viernes, 27 de enero de 2012

Estantería abierta… porque los tienes censurados, hay, hay, porque los tienes censurados.


Eduardo Campech Miranda
El que quiera ver más de cerca un libro deberá solicitarlo al bibliotecario, que se lo mostrará y, llegado el caso, le permitirá leerlo.

El enunciado anterior lo encontré leyendo el artículo “¿Hubo una revolución en la lectura a finales del siglo xviii?” de Reinhard Wittman, dentro del volumen Historia de la lectura en el mundo occidental, dirigido por Guglielmo Cavallo y Roger Chartier, y fue tomado de la Ordenanza ducal de bibliotecas de la ciudad Turingia de Gotha. De inmediato me recordó algunas cuestiones que se suscitan en algunas las bibliotecas públicas.

La más reciente, una entrada en algún blog de bibliotecas donde se reflexionaba en torno al papel de mediador del bibliotecario. En ocasiones este rol trasgrede algunas fronteras y se convierte en censura. Censura hacia libros, hacia páginas web, hacia comunidades y redes sociales, aún más hacia actividades o indumentaria al interior de la biblioteca.

Y desde luego, no sé si las más lamentable, la censura a los libros. El epígrafe hace referencia al sistema de estantería cerrada. Está claro que el bibliotecario era el intermediario entre el libro y el lector. Hoy las cosas han cambiado, al menos normativamente, y se usa la estantería abierta. En este marco se incrusta la siguiente anécdota sucedida en la Biblioteca Central Estatal “Mauricio Magdaleno”, de Zacatecas.

Cuando llegué a tierra zacatecana uno de mis primeros amigos, y lo somos hasta la fecha, cantaba constantemente una tonada que decía: “Yo no te agarro las chichis cabrona, porque las tienes aguadas, hay, hay, porque las tienes aguadas…” Le pregunté de dónde había sacado tal canción. Me respondió que era una que tocaban en las callejoneadas, pero sólo con música.

Siendo ya trabajador de la biblioteca mencionada, observé en cierta ocasión a un profesor que se desempeñaba como Jefe de Servicios Bibliotecarios. Había quitado de la estantería el libro de Lucía Reyes Gómez, Academia de Danza Folklorica. Conocimiento de la monografía, de la editorial acadeda. Cuando le pregunté la razón de tal acto, me comentó que porque tenía cosas que no deberían leer los niños.

La obra en cuestión contiene en uno de sus tomos aquella canción que alegremente cantaba mi amigo: “La mala palabra” (cuyo nombre original es “La cabrona”). Dicha pieza data de los años treinta del siglo xx, y se presume fue escrita en Villanueva, Zacatecas. En torno a la historia de la canción, Reyes Gómez apunta:

“La cabrona” en su origen no era una pieza bailable, era una pieza vulgar, arrabalera y descarada, que se cantaba principalmente en las cantinas y zonas de tolerancia, pues para la población del rumbo era una manera de divertirse, pues al escucharla se sentían eufóricos y gozaban.
Después fue censurada por la iglesia y la prohibieron, y optaron por llamarle “La mala palabra”…[1]

Los niños a los que se refería el maestro mencionado eran estudiantes de secundaria que deberían llevar la historia y la letra de la canción. Obviamente, la llevaron pero fueron los únicos que lo consiguieron. En los meses siguientes el libro estaría bajo resguardo del Jefe de Servicios Bibliotecarios.

¿Qué criterios deben predomina para acceder al material, que a juicio del bibliotecario es o no conveniente para el lector? Creo que el criterio de la interacción con éste, de la conversación, del acompañamiento. ¿El caso referido es producto de un vacío en el perfil del bibliotecario público? Si, pero de ese tema se hablará en otra ocasión.


[1] Reyes Gómez, Lucía: Academia de Danza Folklorica Mexicana. Conocimiento de la monografía, México, acadeda, 1990, p. 27.

jueves, 12 de enero de 2012

La niña del canal

LENAN, Thierry: La niña del canal, México, Fondo de Cultura Económica, 2001. 53 p. (A la orilla del viento; 135).

De un tiempo para acá Sara actúa de manera extraña: ha empezado a llegar tarde a clases, se cortó el cabello como si quisiera disfrazarse y verse fea, y su expresión se ha tornado triste. Su maestra lo ha notado y se pregunta qué le está sucediendo a Sara. ¿Habrá muerto alguien de su familia? ¿Habrán peleado sus padres? Quiere preguntarle, pero le parece que no debe hacerlo. Sin embargo, cada vez es más claro que Sara es víctima de un episodio muy doloroso del que no puede hablar.


  • ¿De qué trata el libro? De una niña llamada Sara, la cual sufre mucho pues sus padres no la entienden y no le ponen atención. Ella es muy callada y tímida, no expresa lo que siente y por eso sufre tanto pues se guarda todo hasta el punto de romper en llanto y desesperación. La única persona que ve especial a Sara es su maestra, quien sospecha o sabe por lo que Sara está pasando. Pero Sara es tan fría que no deja que su maestra o cualquier otra persona se le acerque. O tal vez sí pues su maestro la hace sentir especial por eso ella hace lo que el diga. En fin Sara pone o demuestra toda su tristeza en su pobre muñeca de plástico. Y Sara también le gusta el frío. ¿Con qué personaje me identifiqué? ¿Por qué? Con Sara. Tal vez porque como ella me guardo todo aunque jamás se note, a las dos nos gusto el frío y la soledad. ¿Te gustó el libro?  ¿Por qué? Sí, muchisimo. Creo que es una historia muy linda y deja una enseñanza. Brenda Aracely Campos Mora, 12 años, (6 de enero de 2012).
  • ¿De qué trata el libro? Habla sobre una niña llamada Sara, que se siente sola porque sus padres no le hacen caso. Y con una muñeca que compró le hace sentir lo mismo que ella. La maestra de Sara se dio cuenta que tenia problemas gracias a su actitud y decide ayudarla en la tarde, saliendo de la escuela, porque también tuvo problemas con sus calificaciones. La maestra empieza a recordar con Sara su infancia, como si la estuviera viviendo de nuevo. Pero no era ningún buen recuerdo, sino que todos esos recuerdos, hacían que la maestra tratar de quemar su niñez. Por eso le dice a Sara que ya no puede ayudarla y abandona su casa. Sara fue con su profesor de pintura y la maestra recordó que su tío era malo con ellay se dirigió al estudio del profesor a salvar a Sara. La maestra dijo que tenían que denunciarlo, pero Sara no quizo pues decía que su muñeca era la que disfrutaba lo que a Sara le hacía sufrir. ¿Por qué te gustó el libro? Es como una historia para comprender que todos necesitan atención, para no entrar en soledad y dejar que las personas te hagan daño sólo por sentirse al borde de la locura y soledad. Y hay que hablar de lo que nos molesta, sin importar nada. (Natalia González, 11 años).





miércoles, 11 de enero de 2012

Leer como propósito de Año Nuevo


Eduardo Campech Miranda[1]

Navegando por distintos portales, foros y listas de intenet, intentaba comprobar si los propósitos de año nuevo que me imagino son los más comunes, en verdad lo eran. Y sí, el bajar de peso, dejar de fumar, caminar o ejercitarse, etc. En Yahoo! Respuestas, alguien solicitaba la sugerencia de algunos títulos para hacer de la lectura un gusto. Las respuestas fueron variadas: desde García Márquez en general, hasta la saga de Crepúsculo, pasando por Harry Potter, varios betsellers, algunos de autoayuda y superación personal, por géneros, y más.

Reflexioné en torno a la amplia oferta que se le ofrecía a esta persona. Cada una de las respuestas reflejaba las preferencias lectoras de cada persona. Preferencias que fueron delineándose con lecturas, con historias de vida, con visiones del mundo. Ahora el turno es para la persona que lanzó la pregunta.

¿Qué hubiera sugerido yo? Aclaro que no lo hice porque me pareció que las contribuciones ya eran demasiadas. Le hubiera recomendado algún blog de reseñas bibliográficas, que se enterará del contenido del libro. Le hubiera preguntado por sus gustos musicales, cinematográficos, de esparcimiento, para identificar sus intereses.

Hay también quien define desde la misma pregunta que es lo que busca en concreto. Por ejemplo, libros románticos, sobre triángulos amorosos (aunque no se especifica si lo que busca es cómo construir uno o cómo salir de uno), de desprendimiento astral. También un gran número de sugerencias se hicieron llegar.

Ya he mencionado en otra colaboración que mucho del éxito de formar lectores es la libertad, de elegir, de leer, de imaginar. Desde hace unos tres meses trabajo regularmente con alumnos de sexto grado de una escuela primaria. El propósito fundamental es apoyarlos para presentar el examen de admisión a secundaria. Sin embargo, aprovecho para realizar algunos ejercicios de comprensión lectora y cultivar el gusto por la lectura.
Después de aproximadamente cinco sesiones expuse ante ellos un acervo de alrededor de 60 títulos infantiles y juveniles. Ante sus miradas de asombro colocaba los libros en el suelo, como si los fuera a vender. Eso propició un poco de desorden en el grupo. Bajo la consigna de que yo iba a mencionar quién iba a pasar a seleccionar un libro, guardaron compostura. La dinámica fue la siguiente: deberían elegir un solo libro, regresar a su lugar, revisarlo y si no les gustaba lo regresaban y tomaban otro. Sólo debería estar un alumno de pie buscando su libro.

Algunos, los menos, cambiaron su libro. Pero la mayoría acertó en su elección. De los primeros surgieron preguntas como ¿no hay libros de miedo? ¿tiene Crepúscuo? ¿hay más de Francisco Hinojosa? (a este autor tuvieron la oportunidad de conocerlo en persona).Las recomendaciones también fueron sencillas: cuidar el libro, si no les gustaba no tenían ninguna obligación de leerlo y entregarme su opinión del texto por escrito.

Una pequeña me sorprendió. En un fin de semana leyó una novelita de 160 páginas y entre lunes y viernes de la siguiente semana leyó otra novela de más de cien páginas. Los libros han comenzado a circular entre ellos. Cuando lo entregan hacen también un pequeño resumen oral del argumento. Creo que si queremos hacer de la lectura un propósito de año nuevo, comencemos por estas sencillas acciones y los frutos serán abundantes.


[1] http://lecturascompletas.blogspot.com

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, enero 9 de 2012.