En las últimas
semanas ha surgido en mí una inquietud: ¿qué tipo de lectores está formando la
escuela? La lectura consta de diversos niveles (los básicos están identificados
como: literal, inferencial y crítico; en tanto, la Asociación Española de
Comprensión Lectora y el Informe pisa,
ubican hasta siete niveles de comprensión lectora), de los cuales la escuela
(la familia, la sociedad) apuntalan el primero de ellos, es decir, el literal o
descriptivo.
Estoy convencido
de que el primer contacto con el texto literario debe privilegiar la noción
estética. Por ello, es lamentable que tanto en los reportes de lectura, como en
las pruebas de comprensión lectora, de este tipo de textos, no aparezca la
opción o pregunta ¿qué sentiste?, ¿te gustó, por qué? Pongámoslo en estos
términos, ¿cuántas personas conocen que dicen “encantarles” una canción en
inglés, pero que no entienden ni el what?
(yo soy el primero en la lista). La reflexión parte de tres situaciones
concretas.
La primera se
deriva de la lectura del cuento “En la madrugada” de Juan Rulfo. La historia,
para quien no la conozca, cuenta el asesinato de un hacendado (Don Justo). La
voz narrativa se comparte entre un narrador omnisciente y el viejo Esteban,
quien está detenido como culpable. Otros personajes de la historia son: Margarita
y la madre de ésta (sobrina y hermana de Justo, respectivamente). En primera
instancia y ante una lectura de corte lineal, el asesino es el viejo Esteban.
Sin embargo, a medida que se pone atención en inferencias que debemos realizar
y las conjugamos con datos que aporta el texto, podemos develar al verdadero
culpable.
La segunda
situación viene dada por el cuento “El retrato de míster W. H.” de Oscar Wilde.
Una lectura encomendada a chicos de primer grado de secundaria. Comencé a
leerla y cuando llegué al momento en que Erskine le solicita al narrador,
observe detenidamente el cuadro que acaba de mostrarle. La sorpresa del
narrador es absoluta: “¡Cielo santo –exclamé- ¿es este el míster W. H. de
Shakespeare?”. Esta frase saltó a mi vista y de inmediato comencé a indagar en
torno a míster W. H. y su relación con Shakesperare. Ahí conocí la probable y
debatida existencia de tan enigmático personaje. Pero esa misma curiosidad me
llevó a investigar en torno a la calle donde inicia la historia (Birdcage Walk)
y a los sonetos de Shakespeare, que dicho sea de paso, hay varias citas de
ellos en el cuento. Este trabajo, de sumergirme en el texto, me permitió tener
un panorama más amplio de la lectura, la cual no se quedó en la mera anécdota.
Por último, me
remitiré al grupo de lectura en Facebook “Corre, lee y dile”, del cual ya
escribí en alguna ocasión. Actualmente estamos leyendo Rayuela de Julio Cortázar. Para los neófitos y villamelones (hago
una doble alusión con la finalidad de dimensionar mi ignorancia en el tema) del
jazz, del inglés y del francés, además del trazo urbano de París, utilizar
herramientas como Google, Google Maps, Youtube o Wikipedia, han sido de gran
apoyo, ya que a través de esta estrategia hemos podido otorgarle un sentido al
texto (además del estético). Una de las integrantes confiesa que esta lectura
es más rica que la ocasión que la leyó en la facultad. Claro, porque a los
elementos citados se agrega la experiencia de vida.
Por eso vuelvo a
la pregunta inicial, ¿qué tipo de lectores estamos formando? ¿Cuántos
mediadores, llámense profesores (aún aquellos que tienen grupos de más de
cuarenta alumnos), padres o madres de familia, promotores de lectura,
bibliotecarios, etc., realizan actividades para preparar el terreno y que el
lector esté dispuesto a ir más allá de la lectura literal?
Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, enero 7 de 2013.