Eduardo
Campech Miranda
Una
semana antes de que iniciara la Feria Nacional Zacatecas 2012 (fenaza 2012), escuché una campaña
publicitaria en favor de las corridas de toros. La intención era ofertar
boletos para asistir a la fiesta brava. El pago de los mismos era a través de
descuentos vía nómina, en varias quincenas.
En
esa misma semana se llevaba a cabo la XII Feria Nacional del Libro en
Zacatecas, una fiesta que varias personas esperamos con júbilo. De la misma
manera que consideré un error la omisión de este evento dentro de la agenda
cultural del año anterior, hoy veo con beneplácito que el programa fue
retomado. Con el fin de que esta fiesta del libro y la lectura tenga mayor
impacto, me permito realizar una serie de sugerencias para las siguientes
ediciones.
1) La
fecha tal vez no sea la más apropiada. A finales de agosto aún se resiente la
adquisición de útiles escolares y todas las erogaciones económicas que conlleva
el inicio del ciclo escolar. Si a lo anterior le aunamos la proximidad de la fenaza, el presupuesto para comprar
libros (primordialmente en aquellos que no acostumbran a hacerlo y ven en la
Feria del Libro la oportunidad de hacerlo) se reduce drásticamente.
2) Sin
tener conocimiento del volumen de ventas, y con el antecedente planteado en el
primer párrafo, creo que a nivel burocracia gubernamental se podría diseñar un
mecanismo de compra de libros, como los boletos a los toros, y que existiera el
descuento vía nómina en varias quincenas. Si en la tauromaquia se ofrecía una
fiesta nacional y española, en la lectura los horizontes se amplían en espacio,
tiempo y beneficiarios, con lo cual la fiesta se expande.
3) Los
fines de semana son de labores domésticas (surtir la despensa, realizar las
compras de los alimentos, aseo de la casa, etc.), pero también de
esparcimiento. La feria de libro puede ser ese lugar de convivencia y
recreación. Es de celebrar la diversidad de eventos, presentaciones, lecturas y
talleres programados, así como la instalación de la Sala de Lectura. No
obstante, creo que es posible agregar una serie de talleres de promoción de la
lectura, diversificados, enfocados a distintos públicos.
4) Siendo
utópico, también se podría integrar a la iniciativa privada. ¿qué tal que los
medios de comunicación (impresos y electrónicos), así como algunas instancias
gubernamentales (no necesariamente que tengan relación con el rubro) pudieran
realizar trivias o alguna otra forma de sortear vales y bonos de libros.
5) Invitar
a los programas estatales de lectura para su promoción. Muchas personas no
saben que existen diversos esfuerzos desde la entidad para formar lectores, ese
sería un buen marco para difundir el trabajo realizado.
Las
ideas anteriores, quizá suenen descabelladas, pero creo que la fiesta de los
libros la podemos ampliar y democratizar. Entendiendo este segundo término, no
sólo como que cualquiera (que quiera) pueda ir, sino además, de brindarles la
disposición y accesibilidad de la oferta bibliográfica.
Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, 17 de septiembre de 2012.
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