Eduardo Campech Miranda[1]
En colaboraciones anteriores he mencionado lo ambigua que resulta la campaña del Consejo Coordinador Empresarial para promocionar la lectura. El decir “lee”, se pierde en el laberinto de las posibilidades, propósitos, soportes de lectura. Sin embargo, el laberinto puede tener su hilo de Ariadna: la biblioteca pública y el bibliotecario.
Se aconseja que los niños lean veinte minutos diarios. Pero ¿qué leer? Si el objetivo o el propósito es leer por leer, entonces lo mismo da coger un directorio telefónico que un informe de gobierno (finalmente la lectura no dejará de ser aburrida). Pero si buscamos matar dos pájaros de un tiro (ejercitar la lectura en voz alta y propiciar el gusto por la lectura), podemos acudir a las bibliotecas públicas (primordialmente a aquellas que tengan mínimo quince años de servicio) y localizar la colección “Los cuentos de Polidoro”.
Escritas para ser leídas en voz alta, a diferencia de la gran mayoría de los textos que circulan por nuestra sociedad, los títulos que conforman la colección (Los sueños de José, El viaje de Jonás, El arca de Noé, Daid y Goliat, Jehová y la creación del mundo, Simbad del marino, Aladino y la lámpara maravillosa, Alí Babá y los 40 ladrones, La bolsa encantada, El caballo volador, David y Goliat, Teseo y el Minotauro, Aventuras de Don Quijote, etc.) son adaptaciones de relatos bíblicos, de Las Mil y Una Noches, de la mitología griega y de El Ingenioso Hidalgo, Don Quijote de la Mancha. El tamaño de la fuente, su diagramación, las ilustraciones, todo confluye para hacer posible una lectura en voz alta más fluida, entendible y, sobre todo, disfrutable (amén de desarrollar la técnica adecuada para lograr una lectura oralizada profesional).
No se trata de ninguna manera de una sesión de doctrina bíblica extracurricular, ni mucho menos. La intención es acercar lecturas accesibles (en lenguaje, elementos paratextuales, referentes culturales) tanto a las niñas y niños, como a sus familiares.
Ahora bien, si lo que se pretende es que estos pequeños adquieran el gusto por la lectura, pues incluya a la biblioteca como un lugar de esparcimiento y convivencia familiar. No vayan en familia sólo a tramitar la credencia de préstamo a domicilio, porque fue una tarea y hay que ganarse el punto extra. Exploren juntos, libremente, comenten gustos y disgustos de los libros, sus portadas, sus sinopsis, su contenido. Consulte al personal bibliotecario o a algún promotor de lectura, sobre temas, títulos, tendencias, recomendaciones. Y otra vez, una vez más, mil veces más: predique con el ejemplo. No le impida fumar con la cajetilla de cigarros en la mano, y no le obligue a leer mientras usted mira la televisión.
El personal bibliotecario debe estar atento a las demandas tácitas de la sociedad. Aprovechar esos “nichos de mercado” donde pueda incidir a favor de la lectura, y por ende, de la biblioteca. Con ello engrandece el aporte de las bibliotecas públicas en la promoción de la lectura.
[1] http:fomentocebpz.blogspot.com y http:lecturascompletas.blogspot.com
Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, noviembre 5 de 2011.
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