sábado, 3 de diciembre de 2011

Los contextos y el conocimiento previo

Eduardo Campech Miranda[1]

Sin lugar a dudas uno de los factores que inciden dentro del proceso de la comprensión lectora, son los conocimientos previos y los contextos. Paulo Freire lo resumía así: “La lectura del mundo precede a la lectura de la palabra.” Si tuvo oportunidad de ver la cinta Quisiera ser millonario, pudo observar cómo las experiencias cotidianas permiten la adquisición de conocimientos (sí, es una perogrullada, lo sé). En la película referida, éstos permiten al chico avanzar durante el concurso televisivo.

Otro ejemplo es un texto adjudicado a Marshall McLuhan, titulado “W.C.”, en el cual se presenta una confusión epistolar entre un comprador de un predio cercano a una iglesia, por lo que era conocido por las iniciales del títulos (White Chapel) y el servicio sanitario. Cada uno, el destinatario y el remitente, se referían a cuestiones distintas. O como aquella otra anécdota del novio que le compró unos guantes a su novia, pero la empleada se confundió y envío unas pantaletas. El escrito que acompañaba al obsequio, permite una buena dosis de hilaridad.

De ahí la importancia de tener más experiencias, más conocimiento del mundo, más cosmovisiones compartidas. Sin embargo, no sólo para el acto lector es necesario el contexto y los referentes. En la vida cotidiana, durante la más mínima conversación son de suma utilidad para asignarle un significado y un sentido a las palabras.

Claudio Suárez, fue un futbolista mexiquense. Su longeva carrera propició que batiera varios récords en el balompié nacional. No obstante su fama y exposición de los medios masivos de comunicación, no llegó a tener la presencia de algunos otros futbolistas a los que los vemos anunciando tarjetas bancarias o refrescos. Suárez, debutó profesionalmente con los Pumas de la unam, de ahí pasó a ser campeón con el Guadalajara, siendo los Tigres de la uanl, su tercer equipo.

En cierta ocasión, realizando una pretemporada en los Estados Unidos, con mayor precisión, en Los Ángeles, dos damas (una aficionada y conocedora del futbol, amén de su amor por las Chivas Rayadas; y la otra con poco o nulo conocimiento del tema), se encontraron con Suárez. De inmediato la rojiblanca lo identificó y emocionada le decía a la otra: -¡Mira!, ¡Es Claudio Suárez!, ¡Claudio Suárez!. El nombre de Suárez en sí le decía nada o casi nada a la otra mujer, quien preguntó quién es Claudio Suárez. La primera, exaltada, sólo dijo: -Pues el de los Tigres.
Con la emoción a flor de piel ambas acudieron a solicitar el autógrafo. Mientras el originario de Texcoco firmaba, la mujer no aficionada al futbol, quiso entablar una breve conversación con el deportista, pero su intervención fue tan desafortunada que no sólo consiguió la ansiada rúbrica, sino una sonrisa, quizá de compasión, quizá de humor: -Entonces, ¿usted es el de los Tigres del Norte?

PD. La anécdota de este texto es real. Se evitó utilizar los nombres propios de las mujeres para evitar su identificación y con ello cumplir una promesa: no delatar a mis cuñadas.



[1] ecampech@yahoo.com.mx


Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, noviembre 28 de 2011.

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