lunes, 2 de junio de 2014

Los mitómanos

Los mitos fueron creados por la humanidad para explicar diversos fenómenos naturales. Nuestra cultura occidental abreva de los mitos griegos primordialmente. En el habla cotidiana empleamos referencias o alusiones a esta mitología (no siempre estamos conscientes de ello). Como ejemplos de lo anterior tenemos "la manzana de la discordia", "el talón de Aquiles", etc.

Para este ejercicio se preguntó a los asistentes (aclaro que los trabajos aquí presentados corresponden a distintas sesiones con diferentes públicos) si conocían mitos. Quienes tenían conocimiento de ellos, los compartieron. El conductor volvió a preguntar, ahora: "¿conocen el mito de Eco?" Éste es un mito relativamente conocido. Alguien lo cuenta, y si hace falta, se complementa. También puede buscarse un libro del tema y leer alguna en particular, que tenga vínculo con el ejercicio.

Una vez que se sociabilizó el mito de Eco, se forman equipos (si el grupo es muy numeroso), o de manera individual (para grupos pequeños) y a cada uno se le asigna la creación de un mito. Los ejercicios que aquí se comparten son ilustrativos de lo anterior.

Mito del bostezo
En el año 919 antes de Buda, existían los dioses Nana y Aburrición, hijos de Morfeo. Dichos dioses todo el tiempo se la pasaban haciendo cosas  muy dispares, pero que a la vez los unía. Ella cantaba y cantaba sin detenerse ni un momento; él, por su parte, rondaba por todo el monte sin encontrar actividad alguna que lo hiciera feliz. Todos los días eran así, largos, repetitivos, pero lindos para ellos. Un día, Aburrición puso atención a los cánticos de su mujer, fue entonces que quedó maravillado. No sabía cómo reaccionar ante tal acto y fue entonces cuando abrió la boca. Tomó mucho aire y le lloraron los ojos. De ese acto de amor nació Bostezo, su único hijo, el cual seguía el ejemplo de sus padres y lo difundía por todos lados, sin que esa fuera su intención. En cada lugar que pisaba, una persona deseaba tocarlo y al hacerlo repetía la misma acción de Aburrición: abrir la boca, tomar aire y lagrimear. Bostezo adquiría para sí todo ese aire y aquellas gotas de agua, eran una gran reliquia humana. ¡Era su fuente de humanidad eterna!, fue a través de esos suspiros y aquellas lágrimas que él pudo permanecer en el lugar que deseara cuando él lo quisiera, ya fuera en el mundo de los dioses o en el de los hombres.
Gabriela Ortiz Luévano

Mito del estornudo
En el reino de los griegos se reunían a celebrar los dones que la vida les ofrecía, aunado a las enfermedades. En el gran salón se halagaba a la salud, la belleza, la alegría; pero también existían las enfermedades, las personas no muy agraciadas pero que poseían otros dones como la danza, el arte de cantar, declamar, narrar, etc., y se encontraban recitando cuando a uno de ellos les rozó una pluma la nariz, y se les presentó un estornudo que aún era desconocido para ellos.
Elvia Luévano Pinedo


Mito del tic nervioso
Hace algún tiempo caminaba por el bosque un ser muy conocido por los habitantes de la aldea. Dicho personaje no tenía nombre y estaba dotado de una altura considerable, robusto, ojos grandes. Cada que caminaba parecía que temblaba, y obviamente la gente temía.

Cierta ocasión en la fiesta de la aldea, estando todos sentados en la mesa disfrutando de los platillos que especialmente preparaban los habitantes, se escuchó a lo lejos que se acercaba el "sin nombre". Todos quedaron asombrados al ver que éste entraba a la aldea hasta estar frente a ellos.

Quedó parado frente a ellos y cuando apenas iba a decir palabra, se posó una catarina en su ojo, y al mismo tiempo guiñó el ojo saliendo de su boca la palabra tic.
Rocío Parga Anaya

Mito del hipo
Que era un dios llamado Hipo, el cual tenía el don de saber cuando una persona miente. Así las personas llevaban hacia el dios Hipo a las personas de las cuales había duda de que dijeran la verdad. Hipo les decía: -empieza a hablar, ¿cuál es la duda? Hacía hablar a la persona y si ésta empezaba a tener hipo, quería decir que estaba mintiendo.
María Isabel de la Cruz Alaníz
Jaime Ramírez
Adrián Ávila
(Cárceles distritales)
Mito de la flatulencia

Al nacer Flato, todos y cada uno de los dioses le obsequiaron una esencia. Al paso de Flato las flores se abrían, el mar se agitaba, los animales se tranquilizaban, y los dioses se deleitaban. Un dios, el Frijol Negro de apellido Epazote sintió celos, utilizó su poder de transformarse en néctar de huele-de-noche. Flato probó de esa flor, en ese instante le gruñeron los intestinos como matraca desengrasada, y se le inflamó el cajón de los garbanzos como globo de cantoya, y tiró tremendo suspiro venenoso que toda manifestación de vida, a la redonda, sintió ofendido el olfato y a partir de ese día, todos se la hacen de pedo. "El pedo es de quien lo trabaja".
César Rincón (Familia Garabato)
Mario Adrián Magadán B. (Sala de Lectura "Tierra Cobriza")
Martha A. Ramírez J. (Sala de Lectura "Alas de Mariposa").

Mito de llanto berrinchudo de un infante
Una vez tomada Troya, las troyanas y sus hijos corrieron a esconderse en las catacumbas para no ser asesinados por los aqueos.

Según datos de un testigo ocular que, según los informes, tenía un panorama envidiable de los acontecimientos, las mujeres imploraron a Poseidón por la vida de sus pequeños, mismos que se encontraban al borde del llanto por tan horrorizante matanza, digna de película de Quentin Tarantino.

Poseidón conmovido por las peticiones de tan poderosas troyanas, se convirtió en un sinnúmero de espacios vacíos de todo aire o partícula conocida. Y se metió en la garganta de los niños y niñas para sofocar su llanto.

Desde entonces, cuando los niños rabian, inmediatamente experimentan un estado de "privación catatónica", que no se les quita hasta recibir el consabido zape desprivatizador, mitológicamente conocido como El golpe de Poseidón.
Esperanza Gaytán Castillo
Marisol Alcalá Flores
Andrés Briseño Hernández

Mito de la indiferencia
Hubo una vez en tiempos de la antigua Roma, una mujer de belleza inigualable: tez morena, cabello largo y negro como el ébano, sus ojos verdes como las esmeraldas, cuerpo como labrado por las manos de los dioses. Pietra nunca se había dado cuenta de su belleza, hasta que las palabras se usaron para endulzar el oído.

Ella, siendo una mujer muy buena, cambió totalmente, ahora era mala... Los dioses al ver ese cambio, la convirtieron en transparente a los ojos de los demás. Siendo víctima, entonces, de la indiferencia.
José Manuel Esquivel de la Riva
Susana García Martínez
Ana Laura Gaeta Maravilla
Margarita H. Saucedo Cervantes

Mito del eructo
Erudiano era un viejo que se encargaba de despreciar y desprestigiar la Coca Cola, por lo cual el dios Coca Cola decidió castigarle: que deseara tomar una y lo logró. Al terminar la primera comenzó a eructar sin descanso.
Laura Elena García S.
Alfonso Sifuentes Hernández
Mito del hipo
Hipótilo siempre quiso tener una forma de asustar a sus amigos, y los disfraces no le llamaban la atención. Se ponía a pensar en una y otra manera de hacerlo. Finalmente después de tanto tomar vino, esa tarde comenzó a darle una especie de tos. El asunto del susto de pronto se olvidó. La tos continuó. Se dice que estaba gordo y no se le quitaba día tras día, hasta que una noche, saliendo a caminar, unos amigos que tenía, al ver que daba la vuelta tan de noche, decidieron asustarlo. Lo cual originó que con eso la tos se le quitara. Sin embargo, al pasar los días se dio cuenta que sus amigos le redujeron su nombre a Hipo.
Damián Casas


Una variante, implementada con menores de once años, fue que imaginaran y escribieran el origen de aquellas actividades que les son atractivas o de fenómenos naturales:

Mito de la charrería
¿Cómo se creó la charrería?
Que unos dioses se reunieron para ver qué creaban, porque ellos decían que cuando se mueran o los maten, no iban a tener actividades deportivas el mundo. Así que los dioses encontraron un animal muy raro que no habían visto nunca y resulta que investigaron y ese animal se llama un caballo y así se iban subiendo y así iban encontrando más y le daban clases a los otros aztecas.
Jacqueline Adame C. (9 años).

Mito de los eclipses
Los eclipses se inventaron cuando el Universos empezó a girar y el Sol tapó a la Luna o la Luna tapó al Sol y eso no pasa de vez en cuando o frecuentemente. Los eclipses son fenómenos naturales. Cuando hay eclipse de Sol debe usarse lentes obscuros, porque los rayos ultravioleta te pueden dejar ciego. Se dice que dioses querían darle un paisaje al hombre como la luna roja o un círculo negro con rayos.
Noé Maximiliano Sánchez Pacheco.

Mito del maíz
Había una vez un pueblo que no tenía maíz y tres aventureros fueron en búsqueda de maíz, y en cuatro colinas, en la última montaña, encontraron un dios y les dijo. -yo soy un dios- y se rieron y les dijo -ahí yo puedo hacer maíz- y les pidió que creyeran en él.
Edgar Omar

Denuncia abierta a las campañas de lectura ante la PROFECO

Eduardo Campech Miranda
A quien corresponda:

Por este conducto quiero hacer de su conocimiento la siguiente relación de hechos, que me han llevado a un estado no considerado en mi panorama.

Primero: me formé como lector autónomo en toda la extensión de la palabra. No tuve la fortuna de contar con un mentor que guiara mis pasos por los senderos de la lectura. Porque este concepto era aplicable a aquello que podía leer sin tener que dar cuenta de nada a nadie. Y aún sigo ese trayecto.

Segundo: trabajar en la biblioteca pública, rodeado de libros, mediando actos de lectura, conversando de historias, autores, anécdotas, era sacarse la lotería. Empecé con la responsabilidad de atender Videoteca, fui pasando por Sala General, Sala de Consulta, e incluso, un año mi trabajo fue acomodar mochilas en el guardarropa (fue la época que más leí). Proyecté y diseñé el Departamento de Fomento a la Lectura de la Coordinación Estatal de Bibliotecas Públicas en Zacatecas, el cual encabezo desde sus inicios. La Dirección General de Bibliotecas Públicas del CONACULTA me ha distinguido al invitarme a ser parte de los festejos de Hans Christian Anderson en Dinamarca, y cursar el Diplomado en Promoción de Lectura bajo el sello de IBBY México. Además de publicarme en sus revistas, memorias de congresos y manuales de animación a la lectura.

Tercero: tuve el privilegio de acudir a una de las primeras capacitaciones del Programa Nacional Salas de Lectura en Morelia, Michoacán. En ese momento no tenía el convencimiento, la disposición, ni el compromiso con la lectura y su mundo. Así que no me integré al programa. Años después, quizá cuatro o cinco, teniendo la intención de joderme la vida, me mandaron a Jerez a una capacitación (ese fue todo el dato), debería de estar ahí al día siguiente. Me hicieron un favor, era un módulo de Salas de Lectura. Desde luego, me integré a sus filas. Participé en varios de los eventos auspiciados: Encuentros Nacionales, Coloquios, Revistas, Publicaciones. Sigo con mi Sala de Lectura. El Programa me abrió nuevos ángulos del acto lector.

Cuarto: he tenido el inmenso privilegio de compartir espacios de capacitación, como instructor, con mis maestros: Efraín Gutiérrez de la Isla, Carola Diez, Claudia Gaete, Alma Velasco, Gerardo Cirianni, Rubén Ávila Alonso, Rocío del Pilar Correa, entre muchos otros.

Quinto: nunca me titulé de la carrera que concluí: Economía. Sin embargo, he tenido oportunidad de impartir capacitaciones por casi todo el territorio zacatecano –incluyendo la UAZ-, en Aguascalientes, el Distrito Federal, y una charla en Pachuca. En un principio mucho de ese trabajo lo hacía gratis, por amor al arte. Después ya no. Las cuentas mensuales no se saldaban presentándome.

Sexto: veo en Facebook estados donde se describen ingratas situaciones similares a la mía (un reconocimiento y valoración del trabajo realizado en pro de la lectura, pero sólo de manera verbal). Trataré de explicarme con un ejemplo: meses atrás acudió a mí una maestra de un municipio cercano a la capital zacatecana. Me planteaba una problemática de lectura en su escuela. Le ofrecí, incluso le esbocé, un proyecto de capacitación de seis horas, destinado a treinta maestros. Todo iba bien hasta que le dije que serían tres mil pesos más IVA. La maestra salió despavorida. Una compañera que estaba presente me dijo que hubiera negociado el precio, pero yo respondí: “El costo es de cien pesos por maestro, ¿no vale eso mi trabajo?, es más ciento dieciséis, por el impuesto”.

Séptimo: si bien mi trayectoria en el rubro no es nada de otro mundo, tampoco creo que sea despreciable. Si un maestro gana más que yo, es porque a él lo avala un título académico que respalda el conocimiento. Si yo cobro por mis capacitaciones, es porque el trabajo que realizo (y los resultados derivados), también avalan mis conocimientos (adquiridos no en la escuela –siempre fui un pésimo estudiante-, sino en mis lecturas, conversaciones, en el registro y análisis de mis actividades). Porque me he interesado en profundizar en el fenómeno de la lectura, sí, de manera autodidacta, sí, y no en proponerme crear redes en ventas multinivel.

Octavo: intentando hacerme de unos ingresos extras, he enviado proyectos a diversas instituciones educativas nacionales. Hasta ahora las respuestas han sido negativas. Localmente no es bien visto que siendo trabajador de la Secretaría de Educación, cobre por mis servicios fuera de mi sede. De tal manera que es un campo que, toda vez que no cuento con un respaldo institucional académico, va siendo vedado.


Por todo ello y más, señores de la Procuraduría Federal del Consumidor, quiero decirles que leer no me ha hecho más feliz, ni mejor; que leo más de veinte minutos al día y no siempre es divertido, ni mucho menos un placer (sobre todo cuando llegan los recibos de luz, agua, hipoteca, etc.). Que esas campañas que enarbolan el paraíso de la lectura me han defraudado. Que estoy pensando seriamente en tirar la toalla de la promoción de la lectura y la formación de lectores, para dedicarme a cantar rimas sencillas, vulgares, agresivas, que le “lleguen a la gente”, y después me paguen miles de pesos, por invitar a leer.

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, marzo 10 de 2014.