miércoles, 11 de enero de 2012

Leer como propósito de Año Nuevo


Eduardo Campech Miranda[1]

Navegando por distintos portales, foros y listas de intenet, intentaba comprobar si los propósitos de año nuevo que me imagino son los más comunes, en verdad lo eran. Y sí, el bajar de peso, dejar de fumar, caminar o ejercitarse, etc. En Yahoo! Respuestas, alguien solicitaba la sugerencia de algunos títulos para hacer de la lectura un gusto. Las respuestas fueron variadas: desde García Márquez en general, hasta la saga de Crepúsculo, pasando por Harry Potter, varios betsellers, algunos de autoayuda y superación personal, por géneros, y más.

Reflexioné en torno a la amplia oferta que se le ofrecía a esta persona. Cada una de las respuestas reflejaba las preferencias lectoras de cada persona. Preferencias que fueron delineándose con lecturas, con historias de vida, con visiones del mundo. Ahora el turno es para la persona que lanzó la pregunta.

¿Qué hubiera sugerido yo? Aclaro que no lo hice porque me pareció que las contribuciones ya eran demasiadas. Le hubiera recomendado algún blog de reseñas bibliográficas, que se enterará del contenido del libro. Le hubiera preguntado por sus gustos musicales, cinematográficos, de esparcimiento, para identificar sus intereses.

Hay también quien define desde la misma pregunta que es lo que busca en concreto. Por ejemplo, libros románticos, sobre triángulos amorosos (aunque no se especifica si lo que busca es cómo construir uno o cómo salir de uno), de desprendimiento astral. También un gran número de sugerencias se hicieron llegar.

Ya he mencionado en otra colaboración que mucho del éxito de formar lectores es la libertad, de elegir, de leer, de imaginar. Desde hace unos tres meses trabajo regularmente con alumnos de sexto grado de una escuela primaria. El propósito fundamental es apoyarlos para presentar el examen de admisión a secundaria. Sin embargo, aprovecho para realizar algunos ejercicios de comprensión lectora y cultivar el gusto por la lectura.
Después de aproximadamente cinco sesiones expuse ante ellos un acervo de alrededor de 60 títulos infantiles y juveniles. Ante sus miradas de asombro colocaba los libros en el suelo, como si los fuera a vender. Eso propició un poco de desorden en el grupo. Bajo la consigna de que yo iba a mencionar quién iba a pasar a seleccionar un libro, guardaron compostura. La dinámica fue la siguiente: deberían elegir un solo libro, regresar a su lugar, revisarlo y si no les gustaba lo regresaban y tomaban otro. Sólo debería estar un alumno de pie buscando su libro.

Algunos, los menos, cambiaron su libro. Pero la mayoría acertó en su elección. De los primeros surgieron preguntas como ¿no hay libros de miedo? ¿tiene Crepúscuo? ¿hay más de Francisco Hinojosa? (a este autor tuvieron la oportunidad de conocerlo en persona).Las recomendaciones también fueron sencillas: cuidar el libro, si no les gustaba no tenían ninguna obligación de leerlo y entregarme su opinión del texto por escrito.

Una pequeña me sorprendió. En un fin de semana leyó una novelita de 160 páginas y entre lunes y viernes de la siguiente semana leyó otra novela de más de cien páginas. Los libros han comenzado a circular entre ellos. Cuando lo entregan hacen también un pequeño resumen oral del argumento. Creo que si queremos hacer de la lectura un propósito de año nuevo, comencemos por estas sencillas acciones y los frutos serán abundantes.


[1] http://lecturascompletas.blogspot.com

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, enero 9 de 2012.

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