La pregunta es ¿cómo me voy de este taller? y las respuestas son: Me he reenamorado de la lectura, creo que había olvidado de las cosas que nos da tan bella; me reafirmó la importancia de escribir para entender; vali{o de sobremanera elhecho de comer galletas cuatro días (es broma), pero sí, del cansancio que pasé, mis expectativas fueron ampliamente cubiertas; a partir de aquí, termino un libro para mi hijo. Muchas gracias por toda la magia que dejaste en mi persona. Observaciones: Espero de verdad continuar en contacto a través de mi mail, porque honestamente eres un excelente andamiaje y percibo honestidad y creatividad en ti, nuevamente muchas gracias y que Dios te bendiga mucho, junto con tu esposa e hijos, y te de más talento. (Eva Durón Sánchez).
  • Lunes 22. Todo tiene un principio... ¡Que sí, que no, que todo se acabó! Son diez minutos antes de las tres de la tarde, voy llegando al Centro de Desarrollo Educativo para participar en un taller de fomento a la lectura. Salí corriendo de la primaria para alcanzar a comer, y luego llegar al curso-taller, la sensación de llegar sin hambre y a tiempo fue de bienestar, pero luego cambió por una de frustración al darme cuenta que llegué sin lápiz, ni cuaderno para tomar nota, sensación que tampoco duró pues fue sustituida por una de confianza al creer que alguno de mis futuros compañeros se apiadarían de mí y me prestarían con y en qué escribir, así que con muy buena disposición me puse a esperar a que el curso iniciara con la expectativa de disfrutar momentos agradables de lectura en voz alta. 25-03 Pasó el lunes, martes, miércoles y jueves con las mismas carreras para llegar, pero con ansias de seguir disfrutando de tantos problemas y peripecias que le sucedían al cartero de Neruda; revivía angustias de volver a estar en el trampolín para saltar y aprobar el año y también los textos que el facilitador compartió con nosotros me hicieron recordar a alguien que ya se fue: a mi gran y súper abuela. Participar en este tipo de actividades me hizo fortalecer mis competencias docentes, recordar la importancia que tienen en la vida de todo docente el trato justo y equitativo que debemos tener con nuestros alumnos, al darles múltiples y variadas ocasiones de lectura en el aula. Gracias Eduardo por compartir con nosotros tu experiencia como lector y promotor de la lectura. Me voy satisfecha gratamente pues realmente fue un curso muy enriquecedor y disfruté mucho de escucharte leer. Gracias y espero me compartas el archivo electrónico de El cartero de Neruda. (Carola Campos).
  • ¿Cómo llegué el lunes? Primero debo contar que llegué un mucho tarde, a las 3:15, por este motivo me sentía apenada con todo el grupo, con el maestro, pero más con Elisa, porque ella me invitó al curso, para variar, cuando entré al salón fue a la primera que vi y ella me vió como diciéndome "te pasaste". Quería encontrar un lugar para no sentirme tan mal y vi a mi amiga Mary Chuy que me sonreía. Eso me hizo sentirme en familia y a un lado de ella estaba Carola, entonces ya me sentí como en mi casa, y ahora me dispuse dignamente a escuchar al maestro. Cuando él nos explicó que el rumbo del curso iba de lo práctico a lo teórico, sentí una paz. Y cuando empezó a leer me relajé aún más. La controversia vino cuando nos cobró lo leído con un examen. Ahí empecé a poner en duda el compromiso del maestro, pero las cosas iban de bien a más bien. Cuando terminó la clase me sentí emocionada, me encantaron los textos que el maestro nos leyó. Y me gustó porque a mí me encanta que me lean, y vaya que el maestro tiene esa gracia, y le sale muy bien. Todo esto me abrió mucha ventanitas e ideas para hacer en la escuela que actualmente dirijo, de manera muy azaroso, pues acabo de llegar y no conocía qué tan enemigos somos, a veces, los maestros unos de otros. Bueno, por el momento eso es lo de menos. Eduardo: te quiero decir que hoy que nos leíste el texto de tu exalumna, me identifiqué un poco contigo, por la impotencia que en ocasiones sentimos al no poder realizar nuestros ideales, pero el sólo hecho de recordar las sonrisas y los comentarios de los niños a los que les lees, te da la fuerza para alimentar nuestra alma, y eso compensa lo demás. Hoy me voy con muchas herramientas para promover la lectura en mi escuela, ¡se me hizo muy interesante el curso!, ¡Gracias por ser tú!, ¡Gracias por compartir! (Hortencia).
  • ¿Cómo llegué el lunes? Bueno, en principio debo decir que en cuanto nos dijeron que se daría este curso, yo pedí ser incluída en el grupo selecto de maestros que tendrían esta oportunidad. Sí llegué cansada, pero sobre todo, preocupada por lo que dejaba de atender en casa. Alguas actividades, confieso, no las disfruté como yo hubiera querido por la razón mencionada o porque no me gusta ver películas tan dramáticas y me siento con poca formación lectora en torno a las novelas y poesía. Gracias por compartir con nosotros tu gusto por la lectura. PD. La lectura que más disfruto es la que realizo con mis hijas todas la noches, espero que ellas logren ser mejores lectoras que yo. ¿Cómo me voy? Generalmente mis jefes me inscriben en cursos que según ellos creen debo asistir, pero éste yo lo elegí. ¡Bien por mí! Me he dado ese tiempo para disfrutar de lecturas que si no me obligas tú, jamás las hubiera leído. Pude compartir con otros la construcción colectiva, sin sentirme tonta o menos lectora de lo que muchos señalan com ola buena lectura. Vine buscando estrategias para formar lectores y llevo algunas nuevas ideas al respecto. Agrego algunos datos teóricos a mi concepción de lectura, pero sobre todo, llevo en mí la idea de que un buen lector contagia a otros y eso es lo que tú y Elisa están logrando conmigo. No prometo que mañana tome un libro de esos que ustedes leen, pero buscaré algo más ligero para comenzar. Buscaré incluir en mi bolso la compañía de un libro que me ayude a enriquecer mi formación lectora. Nuevamente gracias y hasta pronto. (Alma).
  • ¿Cómo llegué el primer día del curso? Caminando (no te creas). Pues bien, en mi mente se movía la incognita de qué es lo que se podría aprender, ya que ni siquiera sabía el nombre del curso, ya que se me fue informado por teléfono, que me presentara en este lugar. Pero al fin y al cabo con ganas de conocer algo nuevo y, a alguien más de lo que en este día conozco y sobre todo, tener la actitud positiva para retroalimentar todos los conocimientos y experiencias ya adquiridas. Un poco cansado, sin comer, pero así venciendo un poco la flojera que me embargaba, pero como te mencioné, con ganas. ¿Cómo me retiro del curso de lectura? Eduardo: Fíjate que te doy las gracias, primeramente porque me hiciste recordar a una persona muy estimada, querida y amada, que fue mi mamá (Ma. Magdalena Martínez Vazquez, finada), porque cuando niño me leía los Cuentos del Estanquillo, que mi papá llevaba para que sus hijos se acostumbraran a leer, esto en cuestión de la remembranza familiar, pero por otro lado me abre algunas formas para comentar en la visitas a los planteles educativos en primaria y en secundaria de nuestro estado, ya que yo formo parte del personal de Biblos, colaborando con la maestra Elisa Castro Contreras, asimismo, te agradezco por tu sencilles y apertura de comunicación personal, ya que la plática que sostuvimos el día ayer a la salida del curso, me demostró que eres una fina, amable y educada persona. Gracias por tu sencillez interior. Atentamente, tu amigo: J. Manuel Macías Martínez.
  • El lunes llegué cansada y con un poco de hambre porque no tuve tiempo de comer bien, aparte algo dentro de mí se rebelaba ¿ante quien? ¡no sé! No sabía a quién culpar de lo que me estaba pasando, tenía enojo, miedo, mucho miedo y sobre todo, mucha tristeza, el saber que algo malo podía tener, el recordar el martirio de hace dos años con una cirugía que me hizo tocar una dimensión o quizá valorar un poco más lo que la vida me dio. Con todo lo anterior, creía que no iba a poder concentrarme en el curso, incluso pensé en mejor no asistir, pero siempre me ha gustado todo sobre la lectura, aunque no soy muy buena y asistí. Y me sentí transportada, se me quitó el hambre y me olvidé de mi problema de salud ¡GRACIAS! En los días siguientes tenía que ir a estudios, oraciones y todo lo que tus amigos te ofrecen para aferrarte a la vida y gracias a Dios porque parece que Él y Eduardo se hablaron, se cambió el horario y sólo tuve que perder diez minutos, que no los quería perder, porque pensaba que leerías otro capítulo del Cartero, que a decir verdad, fue mi terapia y medicina para lo que sentía. Hoy jueves, llegué preocupada porque pensé que me había perdido algo de Las batallas en el desierto y que ya sabían todos quién era Carlos, ¡Gracias a Dios que no! Me gustó mucho la canción de Miguel Hernández, parece que hoy la clase fue pensada para mí, me encanta Serrat y toda la canción de trova que tiene un fondo político-social. Simplemente GRACIAS Eduardo por se un paleativo para mí esta semana y tus libros me ayudaron como maestra y como persona. Respetuosamente, Rita.
  • El lunes 22 de marzo, inicié un curso-taller de lectura, en el cual yo me sentía muy contenta, y con mucha disposición, pero a la vez muy nerviosa y con expectativas de ¿me irá a gustar?, ¿quién estará?, ¿conoceré a alguien? Estaba muy contenta, con mucho interés de que me sirviera para mi proyecto de la universidad (Lo cual lo puedo confirmar y me servirá bastante). Mi nerviosismo fue calmándose poco a poco, no conocía más que a una persona, a la cual yo invité al curso. Las personas ahí presentes me dieron la confianza de estar en ese lugar, me sentí en el lugar correcto, al igual que tú. Sólo me resta agradecer tu tiempo, tu conocimiento y tus ganas de compartir lo que sabes y la belleza con la que lees, lo llevas a uno a transportarse a lo que estás relatando. MIL GRACIAS EDUARDO. (Anónimo).
  • ¿Cómo llegué el primer día? Eduardo, el escribir es una manera tan grande que Dios dio al hombre, que a través de símbolos podemos comunicar lo que pensamos y por qué no, lo que sentimos. Deseo decir que llegué al curso como de costumbre, con la inquietud de conocer siempre lo mismo, la misma manera de impartir los cursos, pero dándome la oportunidad de algo nuevo, por lo general estos cursos son muy tediosos, pero siempre hay algo rescatable. Llegué con la inquietud de saber cómo impartirías un taller en tan poco tiempo, así fue como llegué. Y cómo me voy. Me voy satisfecho, contento, y con un grato sabor a letras. Sí, a letras, porque me has hecho reflexionar de la gran variedad y la manera tan exquisita de saborear la lectura. Una analogía sería que estuvimos en una degustación de buenos vinos y nos enseñaste a degustar, a pasar, a repasar esos sabores, que todos esos enlaces de conocimientos previos forman parte del entendimiento y del aprendizaje. Que como dice tu taller, el leer es la clave del aprendizaje. Te agradezco porque como tú dices, una de las cosas que en ocasiones me limita a escribir en papeles, es el saber mi carencia de la ortografía, por ello me apoyo mucho en la computadora. Pero el escribir en papel me es difícil, pero el escribir es un deleite, me refiero al papel. Y gracias de antemano por tu tiempo birndado. Estaré en contacto contigo. (Víctor Rodolfo Villanueva Jiménez).
  • El lunes 22 de marzo de 2010 acudí a un taller de lectura, mi expectativa era la de poder transmitir el amor a los libros (y por supuesto a la lectura) a todos (o a los má posibles) los maestros de Aguascalientes, toda vez que son muchos los PETE-PAT que tienen como objetivo de la Dimensión Pedagógica-Curricular, elevar el nivel de comprensión lectora de sus alumnos, pero... ¿cómo piden eso si ellos mismos no son lectores?, bueno, transcurrió el primer día y Las batallas en el desierto me ilustraron un México que desconocía, además El cartero de Neruda me atrapó por la frescura de su amor de adolescente. Pude en poco tiempo hacer la diferencia entre los diferentes tipos de preguntas, y di en el clavo del por qué tantos niños reprobados en los exámenes. Me enseñaron a construir andamiajes y a saborear los libros infantiles (y no tan infantiles), y todo esto lo logró un licenciado en Economía, alguna vez discriminado por el magisterio, y al que yo quisiera decir que el enseñar el A, B, C, cualquiera lo sabe hacer, pero el motivar a otros de forma desinteresada, para que se capaciten, expandan sus horizontes por medio de la lectura y pongan más en práctica el constructivismo, ese... es dos veces maestro. Felicidades maestro Eduardo, tu curso es deliciosamente fascinante, ojalá no sea la última vez que nos compartas tu conocimiento. (Anónimo).
  • Aguascalientes, Ags., 25 de marzo de 2010. Mtro. Eduardo Campech: Quiero felicitarlo porque entre risas, lecturas, anécdotas, panel, música, bailes, participación y comentarios tuvimos unas tardes muy amenas. El curso me pareció muy interesante, lo poquito que aprendí lo compartiré con mis compañeros, la verdad pensé que iba a estar aburrido y fue todo lo contrario, me la pasé muy bien. Gracias. ¡FELICIDADES!. Atte. Mtra. Gloria García López.
  • Cómo llegué aquí. Cansada, tarde, en calidad de bulto con hambre. Mi amiga Gaby me invitó a este curso, ni siquiera el nombre correcto sabía, fuí así. Asistí a un curso para luego poder motivar a mis alumnos de primaria a leer. Al inicio del primer día, poco tiempo por cierto, estaba por dormir, pero se lo debía a Gaby y pensaba en mis alumnos. Pero transcurrió y al ir camino a casa, qué felicidad poder asistir a escuchar a una persona que sabe lo que lee, y lo sabe leer, que es ameno, sencillo y que tiene una fundamentación teórica, aunque no unas palabras técnicas (que ni las recuerda). Siempre cuento todo a mis hijos y no pude menos que resumirles: vengo de un curso buenísimo. ¡Gracias!, Roxana. Cómo me voy: Confirmando el mundo olvidado de posibilidades que nos descubren o descubrimos a través de leer los libros (porque algunos ni los he tocado). Agradecida con usted maestro Eduardo por sus lecturas, sus ejercicios, herramientas, explicaciones y dudas que me comprometen a investigar para recalcarlas. Su curso es ágil. El ejercicio con el poema de Miguel Hernández me pareció largo, pero enterarse como existen personas con la inteligencias y sensibilidad para descubrir lo que el autor deseaba y de optors que nos dispersamos al nada que ver. Nunca pierda esta sencillez, es donde se fundamenta su riqueza personal. Le doy las gracias, algún día volveremos a compartir este espacio. Dios te bendiga. Roxana Apresa del Orozco (25/marzo/2010).
  • Con actitud precaria al trabajo que pudiera realizar durante el curso. Pensé en resultados agradables cuando desarrollaba el trabajo. Sentí lo excelente del asesor con ejemplos diferentes y contínuas al expresarse. Creí indispensable, urgente y necesaria la asistencia para poder transmitir en poca cantidad la sabiduría e ingenio para el manejo de la lectura y escritura. Conocer las maravillas de la lectura para poder crear seres con mentes sanas, creativas y positivas. Me gustó el curso. Agradezco de antemano su atención. Gracias. (Anónimo).
  • ¿Cómo llegué hoy?  Hoy es mi primer día del curso-taller de estrategias de lectura, vengo con mucho entusiasmo pues para mí todo lo que significa superación profesional es muy importante. Sé que aprenderemos cosas nuevas y que además nos enriqueceremos con las aportaciones, tanto del maestro como de los compañeros. Estoy conciente que será pesado por el horario pero se compensa con lo que no agregará en nuestro trabajo. Fin. ¿Cómo me voy? Me gustó mucho el curso, fue muy interesante, la conducción excelente. El material es muy rico, me va a ayudar en la materia de Análisis de Textos y Taller de Lectura y Redacción. Gracias. Ma. del Socorro Medina Hdz.
  • ¿Cómo llegamos el lunes? Con muchas expectativas por retroalimentar las estrategias de lectura y encontrar alternativas para que funcione eficazmente la biblioteca de aula. Como es un taller de lectura para el aprendizaje permanente, sabía que asistirían compañeras que han trabajado con la lectura e iban a compartir experiencias. Pero me sorprendió el expositor por su sencilles y por ser tan ameno, cómo nos fue acercando a disfrutar la lectura, su forma de leerla en voz alta, con las entonacines adecuadas para vivirla. Y a la vez ir reflexionando nuestro nivel de comprensión lectora y de cómo trabajarla con los niños de forma espontánea para apropiarnos del texto. Muchas gracias. ¿Cómo me voy del taller hoy? Muy agradecida con muchos aprendizajes que me enriquecen en mi práctica docente y lograr ese gusto por leer. Fue una gran experiencia conocerte. Eres un gran ser humano sencillo, ameno y un gran amante de la lectura, que logra despertar ese gusto por leer. Gracias Eduardo. Viky.
  • El lunes, al llegar al salón me sentí un poco tenso, por dos razones: la primera, pensando que no estaba en la relación o en la lista, porqueno fue una invitación directa, sino por mi hermana. La segunda, estaba cansado y con sueño, pero conforme fue pasando el tiempo, me sentí relajado e interesado en la clase. Me voy con un sabor de boca verdaderamente agradable, gracias por compartir tus conocimientos y experiencias, conmigo y el grupo. Esperop seguir en contacto para aclarar cualquier duda que se me presente y por qué no, alguna experiencia que surja en el camino, compartirla contigo. (Jorge Arturo Montoya Castro).

domingo, 6 de mayo de 2012

¿Para qué sirve un libro?


Eduardo Campech Miranda


Hoy, y desde días anteriores, seguramente usted escuchará y conocerá cifras y comparaciones en torno a la lectura. Los medios electrónicos, la autopista de la información, los diarios, todos hablarán, dirán, por enésima vez, que México ocupa de los últimos lugares en competencia lectora, si no es que el último. Tendremos infinidad de comparaciones con Japón, Finlandia, España (que son las más recurrentes). Se echará la caballería contra los maestros, que en lugar de enseñar y promocionar la lectura toman calles y plazuelas, hacen marchas (como si ellos fueran directamente quienes decidieran la política educativa del país).

Escucharemos en varios actos, discursos con doble filo: por un lado, enaltecen y valoran a la lectura como una de las actividades más ricas, maravillosas, fundamentales para la vida (sobre todo, escolar), y esas mismas palabras, los delatarán como poco o nulos lectores. Y tal vez, quizá tal vez, aparezca la lectura en las contiendas electorales (hay que aprovechar las coyunturas).

Sin embargo, para mañana las cosas seguirán igual. Maestros, padres de familia, autoridades, bibliotecarios, que día a día engrosan el, aún no escrito, Manual para vacunar contra la lectura. Preocupados por mejorar los indicadores. Que se lea, como sea, pero que se lea. Total, en la guerra y el amor todo se vale y esta es una lucha contra la ignorancia.

Pero, ¿para qué sirve un libro? Esta pregunta la lancé en mi muro de Facebook, y comparto algunas de las respuestas: Un joven, Marco Saucedo Salas, exclama con todo el ímpetu: “¡Para qué no!”; Rosy Chavarría, desde el estado de Morelos, encuentra en el propósito la utilidad: “depende que uso le quieras dar... puede ser un objeto de mero ornato, un arma letal contra el aburrimiento, sirve también para lanzarlo a la cabeza de alguien... ¿pero qué culpa tiene el libro, verdad?... Algunos lo utilizan para nivelar las patas de una mesa, si es de buen tamaño para sentarse en el...”, Iván Kaddour-Rouge, muestra que hay de libros a libros: “Los libros de Carlos Cuauhtémoc Sánchez sirven muy bien para calzar las mesas.”; también hubo quien pide que la respuesta la ofrezca el personaje de la triste lectura, cuyo nombre no quiero acordarme; finalmente, Jovita Aguilar, como buena lectora, se explaya y nos comparte: “Pues mira, tengo libros desde que era niña, y desde entonces no puedo dejar de atesorarlos. Tengo sentimientos encontrados en relación a ellos: no sufro cuando pierdo uno que no me regresan (espero que le sirva a la gente que se lo queda) y al mismo tiempo quisiera tener todos los que me gustan. Los libros me han servido en momentos de tristeza y soledad, me han hecho olvidar mis penas; me han servido para aclarar mis dudas durante toda mi vida (y con mucha frecuencia, también me han confundido); me han servido para darme cuenta con horror que no se casi nada, y hoy a mis 50 años, ya no leo todo lo que llega a mis manos, ahora solo leo lo que me gusta ya sea por trabajo o por diversión. Los libros son compañeros de viaje, son cómplices y amigos, son psicólogos y filósofos. Gracias a ellos tengo ansias de viajar y conocer otros lugares y otras culturas. Ups!!! Mejor no sigo, creo que querías una respuesta más corta, ¿verdad?”