martes, 11 de diciembre de 2012

La biblioteca pública: sus desafíos ante las demandas sociales




Eduardo Campech Miranda

En los últimos tiempos se ha venido difundiendo por distintos medios la problemática (queja, justificación) del abandono y muerte de las bibliotecas públicas, tal y como las conocemos hasta hoy, debido a la proliferación de dispositivos y equipos con conectividad a internet.

Hace apenas una década, las bibliotecas eran los lugares por excelencia para resolver dudas, realizar tareas e investigaciones. Hoy, la gran mayoría de los chicos acuden a Yahoo Answers, Google, Rincón del Vago, entre otros sitios para solventar sus inquietudes. Esta práctica es común entre alumnos y algunos docentes. Sin dejar de lado a los padres de familia.

Las bibliotecas públicas deberán aprovechar un vacío que existe en la búsqueda de información. Vacío que viene dado en la medida de la poca o nula utilización de las bibliotecas virtuales. Y es ahí donde, en términos de mercadotecnia, encontramos uno de los mercados objetivos. Se puede ofertar a la sociedad capacitaciones en el manejo, no sólo, de motores de búsqueda en la carretera de la información, sino en los acervos de instituciones que los colocan en línea para su consulta.

Las políticas de extensión y difusión de las bibliotecas, deben vislumbrar las necesidades de la comunidad, y con ello propiciar que ésta acuda a sus instalaciones. Las bibliotecas públicas tienen en su normatividad distintas actividades de promoción de los servicios. La visita guiada es una de ellas. Desafortunadamente, la mayoría de los casos va dirigida a grupos estudiantiles que en pocas ocasiones volverán a ella por iniciativa e interés propios en los próximos doce meses.

Es por ello, que al margen de estas posibilidades propuestas por el centro, cada biblioteca deberá explorar sus desafíos ante las demandas sociales. De nada o poco sirve, ya no sólo invitar, sino rogar a las escuelas que envíen a sus grupos, si la estancia en la biblioteca no fue significativa (significativa, como la lectura que tiene eco en el lector).

Las bibliotecas deben diseñar programas de impacto en su entorno. Actualmente es urgencia abatir los indicadores negativos en términos de la lectura y comprensión lectora. Si el bibliotecario no es coherente entre lo que dice y lo que predica, tendrá la batalla perdida, aún antes de iniciar. Esto es porque sucederá que se tendrán cifras alegres de cientos y quizá miles de asistentes a la biblioteca… que siguen sin leer un solo libro o que se quedan en el primer nivel de la comprensión lectora.

El programa debe ser: i) Sistemático (contar con planeación, ejecución, evaluación y registro), de tal manera que permita desarrollar nuevas experiencias y, por qué no, aprendizajes; ii) Regular, constante, de tal manera que genere arraigo entre la población; iii) De impacto: ante el problema educativo y cultural planteado en el párrafo anterior, será de mayor alcance un taller de comprensión lectora (que se valga de algunas estrategias de animación a la lectura), que sólo de animación a la lectura, y peor aún si la selección de textos está conformada por libros y escritos de pobre calidad literaria.

Un programa diseñado desde estos parámetros atraerá por sí mismo a la ciudadanía a la biblioteca, sin necesidad de acarreos, o visitas como peregrinaciones.

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, 26 de noviembre de 2012.

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